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25 septiembre 2014

LOS CARTELES DEL FESTIVAL DE CINE EUROPEO DE SEVILLA


Desde 2004 se celebra El Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF) en el que se presentan y se difunden un gran número de trabajos cinematográficos realizados en el continente. El Festival, que apuesta por el cine de autor contemporáneo y apoya decididamente a los jóvenes talentos españoles y a las producciones andaluzas, goza de un éxito sobresaliente entre el público, que acude no sólo a las proyecciones sino también a las actividades que se organizan a propósito del evento.


Es habitual que a finales del mes de septiembre, dos meses antes de la celebración del Festival, se presente el cartel oficial con el que se anuncia la muestra. Desde 2008 la elaboración de ésta obra corre a cargo de artistas plásticos y directores de cine de cierto renombre. Este año el cartel lo firma el sevillano Curro González, representante de la escuela de artistas hispalenses que en la década de 1980 se dieron a conocer a través de la pintura figurativa y que formaron parte de un movimiento de renovación cultural que se vivió en la ciudad y que poco tuvo que envidiar a la movida madrileña. González es un artista con una amplia trayectoria y ha realizado trabajos que se exponen en destacados museos tanto nacionales como internacionales.

Para el cartel de SEFF el pintor ha utilizado un original enfoque aéreo para plasmar en acuarela el Casino de la Exposición de Sevilla (sede principal del Festival) y el colindante Parque de María Luisa, que cumple su centenario en 2014. No obstante, la escena está perturbada por la presencia del pie de un hombre en una de las esquinas del cuadro. Este extraño elemento, que nos transporta a un plano onírico, es un claro guiño al film Ocho y Medio, obra del maestro Fellini, máximo exponente del cine italiano de la segunda mitad del siglo XX.
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En 2013 el también sevillano Miki Leal fue el encargado de diseñar el póster de la décima edición del Festival. El autor utilizó un impactante fondo de rayas amarillas con sabor Pop y una tipografía clásica e inspiró su creación en los rótulos de las películas de adultos de las salas X que se imprimían en un taller tradicional de Sevilla en los años 80.

                          

El dibujante Miguel Brieva reinterpretó los tópicos sevillanos en el cartel que realizó para la edición de 2012 del Festival. Una gitana con rollos de películas a modo de peinetas que proyecta un film a través de sus ojos, un lémur encaramado a la Giralda –una versión sureña del King Kong neoyorkino- y una Sevilla anegada de la que emergen pequeños islotes componen el paisaje que Brieva imaginó para éste trabajo. El cartel de aquella edición fue, sin duda, una visión personal del autor de una ciudad llena de particularidades, de tópicos y de contradicciones que saben convivir en armonía.

                            

El director de cine Fernando Colomo se encontraba inmerso en la grabación “La Banda Picasso” cuando le encargaron realizar el cartel de la edición de 2011 del Festival de Cine Europeo de Sevilla. Por ello decidió rendir homenaje al pintor malagueño y realizó un trabajo en el que una figura humana de un solo trazo se sobrepone sobre un fondo de colores cálidos asociados, según el autor, a la luz de la capital andaluza.


En 2010 la elaboración del cartel corrió a cargo del director galés Peter Greenaway. Un cartel que él mismo describía como "una maleta sobre un pedestal cuya visión conjunta tiene forma de un crucifijo. Es como veo a España, un país aún marcado por la Iglesia Católica".

                             


La edición de 2009 contó con Carlos Saura como autor de su cartel. Este cineasta oscense auto declarado sevillano de adopción optó por tomar la imagen de una bailaora que danza entre tonos cálidos y que representan el rojo de Sevilla y el amarillo del sol. Como ya hiciera en su obra cinematográfica, Saura trató de unir en el cartel el celuloide con el flamenco.


Un año antes, en 2008, Bigas Luna inauguraba la tradición de encargar a artistas plásticos y cineastas el diseño del cartel del Festival de cine. Luna, que antes de ser director había trabajado como pintor, recurrió a un dibujo de trazos sencillos y gruesos que podía ser interpretado como un ojo, como dos caras o como una vagina. Bigas Luna reconoció que el proceso de creación había sido tremendamente complicado y lo comparó la siempre difícil elección de  posters para la promoción de sus películas.



Los carteles que anunciaron las ediciones del Festival de Cine Europeo de Sevilla entre 2004 y 2007 estuvieron marcados por un estilo que se aleja de los patrones de arte plástico que han caracterizado a los posters de las siete últimas ediciones.

                                    


Para conocer más sobre el Festival de Cine Europeo de Sevilla conviene visitar su renovada página web desde la que se puede acceder a los contenidos digitales de las últimas ediciones. Por otra parte, Miki Leal nos explica en este video el proceso de creación del cartel de 2013. Y para saber más sobre la generación de artistas figurativos sevillanos de los años 80 a la que perteneció Curro González podemos acceder a varios números de la revista Figura que este grupo publicó entre 1983 y 1986.

07 enero 2010

UGO RONDINONE

EN TORNO A UNA VISITA AL MUSAC DE LEÓN

Con la creciente proliferación en nuestro país de centros de arte contemporáneo y lo precios en los que éste se desenvuelve pocas veces acudo a una de estas instituciones convencido de que lo que voy a ver merecerá verdaderamente la pena. Pero por desgracia, sólo los museos de primera fila  pueden contar con fondos permanentes de interés e ir, al mismo tiempo, completándolos y ampliando su colección. En cambio, los de segundo y tercer nivel han de conformarse casi siempre con presentar exposiciones temporales, a veces echando mano de lo que haya por ahí.  Pero es sabido que el concepto de arte contemporáneo es muy sufrido y que caben en él desde verdaderas obras de arte hasta insignes muestras del nivel al que puede llegar la estupidez humana. Pocos son los centros artísticos de este tipo que escapan a esta situación y dejo aquí constancia de uno de ellos, el Centro de Arte Contemporaneo de Málaga, que pese a su escaso presupuesto (como me confirmaba hace poco su director) ha logrado articular una programación artística coherente, novedosa y, al mismo tiempo, interesante.

Superior: Ugo Rondinone: "La noche de plomo" (olivos). Inferior: Acceso al MUSAC. León.


Con estas ideas visité hace unos días el MUSAC de León, atraido más por la singularidad del propio edificio que por lo que en él pudiera exponerse. Recordemos que este museo, concebido por el estudio de Luis M. Mansilla y Emilio Tuñón, obtuvo en 2007 el premio de arquitectura contemporánea de la Unión Europea "Mies van der Rohe". Por aquellas fechas escribí aquí un pequeño texto sobre el edificio, cuyo diseño puedo decir ahora, de primera mano, que no decepcionará al visitante interesado por la arquitectura contemporánea.

Afirman los responsables del MUSAC en su página Web que "posiblemente no es viable hacer un museo del presente" y, sin embargo, esa es la aspiración manifiesta de este centro cultural que se autodefine como "museo del siglo XXI". ¡Curiosa e interesante contradicción! Pero, ¿logra el museo resolverla? A mi juicio, sólo a medias, porque algunas de las exposiciones que mostraba en días pasados resultan de escaso nivel (como ocurre con la muy irregular y excesiva de "la pintura y la furia", de Jorge Galindo, quien de una sola tacada ha logrado colgar un ingente número de obras en un mismo museo), de ningún nivel (como ocurre con la, digamos, instalación del colectivo danés A Kassen) o, simplemente, no tienen nada que ver con el arte (caso de "las nuevas rutas de la seda" del surcoreano Kyong Park).


Sin embargo, el museo alojaba también una muy interesante exposición de Ugo Rondinone, un artista suizo (1964) afincado en Nueva York, donde pude ver alguna obra suya hace poco tiempo. En esta ocasión, y bajo el título de "la noche de plomo" las obras de este artista ocupaban cuatro salas del museo. Tres de ellas atrajeron especialmente mi interés. En la primera encontré seis espectaculares esculturas: unos olivos blancos, junto a la única intromisión de una bombilla de gigantesco tamaño. Una curiosa reflexión sobre el paisaje mediterráneo y una clara llamada de atención sobre un árbol lleno de ancestrales connotaciones en nuestra cultura.

Ugo Rondinone: "La noche de plomo". (Izquierda: olivos. Inferior derecha: el firmamento en cuadros).


Más allá, otra sala mostraba cuadros de gran formato, puros abstractos de fondo negro que el pintor había completado con manchas blancas dispersas realizadas con aerosol, a modo de estrellas en el firmamento nocturno, que parecían envolver la escultura de un payaso  tirado en el suelo. Por último, una tercera sala presentaba cinco grandes esculturas realizadas en hormigón con incrustaciones de cantos rodados, cuyas sinuosas formas evocan las producidas por los agentes erosivos naturales y especialmente esos conglomerados de roca que muchas veces encontramos a la orilla del mar.


Así pues, las propias raíces de nuestra civilización (simbolizadas en el olivo), la pequeñez del individuo ante el cosmos (con ese payaso abrumado ante el cielo nocturno) y las propias fuerzas de la naturaleza (con esas esculturas a modo de gigantescas rocas naturales) son los elementos esenciales de esta propuesta artística de Ugo Rondinone, cuyo trabajo me ha hecho reconciliarme con los centros artísticos que, como éste del MUSAC, pretenden musealizar el presente, aunque sea, como en este caso, recurriendo a temas ancestrales. En todo caso, y a fin de cuentas, las preocupaciones del arte son siempre las mismas, desde la época de la pintura rupestre, y sólo cambian los formatos. No podría ser de otra manera.

Ugo Rondinone: "la noche de plomo" (Scholar rocks).

Sobre la obra de Ugo Rondinone tenéis amplia información en la Web del MUSAC. Ved otras obras suyas en este enlace. Por mi parte agradezco a quienes me acompañaron su paciencia conmigo en el Museo. 

26 noviembre 2009

ALEJANDRO SCHMITT

NEOEXPRESIONISMO DE LA TIERRA


Hace ya algo más de cien años que el expresionismo tomó carta de naturaleza entre las corrientes de vanguardia que caracterizaron la pintura en las primeras décadas del siglo XX. Más aún, aquella forma de pintar, prefigurada en la obra de Munch y Ensor, acabó por convertirse, de la mano de los grupos El Puente y el Jinete Azul y de sus continuadores, en una de las vías más adecuadas para mostrar a la sociedad la visión que desde la pintura se tenía acerca de los problemas de la propia existencia humana en la sociedad contemporánea; una vía que concebía el arte como medio para expresar emociones y sentimientos agónicos, recurriendo para ello a elementos tan relevantes como la distorsión de la figura o el uso de colores intensos.

Desde luego, aquellos postulados iniciales se vieron plenamente confirmados por el devenir histórico de un siglo plagado de muerte, violencia y destrucción. En tales coordenadas, la pintura expresionista no cesó de evolucionar al compás de la propia centuria y supo reinventarse a sí misma en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial con la aparición del expresionismo abstracto, en los EE.UU., y del informalismo en los países europeos. En ambos casos, la renuncia a los elementos figurativos en el discurso pictórico era una característica compartida por estos artistas que trataron de combinar la manifestación de sus ideas sobre el mundo y sus problemas con la pura abstracción.


En todo caso, y para lo que más adelante apuntaremos, conviene dejar claro ahora que el expresionismo, en cualquiera de sus formas, recurrió a menudo a inspirarse en la naturaleza, cuando no recurrió a ella como objeto de su representación, de manera que no resulta raro encontrar paisajes u otros temas naturales en cuadros de Nolde y de Kirchner o en los de Kandinsky y Marc. Incluso los propios expresionistas abstractos norteamericanos no fueron ajenos a la influencia de ciertos elementos naturales en unas obras que se postulaban por completo ajenas a toda figuración. Desde luego, no se trata en este caso de una naturaleza sometida a la visión paisajística, sino de otra bien distinta, vinculada a fuerzas telúricas primigenias. Esas que hacían decir a Clyfford Still que “el color podría llegar a las entrañas de un hombre, quemándolo” o a Mark Rothko defender la idea de que en sus cuadros los colores estaban tan comprimidos como gases a punto de estallar.


Sin embargo, en las últimas décadas del siglo el desarrollo de una nueva corriente neoexpresionista supuso el retorno a cierto tipo de pintura figurativa, con lo que la representación explícita del paisaje, aunque fuese desde un punto de vista muy especial, muchas veces cercano a la desolación, cobró nuevo vigor. Y de esta manera hemos llegado al siglo XXI: la plástica expresionista ha mantenido todo su vigor, ha sabido renovarse y se dispone hoy a seguir mostrando al mundo su peculiar visión desgarrada de la realidad.

En esa corriente neoexpresionista podemos encuadrar la obra del pintor Alejandro Schmitt, aunque su opción en este ámbito sea, como veremos a continuación, tan tremendamente personal que lo dota de un estilo bien definido en el que la voz de la naturaleza (no su mera representación) juega un papel de primera magnitud.

La biografía de Schmitt no es fácil de resumir en pocas líneas. Ninguna vida lo es, pero quizás menos la de este pintor nacido en 1960 en la argentina ciudad de Rosario que pasó casi la primera mitad de su existencia recorriendo el mundo: en sus primeros años al amparo de una familia interesada en los viajes; más adelante como joven reportero fotográfico al servicio de diversas revistas y agencias. Algo, mucho tal vez, ha quedado de esa etapa de su vida en Alejandro Schmitt, porque no sólo conserva una pasión por la fotografía que se inició en su infancia (es bien sabido que esa es una pasión que dura lo mismo que la propia existencia), sino que la continúa ejerciendo por pura necesidad vital, como ocurre siempre con los buenos fotógrafos.

Sin embargo, el destino quiso que Schmitt llegase a la ciudad de Murcia en un lejano día de 1986, y allí reside desde entonces. A esas alturas, y abocado ya a la treintena, Schmitt había cursado estudios de periodismo y acabaría por doctorarse en filosofía económica sin dejar por ello de sentirse atraído por la fotografía. Y no solo eso: hacia 1989 efectúa su primera incursión en el campo de la pintura, proceso que aborda de una manera completamente autodidacta. Opta además por el camino de la abstracción matérica y un cierto éxito acompaña a sus primeras exposiciones, en las cuales invita al espectador a traspasar esa barrera invisible que nos hace permanecer alejados unos centímetros de la obra que contemplamos. Antes al contrario, el pintor quiere que el observador rompa la distancia, que toque el cuadro, que su tacto se impregne de la textura de la obra y que el color y la luz puedan ser también percibidos desde la propia epidermis de quien lo disfruta.


Por esta vía, la pintura de Schmitt fue ampliando progresivamente su campo de difusión: hubo más exposiciones y llegó a mostrar sus cuadros, junto a algunas de sus fotografías, en dos muestras colectivas en Nueva York, allí donde todo artista actual presupone que se encuentra el supremo éxito. Es justo entonces cuando, como si revisitásemos la trayectoria de Man Ray, sucede lo imprevisible. El pintor se aleja voluntariamente de esa lucha que supone para un joven artista conseguir que su obra se abra camino entre la multitud de propuestas del mercado artístico. Durante un largo periodo abandona por completo la pintura y vuelve a concentrarse en la fotografía. Más adelante retomará de nuevos los pinceles, pero lo hará en la soledad de su taller murciano, sin mostrar interés alguno en que lo que hace sea conocido por el público, situación ésta que se extiende a lo largo de casi trece años.

Afortunadamente, sabemos bien que en la vida nada es del todo inmutable y a finales de 2008, superado este largo periodo de silencio, el pintor recobra el interés en que su obra sea conocida. Así que regresa de nuevo al mundo de las exposiciones y lo hace con una muestra individual en Madrid, presentando una serie de cuadros a los que titula “apuntes del sur del sur”. A ese grupo de obras pertenecen todas las imágenes que acompañan este comentario. Ya señalé más arriba cómo a fines del siglo pasado el neoexpresionismo había recobrado el interés por un cierto tipo de figuración y cómo la naturaleza se convirtió en una temática frecuente en esa corriente pictórica. En este movimiento debemos insertar esta serie de pinturas de Schmitt, tanto por el estilo que en ellas nos muestra como por el tema común a todas ellas: la naturaleza.

Afirma el propio autor que con esta serie de obras ha pretendido “mostrar las heridas que estamos haciendo a la tierra”, renunciando motu proprio a toda intención de llevar a sus lienzos paisajes bucólicos. Para ello, ha recorrido la geografía murciana, buscando aquí y allá esas heridas abiertas en el medio natural. Pero el factor antrópico en estos cuadros resulta más intuido que mostrado. Tal vez un pozo, las huellas de un incendio o los viejos surcos de un arado hagan referencia a ello, aunque sería más correcto afirmar que la presencia humana acaba por devenir en inquietante ausencia.

Así pues, el pintor ha realizado en los “apuntes del sur del sur” un novedoso recorrido: situado ante estos paisajes ha renunciado de alguna manera a llevar al cuadro lo que ellos mismos le evocaban. Tal vez entroncando con el silencio en el que se instaló su obra durante el largo periodo al que antes hicimos referencia, ha procurado dejar que sea la misma naturaleza la que nos hable, la que exprese sus propias emociones ante nuestra constante intromisión. Podríamos decir que nos encontramos ante un telúrico lenguaje expresionista que procura dar voz a la propia tierra para que sea ésta la que ahora nos cuente de manera visual, por sí misma y casi a gritos, su propia visión del problema. Por ello esas heridas en la superficie, esos caminos que parecen retorcerse junto al precipicio, esos vórtices que parecen llevarnos directamente al abismo, al desgarro, o esas aguas que se ondulan hasta hacer que sus bordes parezcan acerados. O esos ojos de la tierra que parecen mirarnos con tristeza infinita, ya casi apagados de dolor. Elementos todos que nos exigen una reflexión sobre nuestro entorno y la acción que sobre él ejercemos, pero que al mismo tiempo nos invitan con desgarrada ternura, en aparente contradicción, a una mirada más limpia y serena sobre el planeta.


En todo caso Schmitt no se ha limitado a ser un mero notario del mensaje de la tierra. Ha ilustrado sus contenidos con la fuerza de la luz y del color, empleando una paleta que sorprende por su vigor, atreviéndose en algún caso a recurrir casi a la monocromía y combinando tonalidades sugerentes, siempre en una austera gama cromática que conviene al mensaje que se quiere transmitir. No hay concesiones a lo superfluo en estos cuadros de formato considerable que atraen por la fuerza de sus contenidos y que provocan cierta inquietud en quien se detiene a contemplarlos sosegadamente. A fin de cuenta se trataba de dejar en ellos expresarse, por sí misma, a la naturaleza. Una naturaleza expresionista. Un expresionismo natural.

Para más datos, leed esta entrevista a Alejandro Schmitt publicada en el diario La Verdad, de Murcia.

19 septiembre 2009

XEVI VILARÓ

REALISMO POP

Abrimos las fuentes del juicio.
Aquellas que fueron cerradas por los desterrados.
Abramos también las fuentes de los sentimientos, de las lágrimas de agua dulce que fueron filtradas para así poder regar los campos del interior. Despiértame cuando dejen de crecer dirección río abajo.


Me remite el texto que figura más arriba el artista gerundense Xevi Vilaró (1975), a quien le he solicitado que tratase de explicarme, aunque fuese en pocas palabras, el sentido de su obra y la temática en la que centra su labor. Así que me encuentro ante unas líneas que tienen claras resonancias poéticas, que nos hablan de sentimientos, de lágrimas y de sueños. Algunas claves, en suma, para aproximarse a unas obras de las que he leído en algún sitio que se encuadrarían dentro de un cierto realismo mágico, pero que a mi me parecen más cercanas a lo que, tal vez, podría calificarse como realismo pop: los fondos en vivos colores, el claro trazado de las siluetas de esos anónimos personajes (muchas veces sin rostro) que pueblan los cuadros de Vilaró o la concepción urbana de la escena de muchos de sus cuadros remitirían a esa tendencia, sin que nos olvidemos del hecho de que en algunas de tales escenas apreciamos elementos bien queridos por el surrealismo.

En todo caso, la de Vilaró parece una pintura realizada con fuerte personalidad, que no deja de estar presente en las distintas series temáticas en las que su obra podría ser dividida. Singularidad incluso desde el punto de vista formal, porque el artista emplea una técnica poco usual, al trabajar muchos de sus cuadros empleando óleo sobre metacrilato retroiluminado, que no sé bien en qué consiste, pero que me evoca esa película de Woody Allen en la que un visitante del infierno encuentra allí, en eterna condenación, al inventor del metacrilato. En este caso, parece que este interesante pintor saca al triste metacrilato de tan cruel destino y lo reivindica como soporte de la expresión artística, ya sea en formatos de gran tamaño o en atractivos tondos.















Xevi Vilaró se inició en la pintura a los diecinueve años y hace ya más de diez que se dedica a ella de manera profesional. Su obra se cuelga cada vez en más galerías, tanto europeas como americanas, y creo que puede asegurarse un buen futuro para este artista que se apresta a alcanzar la madurez dejándonos en el camino su peculiar visión de las gentes que pueblan nuestros paisajes urbanos. Hay mucho de retrato psicológico en las obras de Vilaró, independientemente de que el personaje posea rostro o carezca de él. En todo caso, ahí podríamos estar todos nosotros. Los seres anónimos de las grandes ciudades del siglo XXI.
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Xevi Vilaró tiene una interesante página Web, con galerías de su obra y otras informaciones. En este vídeo del tubo el pintor nos explica, en catalán, alguna de sus obras.

08 agosto 2009

LA PINTURA DE MARC MONTIJANO

INDAGANDO EN LO SENCILLO

Hace ya casi dos años, un joven residente en Málaga envió un correo electrónico al buzón de ENSEÑ-ARTE. Marc Montijano se presentaba como director de Homines.com, una Web a la que calificaba como un amplio y visitado portal cultural en castellano, solicitando mi colaboración en la página. Interesado como estoy en la difusión del Arte, sobre todo cuando las iniciativas parten de jóvenes, no dudé en aceptar la propuesta y desde entonces han sido varias las veces en la que he enviado artículos a Homines, también publicados en este blog.

Superior. Marc Montijano. Izquierda: "Opinión" (2004). Derecha: "Bailarina" (2004).
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Nació así una colaboración virtual que se ha ceñido siempre a los temas relacionados con la Historia del Arte. Sin embargo, hace unos meses descubrí de manera prácticamente casual que mi interlocutor, de profesión historiador del arte, no sólo ejerce de director de ese joven portal, sino que también se dedica directamente al arte. Efectivamente, Marc Montijano (1978), siguiendo la vocación paterna, practica de manera habitual la pintura e incluso, en ocasiones, hace incursiones en otras formas de expresión plástica. Y como ya he hecho otras veces en el blog en relación con jóvenes artistas, dejo aquí constancia de esa dedicación; en este caso convencido, aún sin haber visto todavía en directo ninguna obra del autor (cuestión que espero resolver en unos meses), que se trata de una propuesta con la suficiente personalidad, de una mirada específica y reflexiva con puntos de vista bastante interesantes.

Marc Montijano. Izquierda: "22 de abril" (2004). Derecha: "El café" (2004).

Por lo que he podido ver en el propio blog del artista, Montijano practicó hasta hace algún tiempo una pintura figurativa, en la que las conexiones con los postulados expresionistas son bastante evidentes, siendo fácilmente perceptible, incluso, un homenaje a la época azul de Pablo Picasso. No en balde, el autor reside habitualmente en Málaga. Trabajando en series, el pintor nos ofrece un abanico de "retratos del alma" en personajes singulares a los que dota de una mirada casi común que más bien podríamos calificar de "no mirada", como si cada individuo practicase una rotunda introspección que le lleva a aislarse por completo del mundo exterior y en un acto reflejo cerrase los ojos ante el vacío que le rodea.

Marc Montijano: "Crucifixión 4" (2007).

Sin embargo, más recientemente Marc Montijano ha dado una vuelta de tuerca a su pintura y se ha adentrado en un tipo de obras que él mismo califica como propias de la "abstracción matérica". Manteniendo su interés por lo temático, la serie "Crucifixión" nos muestra unas propuestas formales de acusada sencillez, centradas en torno a la cruz como motivo central, en lo que el mismo autor califica como tema de carácter religioso. Sin embargo, es obvio que la cruz, pese a su evidencia simbólica, trasciende el aspecto puramente religioso y se convierte en un motivo de amplio significado cultural, de múltiples lecturas. A mi juicio, y a la vista de las obras, las cruces de Montijano, más que un texto, son un pretexto para el análisis de valores esenciales que queda completado en muchas obras con la presencia de cuerdas entrecruzadas. Cruces sobre cruces que parecen irse acercando de manera progresiva a un expresionismo minimalista con una interesante tendencia a la monocromía, en la que únicamente se echan de menos formatos de mayor tamaño.Tal vez sea esa la intención fundamental de estas series de Montijano: abandonar todo lo innecesario para profundizar en una indagación de lo sencillo. Ya es bastante.


















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Marc Montijano. Izquierda: "Crucifixión 11" (2008). Centro: "Crucifixión Ecce Homo I" (2009). Derecha "Crucifixión 19" (2008).

Podéis ver más obras de Marc Montijano en el propio blog del artista. Leed además la entrevista sobre su trayectoria y sus inquietudes que figura en Homines.

01 agosto 2008

SHEN JINGDONG

TRIBULACIONES DE UN CHINO EN CHINA
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No cabe duda de que China se encuentra muy de moda últimamente. Su potencial demográfico, el despegue económico del país y la consecuente invasión de productos chinos en todas partes del mundo contribuyen también a ello.
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Shen Jingdong: "Héroe Nº 17" (2007). "Héroe Nº 9" (2007).
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Por si fuera poco la celebración de los Juegos Olímpicos de Pekín va a dar ocasión a las cadenas de televisión de todo el mundo de mostrarnos las diversas facetas del inmenso cambio experimentado por ese país en los últimos veinte años.

En este contexto, también está surgiendo un arte chino que llama con fuerza a las puertas de los circuítos artísticos de los países desarrollados. Un ejemplo de ello es la obra del pintor y ceramista Shen Jingdong (1965), que puede ahora contemplarse en Nueva York. Este artista concluyó sus estudios en 1991 y posteriormente pasó dieciséis años como miembro de una compañía de teatro de las fuerzas armadas. Es evidente que tanto tiempo entre los espadones debe dejar alguna huella y esto es perceptible claramente en la obra de Shen, quien ha realizado series enteras de cuadros cuyos protagonistas son soldados chinos. Y por si no fuera bastante con la pintura, también ha representado a militares en cerámica y otros materiales.

Shen Jingdong: "Cinco camaradas" (2008).
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Desde el triunfo de la revolución maoísta en 1949, se ha considerado que el ejército popular de liberación chino (ese es su nombre oficial) ha sido el eje central de la sociedad comunista, la quintaesencia de la defensa de los valores de esa nueva sociedad pretendidamente igualitaria. El soldado ha tenido en China, por lo tanto, el valor de un símbolo; un ejemplo de esos héroes populares que tanto gustaban al maoísmo.
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Shen Jingdong: "Marina, Ejército, Fuerzas Aéreas" (2007).

Shen Jingdong: "Héroe" (2007). Cerámica.
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Pero, ¿qué soldados son estos que nos muestra Shen Jingdong en sus obras? Formalmente, más que símbolos del ejército comunista parecen iconos del arte pop, tanto por la concepción y composición como por los colores empleados. De modo que podemos apreciar un cierto tono irónico en las obras de este artista chino quien, de hecho, ha visto ya como alguna de ellas era censurada por el gobierno de su país.
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¿Quién sabe? Tal vez el artista reflejó los soldados que vio durante su larga estancia en el ejército. Tal vez se representó a sí mismo, algo robotizado por las rutinas inherentes al aparato militar. Por eso su obra quizás vez sea un ejemplo de los vientos de cambio que van a seguir soplando en China, en todos los sentidos. Aunque las autoridades no quieran enterarse.
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Podéis ver más obras de Shen Jingdong en esta web y en la página de la galería ChinaSquare de Nueva York, a la que agradezco la información sobre la exposición que allí va a celebrarse.

08 noviembre 2007

SERY C

CUANDO LOS PERROS MEAN POR LAS ESQUINAS

He visitado hace poco en Salamanca el centro cultural DA2, unos de esos lugares que ahora proliferan por nuestra geografía tratando de acercar el arte a todas partes. Pero el arte es caro y la demanda mucha, de manera que frecuentemente en estos nuevos espacios de arte y cultura es difícil encontrar ofertas de interés y suficiente nivel. Ocurre esto en el DA2, o al menos así me lo pareció. Sirva como ejemplo una videoinstalación dedicada al inefable hecho de ver como un automóvil arrastra por el suelo a una guitarra a cierta velocidad, hasta que el instrumento acaba completamente destrozado tras catorce minutos de frenesí. Luego, el artista nos cuenta que con eso quiere evocar un linchamiento ocurrido en EE.UU., donde un negro fue arrastrado hasta morir por una pandilla de desquiciados blancos racistas. Pero, para eso, puede haber mejores medios de expresión. En fin, el arte, desde luego, se basa en la libertad.

Arriba: el artista junto a una de sus obras en Salamanca. Abajo: dos imágenes más de la exposición.

Entre tanta mediocridad como vi en el DA2 un par de cosas sí llamaron mi atención. Me ocupo ahora de la obra de Sery C, un artista austriaco, de edad madura y decano de la facultad de Arte de Dresde (debo estos datos y la cortesía de algunas de las fotos que acompañan al texto a una periodista de la ciudad) que presentaba la exposición "un perro está meando en cada esquina". Conocida es esa tendencia canina, aunque aún no he logrado descifrar porqué se ha elegido ese título. Nueva apelación a la libertad creadora.

Este artista parece dedicarse a la pintura, pero desde un punto de vista muy especial. Así, trabaja con goma industrial, un material que, en caliente, puede manejarse con cierta facilidad y que cuando se enfría adquiere esa textura tan especial, casi resbaladiza, quedando ya lista para ser pintada. Por otra parte, con esta técnica, rompe el formato habitual de la pintura, elimina el concepto de marco espacial y hace que su obra invada el espacio que parece corresponder al espectador, en medio de un cierto desorden intencionadamente buscado.

Para definir su propuesta, ciertamente original, Sery C emplea términos como deconstrucción del espacio pictórico y proceso performativo. Los objetos que aparecen en algunas de sus obras son vistos como elementos amalgamados a los que una especie de segunda piel les da una cierta personalidad individualizadora, que queda resaltada por el empleo de tonalidades brillantes. No me cabe duda de que Sery C es un teórico del arte que ha debido reflexionar sobre una manera de aportar originalidad y punto de vista personal a la realización pictórica. Pero sigo sin saber porqué hay un perro meando en cada esquina.
Sery C: "Damas y caballeros".

05 noviembre 2007

LA PINTURA DE PAULA MARTINS

EL ABSTRACTO POÉTICO
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Ocurre que a veces la vida nos proporciona sorpresas por completo inesperadas. En ocasiones, tales sorpresas llegan de manera virtual, a través de Internet. Ya nos ha sucedido antes en ENSEÑ-ARTE y ahora, de nuevo, vuelve a ocurrir.
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Hace unos días se puso en contacto con el correo del blog una artista mejicana, para agradecernos el trabajo que hacemos desde aquí. Al mismo tiempo, nos invitaba a visitar dos de sus blogs. Hasta ahí los hechos. Descubro de esta manera a Paula Martins, una pintora fascinante, una fotógrafa genial y una profesora de técnicas artísticas, con verdadera vocación docente, de esas que sabe transmitir a sus alumnos la capacidad creadora y el ansia de expresarse mediante la forma y el color.

Paula Martins: "Hay tantas otras cosas".

PAULA MARTINS nace en Lisboa (1958) pero por razones familiares vive desde 1980 en la ciudad de Hermosillo, capital del estado de Sonora, en México. Es psicóloga y ha realizado diversos estudios relacionados con el arte, en general, y la pintura, en particular. Según creo, comenzó a exponer sus obras a finales de los años 70 mientras se incrementaba paralelamente su vocación artística, formalmente vinculada a la pintura abstracta.

No conozco a Paula Martins y no he podido ver sus obras más que a través de las fotografías que ella misma ha colocado en INTERNET. Tampoco tengo muchos datos sobre la ciudad en la que vive y trabaja nuestra artista, más allá de los tópicos de que se encuentra frente a la península de California y junto al famoso desierto de Sonora. Sin embargo estoy convencido de que si Paula Martins viviese en una gran capital europea, si dispusiese de acceso a los grandes circuitos artísticos, su obra tendría una mayor repercusión y más amplio eco de los que actualmente posee.

Paula Martins: "Todos los días" (2002).

Pero, ¿qué hay en la pintura de Paula Martins que la haga tan especial, tan atrayente? ¿Por qué esa capacidad de atrapar al espectador y envolverlo en los suaves ritmos de sus formas abstractas? ¿No está ahora el abstracto en una cierta decadencia? La respuesta a estas cuestiones es complicada. En los pocos cuadros de esta artista que he podido ver se adivina honestidad en la propuesta pictórica, interés extremo por las formas y los colores y, sobre todo, un neto predominio de lo anímico. Esto último es, sin duda, lo que da un carácter diferente a la pintura de Paula Martins. Lo cual nos lleva a una pregunta más: ¿qué situaciones anímicas son esas que se muestran en sus obras?
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A riesgo de equivocarme, diré que esta mujer que lee a Torga y a Galeano, que confiesa su rendida admiración por Klee y Kandinsky imprime a sus cuadros un ritmo fuertemente poético, que pone el acento en una lírica y a la vez peculiar visión en la que los sentimientos, las emociones e incluso la más fugaces impresiones encuentran acomodo. Podría decirse que la artista pinta con el alma, como sólo hacen los artistas de verdad. Y, en este caso, esa alma está llena de poesía. El abstracto poético, en suma, de la mano de una pintora mejicana. Ojalá nos deje ver muchas más de sus obras, para que todos podamos crecer y madurar con ellas. Para que nos hagan mejores de lo que somos.
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Para aproximarnos a la pintura de esta artista singular, nada mejor que visitar sus dos emocionantes blogs: el primero, de una gran riqueza visual y poética. En el segundo, nos muestra su increible labor como profesora de artes. Además, la pintora expone actualmente su colección "sorpresas sencillas". Además, aquí hay una pequeña carpeta virtual de Paula Martins. Finalmente, yo mismo he publicado un artículo algo más extenso sobre la artista en el portal Homines, de arte y cultura, que podéis consultar pinchando aquí.
 

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