11 noviembre 2010

ANFITEATRO

TODO POR EL ESPECTÁCULO

Probablemente se trate del tipo de edificio público que mejor podamos asociar con las creaciones arquitectónicas de época romana. De hecho, el anfiteatro es una creación propia y original de Roma, que carece de precedentes en culturas anteriores y que tampoco tuvo herederos directos en las civilizaciones posteriores a la época clásica (a no ser que, rizando el rizo, podamos considerar así a las actuales plazas de toros). Su propia denominación en griego hace alusión a la forma de su planta, resultado de la unión de dos teatros por el lado extremo de sus escenarios. Sin embargo, y teniendo presente que el teatro romano posee planta semicircular, la unión de dos de ellos habría dado lugar a un edificio de planta circular, cuando es evidente que la gran mayoría, por no decir todos los anfiteatros, muestra una planta claramente elíptica u ovalada.

Superior: Anfiteatro Flavio (80 d.C.), Roma. Inferior: anfiteatro (80 a.C.), Pompeya.

La novedosa creación de este tipo de edificios se basa en la difusión en Roma de una serie de prácticas relacionadas con lo que podríamos denominar el mundo del espectáculo. Ya en época republicana se había extendido entre los romanos la costumbre de asistir a combates entre gladiadores, a luchas entre hombres armados y distintos tipos de animales salvajes y, finalmente, a representaciones conmemorativas de determinados hechos bélicos que cantaban las virtudes y la valentía de los ejércitos romanos. Fue, por tanto, para este tipo de espectáculos y otros semejantes (condena de prisioneros a ser muertos por las fieras, luchas de  animales salvajes entre sí, etc.) para los que se crearon los primeros anfiteatros, surgidos en los años finales de la República. Así, el anfiteatro más antiguo levantado en piedra es el que todavía hoy se conserva en la ciudad de Pompeya, erigido hacia el año 80 a.C.

En torno al año 56 a.C. Curión el Joven organizó en Roma unos juegos funerarios en honor de su padre y, para ello, hizo levantar contiguamente dos teatros de madera, uniendo por completo sus graderíos. Años más tarde, en el 29 a.C., Estatilio Tauro impulsó la construcción, en la Ciudad Eterna, del primer anfiteatro de piedra, que resultó destruido en el famoso incendio de Nerón del año 64 d.C. Así las cosas, años después Vespasiano ordenó la construcción de un nuevo anfiteatro que será ya el paradigma de los erigidos por todo el Imperio: nos referimos, claro está, al Coliseo o Anfiteatro Flavio, con capacidad para unos 50.000 espectadores e inaugurado en el año 80.

Planta del anfiteatro de Mérida (hacia  8 a.C.).

En general, los anfiteatros fueron levantados empleando las diversas técnicas edilicias romanas, siendo las más utilizadas en la construcción de estas gigantescas moles el hormigón (opus caementicium) y el ladrillo (opus latericium), completados con piedras (entre ellas, diversos tipos de mármol) en las zonas más destacadas o nobles de la edificación. En ella, podemos distinguir dos grandes zonas. De un lado, la arena, donde se llevan a cabo los distintos espectáculos, y bajo la cual suele haber una fosa cubierta con tablones de madera (fossa bestiaria) que posee  carácter auxiliar. De otro lado, la cavea o graderío, dividido a su vez en varios sectores según la prolongación en altura del edificio. Además, estos edificios solían levantarse de manera exenta y en toda su altura (empleando entonces la clásica superposición de órdenes constructivos habitual en Roma), aunque en ciertas ocasiones (como sucede en Itálica, Sevilla) podían apoyarse en una ladera, de modo que sólo la parte superior quedaba por completo descubierta.

Anfiteatro de Itálica (hacia 120 d.C.).  (Santiponce, Sevilla).

En cualquier caso, los anfiteatros sufrieron las consecuencias de los cambios de modas y costumbres que comenzaron a darse a fines del Bajo Imperio. Así, ya a comienzos del siglo IV d.C. la influencia del cristianismo había conseguido que se eliminase la ejecución mediante fieras salvajes (no nos oldidemos de las famosas persecuciones). Algo más de un siglo después sucedía lo mismo con las luchas entre gladiadores. Desde entonces, los anfiteatros levantados por todo el Imperio comenzaron a servir para los usos más diversos: cementerios, canteras de aprovisionamiento de materiales constructivos, lugares de habitación, etc. Muchos de ellos acabaron en la ruina más completa, porque su tiempo histórico había concluido. ¡Ave César, morituri te salutant!

Sobre este tema podéis consultar la información que se presenta en este apartado de la "Historia de la arquitectura en España". Es muy interesante la serie de vistas aéreas que se ofrece en esta Web. Por último, desde la Wikipedia en español podemos acceder a numerosos ejemplos de estos edificios.

2 comentarios:

Stürmer dijo...

Curiosa es la historia del "mote" por el que muchos conocen el Anfiteatro Flavio: el Coliseo.

Cerquita al anfiteatro se erigía una gran estatua de Nerón, un Coloso de bronce, que el mismo emperador había mandado hacer. No se sabe si convivió con el anfiteatro, pero lo cierto es que la gente solía quedar en la gran estatua, situada en la explanada a los pies de la Domus Aurea.
-¿Quedamos en el Colosseum esta tarde?

Allí donde un Nerón de bronce miraba desde lo alto, con esos aires, se construyó el Anfiteatro Flavio. Convivieran o no, la gente ya conocía ese lugar como Coliseo, y el imponente edificio adoptó su nombre.

Yunni dijo...

¡Gracias por el articulo y gracias señor Stürmer por ese dato curioso!

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