25 septiembre 2014
LOS CARTELES DEL FESTIVAL DE CINE EUROPEO DE SEVILLA
07 enero 2010
UGO RONDINONE
Ugo Rondinone: "La noche de plomo". (Izquierda: olivos. Inferior derecha: el firmamento en cuadros).
Ugo Rondinone: "la noche de plomo" (Scholar rocks).
26 noviembre 2009
ALEJANDRO SCHMITT
Hace ya algo más de cien años que el expresionismo tomó carta de naturaleza entre las corrientes de vanguardia que caracterizaron la pintura en las primeras décadas del siglo XX. Más aún, aquella forma de pintar, prefigurada en la obra de Munch y Ensor, acabó por convertirse, de la mano de los grupos El Puente y el Jinete Azul y de sus continuadores, en una de las vías más adecuadas para mostrar a la sociedad la visión que desde la pintura se tenía acerca de los problemas de la propia existencia humana en la sociedad contemporánea; una vía que concebía el arte como medio para expresar emociones y sentimientos agónicos, recurriendo para ello a elementos tan relevantes como la distorsión de la figura o el uso de colores intensos.
La biografía de Schmitt no es fácil de resumir en pocas líneas. Ninguna vida lo es, pero quizás menos la de este pintor nacido en 1960 en la argentina ciudad de Rosario que pasó casi la primera mitad de su existencia recorriendo el mundo: en sus primeros años al amparo de una familia interesada en los viajes; más adelante como joven reportero fotográfico al servicio de diversas revistas y agencias. Algo, mucho tal vez, ha quedado de esa etapa de su vida en Alejandro Schmitt, porque no sólo conserva una pasión por la fotografía que se inició en su infancia (es bien sabido que esa es una pasión que dura lo mismo que la propia existencia), sino que la continúa ejerciendo por pura necesidad vital, como ocurre siempre con los buenos fotógrafos.
Sin embargo, el destino quiso que Schmitt llegase a la ciudad de Murcia en un lejano día de 1986, y allí reside desde entonces. A esas alturas, y abocado ya a la treintena, Schmitt había cursado estudios de periodismo y acabaría por doctorarse en filosofía económica sin dejar por ello de sentirse atraído por la fotografía. Y no solo eso: hacia 1989 efectúa su primera incursión en el campo de la pintura, proceso que aborda de una manera completamente autodidacta. Opta además por el camino de la abstracción matérica y un cierto éxito acompaña a sus primeras exposiciones, en las cuales invita al espectador a traspasar esa barrera invisible que nos hace permanecer alejados unos centímetros de la obra que contemplamos. Antes al contrario, el pintor quiere que el observador rompa la distancia, que toque el cuadro, que su tacto se impregne de la textura de la obra y que el color y la luz puedan ser también percibidos desde la propia epidermis de quien lo disfruta.
Afortunadamente, sabemos bien que en la vida nada es del todo inmutable y a finales de 2008, superado este largo periodo de silencio, el pintor recobra el interés en que su obra sea conocida. Así que regresa de nuevo al mundo de las exposiciones y lo hace con una muestra individual en Madrid, presentando una serie de cuadros a los que titula “apuntes del sur del sur”. A ese grupo de obras pertenecen todas las imágenes que acompañan este comentario. Ya señalé más arriba cómo a fines del siglo pasado el neoexpresionismo había recobrado el interés por un cierto tipo de figuración y cómo la naturaleza se convirtió en una temática frecuente en esa corriente pictórica. En este movimiento debemos insertar esta serie de pinturas de Schmitt, tanto por el estilo que en ellas nos muestra como por el tema común a todas ellas: la naturaleza.
Afirma el propio autor que con esta serie de obras ha pretendido “mostrar las heridas que estamos haciendo a la tierra”, renunciando motu proprio a toda intención de llevar a sus lienzos paisajes bucólicos. Para ello, ha recorrido la geografía murciana, buscando aquí y allá esas heridas abiertas en el medio natural. Pero el factor antrópico en estos cuadros resulta más intuido que mostrado. Tal vez un pozo, las huellas de un incendio o los viejos surcos de un arado hagan referencia a ello, aunque sería más correcto afirmar que la presencia humana acaba por devenir en inquietante ausencia.
Así pues, el pintor ha realizado en los “apuntes del sur del sur” un novedoso recorrido: situado ante estos paisajes ha renunciado de alguna manera a llevar al cuadro lo que ellos mismos le evocaban. Tal vez entroncando con el silencio en el que se instaló su obra durante el largo periodo al que antes hicimos referencia, ha procurado dejar que sea la misma naturaleza la que nos hable, la que exprese sus propias emociones ante nuestra constante intromisión. Podríamos decir que nos encontramos ante un telúrico lenguaje expresionista que procura dar voz a la propia tierra para que sea ésta la que ahora nos cuente de manera visual, por sí misma y casi a gritos, su propia visión del problema. Por ello esas heridas en la superficie, esos caminos que parecen retorcerse junto al precipicio, esos vórtices que parecen llevarnos directamente al abismo, al desgarro, o esas aguas que se ondulan hasta hacer que sus bordes parezcan acerados. O esos ojos de la tierra que parecen mirarnos con tristeza infinita, ya casi apagados de dolor. Elementos todos que nos exigen una reflexión sobre nuestro entorno y la acción que sobre él ejercemos, pero que al mismo tiempo nos invitan con desgarrada ternura, en aparente contradicción, a una mirada más limpia y serena sobre el planeta.
En todo caso Schmitt no se ha limitado a ser un mero notario del mensaje de la tierra. Ha ilustrado sus contenidos con la fuerza de la luz y del color, empleando una paleta que sorprende por su vigor, atreviéndose en algún caso a recurrir casi a la monocromía y combinando tonalidades sugerentes, siempre en una austera gama cromática que conviene al mensaje que se quiere transmitir. No hay concesiones a lo superfluo en estos cuadros de formato considerable que atraen por la fuerza de sus contenidos y que provocan cierta inquietud en quien se detiene a contemplarlos sosegadamente. A fin de cuenta se trataba de dejar en ellos expresarse, por sí misma, a la naturaleza. Una naturaleza expresionista. Un expresionismo natural.
19 septiembre 2009
XEVI VILARÓ
Abrimos las fuentes del juicio.
Aquellas que fueron cerradas por los desterrados.
Abramos también las fuentes de los sentimientos, de las lágrimas de agua dulce que fueron filtradas para así poder regar los campos del interior. Despiértame cuando dejen de crecer dirección río abajo.
08 agosto 2009
LA PINTURA DE MARC MONTIJANO
Marc Montijano. Izquierda: "Crucifixión 11" (2008). Centro: "Crucifixión Ecce Homo I" (2009). Derecha "Crucifixión 19" (2008).
Podéis ver más obras de Marc Montijano en el propio blog del artista. Leed además la entrevista sobre su trayectoria y sus inquietudes que figura en Homines.
01 agosto 2008
SHEN JINGDONG
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Shen Jingdong: "Héroe" (2007). Cerámica.
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08 noviembre 2007
SERY C
Arriba: el artista junto a una de sus obras en Salamanca. Abajo: dos imágenes más de la exposición.
Entre tanta mediocridad como vi en el DA2 un par de cosas sí llamaron mi atención. Me ocupo ahora de la obra de Sery C, un artista austriaco, de edad madura y decano de la facultad de Arte de Dresde (debo estos datos y la cortesía de algunas de las fotos que acompañan al texto a una periodista de la ciudad) que presentaba la exposición "un perro está meando en cada esquina". Conocida es esa tendencia canina, aunque aún no he logrado descifrar porqué se ha elegido ese título. Nueva apelación a la libertad creadora.
Este artista parece dedicarse a la pintura, pero desde un punto de vista muy especial. Así, trabaja con goma industrial, un material que, en caliente, puede manejarse con cierta facilidad y que cuando se enfría adquiere esa textura tan especial, casi resbaladiza, quedando ya lista para ser pintada. Por otra parte, con esta técnica, rompe el formato habitual de la pintura, elimina el concepto de marco espacial y hace que su obra invada el espacio que parece corresponder al espectador, en medio de un cierto desorden intencionadamente buscado.
05 noviembre 2007
LA PINTURA DE PAULA MARTINS
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Paula Martins: "Hay tantas otras cosas".
PAULA MARTINS nace en Lisboa (1958) pero por razones familiares vive desde 1980 en la ciudad de Hermosillo, capital del estado de Sonora, en México. Es psicóloga y ha realizado diversos estudios relacionados con el arte, en general, y la pintura, en particular. Según creo, comenzó a exponer sus obras a finales de los años 70 mientras se incrementaba paralelamente su vocación artística, formalmente vinculada a la pintura abstracta.