20 abril 2010

DELACROIX

EL PAISAJE HUMANO

Sucede a veces en el Arte que una determinada obra alcanza mucha mayor trascendencia que el propio artista que la ideó. Cuando el espectador la tiene ante sí la recuerda sin problemas, aunque quizás ignore su título e incluso quién fue su creador. Esta afirmación puede aplicarse a unos de los cuadros de Eugène Delacroix (1798-1863), "la libertad guiando al pueblo", pintado en 1831. Miles de profesores de historia hemos empleado ese cuadro innumerables veces en nuestras clases para tratar de hacer ver a nuestros alumnos cómo se desarrollaron aquellas oleadas revolucionarias que sacudieron Europa occidental en las primeras décadas del siglo XIX, impulsadas por una burguesía que buscaba un lugar al sol en la vieja sociedad estamental que entonces parecía derrumbarse por todas partes. Igualmente, gracias a ese cuadro, cada año decenas de miles de alumnos han podido visualizar la historia y comprender cómo tras los grandes nombres y los grandes acontecimientos  hay siempre individuos anónimos que también hacen la historia y que, a veces, la hacen con H mayúscula.

Eugène Delacroix: "La libertad guiando al pueblo" (1830). París.

Del mismo modo, los profesores que explican Arte emplean ese cuadro de Delacroix desde otra perspectiva: la de tratar de aclarar algunos de los elementos básicos del estilo romántico, entendido como reacción al racionalismo neoclasicista y exaltación a la vez de los sentimientos y las emociones, concretándolos en la idea de libertad. ¿Y qué mejor cuadro puede haber para representar ese concepto que éste de Delacroix, en el que la libertad adquiere los rasgos de una insinuante dama que avanza, bandera tricolor en mano, sobre un suelo de cadáveres y moribundos y dejando atrás un humeante panorama?

Eugène Delacroix. Derecha: "El mar en los altos de Dieppe" (1852). París. Inferior:  "La matanza de Quios" (1824). París.

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Efectivamente, en un solo cuadro Delacroix aunó dos lecciones, las del arte y la de la historia. Pero, hasta cierto punto, su propia vida es también toda una lección. Nació en el seno de una familia de la alta burguesía francesa y en medio de la misma revolución iniciada diez años antes de su llegada al mundo. Formado en un ambiente culto, se dedicó casi por completo al arte desde su primera juventud y en París trabó amistad con otros pintores románticos, incluido el propio Gericault. Encontramos a ambos artistas disfrutando del éxito de su nuevo estilo pictórico años antes de haber entrado en la treintena, cuando muchos aún luchan por abrirse camino en la vida. Así llegamos a los sucesos de 1830 en los que el pueblo francés logró expulsar definitivamente del trono a la absolutista dinastía de Borbón. Nuestro pintor no participó en aquellos días de barricadas, pero optó por ayudar a la revolución aunque fuese a posteriori, dedicándole uno de sus lienzos más famosos. Tanto, que fue adquirido directamente por el estado francés, pasando a formar parte desde entonces de las colecciones públicas.

Eugène Delacroix. Izquierda: "una loca" (1822). Derecha:  "Cristo en la cruz" (1845). Rotterdam.

Pero a Delacroix, como a todos buen romántico, lo exótico y lo misterioso le atraen y ello explica que en 1832 realizase, para no faltar al tópico, un viaje por el norte de África del que además de un sabroso diario son fruto también algunos lienzos. Para entonces ya hacía bastantes años que el pintor había descubierto que también puede haber mucho de misterio y bastante de exotismo en obras de tema histórico, ya fuese apelando a la libertad, a los antiguos asirios o a la epopeya de las luchas del pueblo griego para conseguir su independencia del imperio turco. En nada de ello le faltó destreza pictórica, aplicándose a sí mismo ese principio romántico de la libertad, también para el propio creador.

En fin, es sabido que el paisaje fue unos de los temas predilectos de los pintores románticos, porque en la representación de la naturaleza, muchas veces cambiante y tumultuosa, se sintetizaba mucho de la idea de llevar la emoción y los sentimientos al arte. Pero lo que me resulta especialmente atractivo de este autor fue su descubrimiento de que había un tipo de paisaje especial, que no requería más que poner atención en lo que la historia de cada día iba relatando: el paisaje de los seres humanos luchando por la libertad. Casi siglo y medio después de la muerte de Delacroix ese paisaje tan especial sigue igualmente vigente.

Eugène Delacroix: "Mujeres de Argel" (1834). París.

Hay en París un museo dedicado a Delacroix cuya Web (en francés e inglés) tiene algunas informaciones interesantes sobre el pintor, del cual esta otra página recoge 108 imágenes de sus obras. para acabar, aquí podéis seguir su viaje al norte de África y aquí tenéis un vídeo sobre el famoso cuadro de la libertad..

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Admiro al artista que en verdad le da vida a sus obras, La Libertad guiando al pueblo inclusive me inspira a la valentía. :)

Anónimo dijo...

pintaba bien

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