27 marzo 2009

LOS CAÑOS DE CARMONA

¿UNA RESTAURACIÓN ANÓNIMA?

Los Caños de Carmona: el emblemático acueducto de Sevilla. Probablemente de origen romano, fueron rehechos prácticamente por completo en época almohade. Desde luego las obras debieron ser de gran importancia, porque en el año 1172 acudió a inaugurarlas en persona el califa Abu Yacub Yusuf, quien tanto impulsó las obras públicas en Sevilla y, entre ellas, la construcción de la gran mezquita-aljama.

Tramo de los Caños de Carmona conocido como "Alcantarilla de Las Madejas".

Aquel acueducto no se iniciaba, como por su nombre pudiera creerse, en Carmona, sino en un lugar próximo a la localidad de Alcalá de Guadaira. Desde allí se dirigía hacia Sevilla, haciendo su entrada en la ciudad por la desaparecida puerta de Carmona (de ahí su nombre) y dejando atrás partes de trazado subterráneo, que se combinaban con canalizaciones casi a ras de suelo y con tramos de arquerías a los que, tomando la parte por el todo, suele darse el nombre de acueducto. En este caso se trata de un conjunto que debió tener casi dos km. de largo y unos 400 arcos.

Nos hallamos ante la típica obra almohade de ladrillo, que combina arcos muy rebajados de medio punto con otros de radio menor, entrecruzados. Dependiendo del desnivel, los arcos pueden disponerse en más de una hilada, creando diversas alturas en las que se alojaban dos canalizaciones; una de ellas con atanores cerámicos y la otra, de fábrica, con perfil en U. Todavía a fines del siglo XIX ese acueducto estaba en funcionamiento, transportando al día más de cinco mil metros cúbicos de agua con los que se abastecían, de un lado, el Alcázar y, de otro, el principal depósito de la ciudad. Fue por tanto ya a comienzos del siglo XX cuando un acuerdo municipal condujo a la demolición de los Caños de Carmona, quedando en pie únicamente algunos tramos de escasa longitud, pequeñas muestras de lo que fue, probablemente, el mejor ejemplo de la ingeniería hidráulica almohade.

Uno de esos tramos, el situado en la calle Luis Montoto, de unos 18 metros de longitud y algo más de 7 de altura, sobrevivía a duras penas en una vía de gran tráfico, sometido a la incuria del tiempo y de los humanos y en un avanzado estado de deterioro. Hace unos días se ha concluido un proceso de restauración que ha tendido a recuperar y limpiar lo que quedaba de la fábrica originaria. El proyecto de rehabilitación ha estado a cargo del estudio sevillano que dirige el arquitecto Antonio Cabrera Ponce de León, quien ha concebido una restauración integral y ha introducido un elemento que podemos considerar completamente novedoso entre las soluciones arquitectónicas aplicadas en el casco histórico de Sevilla y sus inmediaciones.

La afortunada intervención ha consistido en el reforzamiento de la estructura almohade mediante la agregación de un pórtico realizado en acero corten, uno de los materiales más empleados en la actualidad, no sólo en arquitectura, sino también en escultura. Pero el refuerzo que este pórtico otorga a los Caños no es, a mi juicio, fundamentalmente arquitectónico. Su mayor acierto consiste en que consigue una elevada visualización de la arquería almohade en un entorno paisajístico en el que hasta el momento pasaba prácticamente desapercibido. La estructura de acero se alza junto a uno de los extremos del acueducto, gira allí en ángulo recto y se introduce en el canal superior, que atraviesa prácticamente sin tocarlo. Cinco arcos después el acero corten resurge del ladrillo y avanza en el aire, evocando el fluido del agua, para caer al suelo y cerrar el conjunto. Resulta del todo evidente el homenaje que el arquitecto ha querido realizar a las estructuras de Richard Serra alzadas con el mismo material. Al mismo tiempo se ofrece un novedoso contraste: el del ladrillo almohade con el industrial acero corten.

Sabemos de sobra que Sevilla es una ciudad en la que las novedades de cualquier tipo no suelen gustar demasiado, máxime cuando se realizan en el casco histórico o en sus zonas aledañas, como es aquí el caso. Pero ya era hora de que alguien se atreviese a desafiar a ese tradicionalismo trasnochado de nuestra ciudad, ofreciendo una muestra de que los elementos contemporáneos pueden combinarse acertadamente con los históricos y que a veces, como ocurre en esta intervención de Antonio Cabrera, ambos salen ganando.

Leía el otro día las crónicas periodísticas de la visita del alcalde de Sevilla a este tramo de los Caños, con la que se daba por finalizado el amplio proceso de restauración. También repasaba la nota oficial de prensa del Ayuntamiento de la ciudad, en cuya primera línea ya se ofrecía el nombre y apellidos del político visitante. Seguía leyendo, pero no encontraba por lado alguno el nombre del arquitecto responsable de ese pórtico que a mi me parece la entrada a gran escala del minimalismo escultórico en la Sevilla del siglo XXI.
Me acordaba entonces de cuando el califa almohade inauguró el conjunto de los Caños de Carmona. De las crónicas conservadas no podemos deducir con absoluta certeza quién dirigió las obras, aunque los textos citan al ingeniero Al Hayy Yais como responsable de la excavación en la que se recuperó parte del trazado romano. 837 años después de su primera inauguración, un alcalde sevillano visita los restos restaurados del monumento que ahora, además de su dimensión histórica y arquitectónica alcanzan también la categoría de escultura urbana monumental. Pero al poder no parece interesarle que se difunda el nombre de quienes aportan ideas para la renovación del paisaje urbano: sólo es necesario que se sepa que un alcalde estuvo allí un ratito y se hizo una foto. Superando con creces al de su antecesor el califa almohade, este poder municipal parece fagocitarlo todo. En el fondo, apenas le importa el Arte. La foto es lo que vale.

Leed sobre los Caños de Carmona la amplia información ofrecida en esta Web. En la Biblioteca Virtual Cervantes podéis descargaros el informe de 1911, realizado cuando se planteó la demolición del acueducto.

7 comentarios:

Miski dijo...

Buena entrada y crítica...
El acabado escultórico me parece original y bello y pareciera que enmarcara al monumento original.
Un saludo.

tayete dijo...

No conocía esta parte de Sevilla (tampoco es que la conozca en profundidad): me gusta el contraste de texturas que crea la parte moderna con la antigua, habrá que hacerle una visita cuando vuelva a tu tierra.

Juan Diego Caballero dijo...

Así es, Miski. Ese pórtico es marco del acueducto y, a su vez, adquiere una dimensión propia.
Saludos cordiales
JDC

Juan Diego Caballero dijo...

Te pasa con Sevilla, tayete, como a mi con Valladolid. Pero siempre hay ocasiones.
Saludos cordiales
JDC

NANO dijo...

Majestuoso

cristina dijo...

Hola! estoy apunto de licenciarme en historia del arte, y tras ver la nueva restauración me hice una pregunta. ¿No considera usted que el acero cortén no es un material poco indicado para este tipo de restauraciones?Al estar al aire libre y llueva, creará óxido q manchará la piedra irremediablemente. Yo lo estudié como un ejemplo de material poco afortunado para estar en contacto. qué piensan?

Juan Diego Caballero dijo...

Cristina: tu pregunta es muy oportuna. Para responderla, he consultado directamente con el arquitecto que ha levantado el pórtico, Antonio Cabrera, quien me responde lo siguiente:
"AL PIÉ DE LOS SOPORTES. LA PARTE INFERIOR DE LA CHAPA, EN CONTACTO CON EL MONUMENTO, FUÉ TRATADA CON UN PRODUCTO APLICADO CON BROCHA PARA EVITAR POSIBLES MANCHAS.
EN CUALQUIER CASO, UNA VEZ PASADOS 9 MESES DESDE LA INSTALACIÓN DEL PÓRTICO, NO SE DETECTA MANCHA ALGUNA SOBRE EL ACUEDUCTO Y SU ENTORNO, Y LA SUPERFICIE DEL ACERO HA CREADO UNA CAPA DE PROTECCIÓN FORMADA POR LA OXIDACIÓN DEL MISMO QUE SE VE MUY ESTABLE Y CON UNA TONALIDAD MUY ATRACTIVA."
Por mi parte, puedo señalarte que he visto otras obras hechas con acero cortén. Por ejemplo, el peine de los Vientos, de Chillida, y sé que, a largo plazo, este material tiende a deshojarse en pequeñas láminas. A mi juicio, creo que bastará revisar el canal una vez cada cierto número de años y proceder en su caso a retirar los elementos desprendidos y, en general, la suciedad que pudiera acumularse en él. Saludos cordiales,
JDC

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