Dicen los que han subido al Everest que desde allí puede divisarse medio mundo. Pero no todos podemos acercarnos al Himalaya y experimentar esa sensación tan extrema. Ahora bien, en España hay numerosos lugares en los que las perspectivas que desde ellos se divisan son verdaderamente inolvidables. Es más, en algunos casos en lo alto de esas elevaciones se combinan la naturaleza y el Arte; sabida es la tendencia humana a dejar hitos de su presencia que sean bien visibles desde sitios alejados.
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Uno de esos enclaves, de esos emblemas en el paisaje, se encuentra en el municipio de Montellano, al sur de la provincia de Sevilla. Me refiero al castillo de Cote, asentado en la cima de un monte de algo más de 500 metros de altitud. Desde allí, la vista recibe, en segundos, una verdadera lección de historia y geografía. Subiendo a Cote puede comprenderse de golpe porqué la Reconquista se detuvo en el siglo XIII cerca de estas tierras y cómo, para las gentes del antiguo reino de Sevilla, se configuró una zona que acabó recibiendo el nombre de banda morisca, por su proximidad a los dominios del sultanato nazarí de Granada. Una verdadera zona de frontera entre dos mundos, el cristiano y el musulmán, en la España bajomedieval, lo que explica la abundancia de torres atalayas y castillos que jalonan la separación entre la depresión del Guadalquivir y las cordilleras Béticas.
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Aunque quedan claras evidencias de un importante poblamiento islámico anterior, lo que nos conduce a Cote, lo que nos ha llevado varias veces hasta lo alto del promontorio en compañía de buenos amigos, es un castillo que consta de un recinto exterior y una torre peculiar, asentada sobre un poderoso basamento de cantería y levantada a comienzos de la segunda mitad del siglo XIII. La torre presenta una estructura prácticamente desconocida en España, un unicum que hace más atractiva aún, si cabe, la visita. Se trata de un donjon, palabra francesa con la que se designa a las torres que albergan una función especial, como pueden ser la de alojamiento nobiliar o el uso religioso del espacio.
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El de Cote es un castillo con planta tetrabsidal que fue empleado como capilla; una perfecta cruz griega cuyos cuatro ábsides ultrasemicirculares se cubren con bóvedas de crucería nervadas. Salvo el piso de la cubierta superior, el espacio es de planta única y presenta muros lisos en los que las impostas son especialmente visibles. De este modo se consigue un ambiente interior muy interesante: arcos apuntados con más de once metros de altura descargan en muros lisos, sin más decoración que la que figura en las claves de las bóvedas y en los capiteles de las columnillas adosadas que recogen el empuje de los arcos.
Se debate aún en qué fechas exactas se construyó el edificio y quién o quiénes lo encargaron. Para unos, debió ser obra del infante Don Enrique, hijo de Fernando III y hermano de Alfonso X; para otros, fue la Orden de Alcántara la responsable de la edificación. En cualquier caso, son evidentes las influencias de castillos franceses e ingleses, alejadas de los modelos de castillos mudéjares que se dieron en esta zona. Pero Cote no es sólo esta pequeña joya gótica de la poliorcética medieval. Es también su paisaje y, sobre todo sus infinitas vistas. La sensación de ser poca cosa en un lugar donde la naturaleza, la historia y el arte se dan la mano. Id a Cote, merece la pena. Bajaréis reconfortados.
La página de este colegio de Montellano ofrece información (algo exagerada) y fotos sobre el castillo de Cote, que puede completarse con la que se encuentra en Sevillapedia. Ficha del monumento y más fotos en la web de castillosnet.
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(Gracias a Pablo por las fotos y a Vicente y los/las demás por la compañía).
2 comentarios:
Gracias a ti. El Castillo de Cote es impresionante, pero con la compañía de amigos como tú, es único.
Vicente, es un placer leerte por aquí. Gracias por tus palabras y saludos muy cordiales,
JDC
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