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Regresaba ayer de un corto viaje por aldeas perdidas del norte de Portugal y decidí apartarme de mi ruta brevemente para visitar un asombroso edificio del que había leído algunas cosas y visto unas cuantas fotos: la estación de autobuses de Casar de Cáceres, concluida en 2004 por el arquitecto extremeño Justo García Rubio.
Bien mereció la pena el desvío. Ya casi en una de las salidas del pueblo tenía ante mi una asombrosa construcción; un edificio concebido como una doble parábola que se pliega sobre sí misma y genera dos espacios nítidamente diferenciados. De un lado un andén cubierto para el autobús y los viajeros que lo esperan; de otro, un espacio que aloja una breve sala de espera y una cafetería.
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Todo ello se concibe empleando un material, el hormigón armado y generando una superficie continua que produce dos bucles, de manera que el conjunto se pliega sobre si mismo, sin perder la continuidad de una misma líneas curva.
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Así pues, unión y separación al mismo tiempo, para crear una pequeña obra de arte que me ha resultado de los más creativo, original y lúcido que he visto en los últimos años en la arquitectura contemporánea. Todo arranca de la parte derecha del edificio, según lo mira de frente el espectador. Ahí se levanta la parábola grande para abrirse hacia la izquierda y descender suavemente. Entonces la curva de hormigón gira y cambia de dirección y altura, vuela hacia la derecha para generar la sala de espera y la cafetería y, de nuevo, girar en sentido inverso. Un movimiento casi escultórico. Por lo demás, ese espacio interior se cierra en vertical con grandes cristaleras que lo hacen prácticamente diáfano y, para colmo de bienes, se completa con un mobiliario que (al menos visto desde fuera) parece no recargar el exiguo espacio.
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De esta forma, en un pequeño pueblo extremeño, que alcanza sólo los 5000 habitantes, un arquitecto de obra escasamente conocida y alejado del relumbrón mediático que ahora rodea a algunos de sus colegas más famosos ha sido capaz de dar una hermosa y humilde lección sobre un tema básico: el de que la arquitectura puede convertirse a veces en un ejemplo de creatividad y transformarse en Arte, con mayúsculas. Mereció la pena el desvío, ciertamente.
Aquí tenéis más fotos de la estación y ésta es la minimalista página web de su autor. Está prácticamente vacía, pero la dejo aquí como homenaje personal a quién logró conmoverme con una obra hermosa en medio de la Extremadura. Algo tendrá esa estación que su imagen aparece ya reproducida hasta en un sello de Correos.
2 comentarios:
gracias por el enlace a flickr!
No hay de qué, maría. Tu colección de fotos de la estación es muy buena. El día que yo la visité... me había quedado sin batería en la cámara. No importa, así volveré otra vez.
Saludos cordiales
JDC
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