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20 abril 2009

LA FAMILIA DE CARLOS IV

UN HOMENAJE A VELÁZQUEZ Y OTRAS MUCHAS COSAS

En 1800 Francisco de Goya ha conseguido hace ya un año el ansiado título de pintor de cámara del rey Carlos IV. Tiene ahora 54 años de edad y es bien conocido por sus dotes como retratista. Ante el pintor aragonés ha posado lo más granado de la aristocrática sociedad de la época. Es entonces cuando se le encarga efectuar una gran obra en la que se retrate a la familia real al completo. Y el pintor se pone a tarea, para la que realiza numerosos estudios previos. Pero Goya conoce sobradamente la obra de Velázquez y no puede ignorar ese gigantesco ejemplo de maestría pictórica que constituyen Las Meninas. Parecería que con ese cuadro, por su originalidad, el tema de los retratos de familias reales está ya agotado. Claro está que Goya no necesita ser simplemente un seguidor de la obra del pintor barroco pero, al mismo tiempo, tampoco se plantea ignorar por completo el poderoso influjo velazqueño.

El resultado de esta aparente contradicción es la demostración de cómo el genio de Goya encuentra su propio vehículo de expresión: un lienzo al óleo de generosas dimensiones (más de tres metros de ancho por otros casi tres de alto); un friso compuesto por un total de catorce personajes con el que Goya rinde a la vez un emocionado homenaje a Velázquez. Como él, introduce a la izquierda del espectador el reverso de un lienzo sobre caballete. Como el pintor sevillano, se retrata también a sí mismo, aunque en un alarde de modestia lo hace en un segundo plano y en la penumbra, de forma que sólo vemos de él su rostro y poco más. También como Velázquez ha colocado a la real familia en una estancia y, como sucede en Las Meninas, podemos apreciar dos cuadros al fondo de la sala.

Pero ahí acaban los parecidos. En la disposición de los retratados Goya sigue su personal criterio y los coloca de manera apaisada, de forma que la mayoría -nueve de ellos- quedan en un completo primer plano y el espectador puede disfrutar viendo sus pomposas indumentarias, sus joyas, sus bandas y medallas honoríficas y (no es cosa baladí) sus rasgos físicos e incluso psicológicos. Los otros cuatro personajes quedan en un segundo plano muy próximo al anterior aunque en todos los casos podemos apreciar sus rostros con todo detalle. En el centro, el pintor sitúa a la reina María Luisa: curiosa mujer que además de diez abortos ha dado al rey ¡catorce hijos!, de los cuales posan en el cuadro los cinco que para entonces están vivos. Goya retrata a su izquierda al benjamín de la familia, el infante Francisco de Paula, a cuyo otro lado figura el monarca Carlos IV, con la casaca plagada de condecoraciones y a quien el artista retrata con cara de cierta ingenuidad, tal vez queriendo disimular la escasa voluntad y capacidad de decisión que la Historia le atribuye.

Tras el monarca asoman sus hermano Don Antonio y la infanta primogénita, Doña Carlota Joaquina. Otra hermana del rey, Doña María Josefa, una verdadera solterona, figura junto al príncipe de Asturias y parecería que Goya se ha recreado en recrear con detalle cruel la fealdad de su rostro. Junto a ella aparece una dama que vuelve la cabeza, ocultándonos su rostro. Tal vez Goya le asignó esta pose no sólo para dar cierta naturalidad a la representación, sino también considerando que en el cuadro debería figurar la futura esposa del príncipe Don Fernando, quien no contrajo matrimonio por primera vez hasta dos años después. El conjunto se cierra con la infanta María Isabel, a quien la reina pasa un brazo sobre su hombro, maternalmente.

Podemos detenernos a contemplar cómo a la izquierda del cuadro el infante Carlos María Isidro, niño aún, se aferra a su hermano el príncipe de Asturias, que unos años después será el protagonista de unos de los peores reinados de nuestra historia. En fin el protocolo es el protocolo, porque el rey y el heredero están levemente adelantados respecto al resto de la familia, a la que podemos dividir de un lado a otro, en tres grupos de cuatro personajes, sin contar al bebé que porta en sus brazos la infanta María Luisa, joven madre de dieciocho años, a quien acompaña su esposo Don Luis. ¡Qué ritmos crea Goya con esos tres grupos, en cada uno de los cuales hallamos dos representantes de cada sexo!

Pero este cuadro no es sólo la numerosa familia de Borbones que tanto sufrimiento acabó por traer al país. Son también los dos lienzos que Goya pinta como fondo de la estancia: un paisaje a la derecha y un tema mitológico a la izquierda, probablemente relacionado con la mitología de Hércules y, de este modo, con el origen extraordinario de la dinastía francesa. La familia de Carlos IV es también esa poderosa luz que inunda el cuadro desde la izquierda, proyectando las sombras en el suelo. Es esa pincelada suelta de Goya que es capaz de captar a fondo la personalidad del retratado sin detenerse en demasía sobre el lienzo. Muchas veces se ha escrito que con este cuadro, y hasta cierto punto, Goya satirizaba a la familia real y nos dejaba clara su opinión sobre sus miembros. Pero probablemente sea más acertado afirmar que a Goya le interesa más reflejar a los personajes desde un punto de vista veraz, sin añadir ni quitar nada a como son. Daba con ello una lección de oficio y de profesionalidad. De genialidad al mismo tiempo. Podría decirse casi con certeza que Goya no juzgó a estos personajes. Después la Historia hizo su trabajo.

Sobre "la familia de Carlos IV" tenéis información en esta Web y en la ficha con fotografía ampliable que nos presenta el Museo del Prado, donde se custodia esta lección Arte y de Historia.

16 abril 2009

LA CORONACIÓN DE NAPOLEÓN

UN RETRATO DE LA FRANCIA IMPERIAL

A comienzos de 1804 Napoleón Bonaparte es primer Cónsul de la república francesa y ha conseguido además que su magistratura posea carácter vitalicio. Ocupa por tanto el lugar central en el entramado político del país, desde el cual lleva a cabo importantes reformas en todos los ámbitos de la vida nacional. Situado en la cima de su poder, decide dar continuidad al régimen que dirige, transformándolo al mismo tiempo en una monarquía hereditaria. Esta fue la forma en la que, de un día para otro, en el mes de mayo de dicho año la Francia republicana se despertó transformada en Imperio napoleónico. Faltaba hacer visible esta profunda transformación de las estructuras políticas francesas y para ello se diseñó una pomposa ceremonia de coronación del nuevo emperador y su esposa, Josefina, que se llevó a cabo en la catedral de Notre Dame de París el 2 de diciembre de 1804.

La citada ceremonia es el motivo de este gigantesco lienzo que comentamos, "la coronación de Napoleón y su esposa Josefina", realizado por Jacques Louis David como consecuencia de un encargo del mismísimo emperador, a quien le unía una antigua relación con este pintor que a esas alturas era ya algo así como el cronista oficial del régimen napoleónico. Aunque el encargo fue probablemente realizado antes de que la misma ceremonia tuviese lugar, el artista no se puso a la tarea hasta pasado más de un año del acontecimiento y las grandes dimensiones del lienzo (casi diez metros de ancho por más de seis de alto) explican que su entrega se retrasase casi dos años más.

La frase del propio emperador: "David, te rindo homenaje" es demostrativa de que la espera mereció la pena. El pintor no se limitó a recoger la ceremonia propiamente dicha, sino que nos ofrece en la obra un verdadero retrato de la Francia imperial, concebido dentro de los cánones de la pintura neoclásica, en el que se integran más de doscientos retratos individuales, aunque sea un objeto de pequeño tamaño (la corona que Napoleón se apresta a colocar sobre la cabeza de Josefina) el que ocupa el lugar central de la representación, hacia el que se dirige casi de manera automática nuestra mirada.

Una vez que nuestra vista se aparta de esa corona podemos reparar en el elenco de diversos grupos que nos ofrece David: a la izquierda la familia del emperador, que se prolonga en la figura arrodillada de Josefina y en la verticalidad del mismo Napoleón, alzando la corona. Tras él se encuentra el pontífice Pío VII, invitado como testigo especial a la ceremonia, rodeado por numerosos eclesiásticos. Algo más al fondo, un grupo de embajadores y representantes de otros países y, en primer plano a nuestra derecha, algunos de los más importantes dignatarios de la administración napoleónica. Por último, en un plano superior enmarcado mediante vanos de medio punto, encontramos dos tribunas en las que otros personajes se sitúan a distintos niveles, en gradas. En la que está al centro localizamos el retrato del propio pintor, a quien acompañan familiares, amigos y colegas de profesión.

Todo quedó recogido en este cuadro, bajo la atenta mirada del pintor. La Francia napoleónica que se apresta a iniciar las guerras de ampliación del nuevo imperio, lo que llevará a su final diez años más tarde, posa solemne en este cuadro. Aún hubo tiempo para la anécdota. En esa tribuna que acabamos de describir, bajo el grupo que acompaña a David, figura en lugar preeminente María Letizia Ramolino, madre del emperador quien, en realidad, no asistió a la ceremonia. Pero, ¿cómo no iba a quedar representada en un cuadro consagrado por completo a narrar la gloria de su propio hijo? A veces el Arte miente. De nuevo, imita a la vida.

En este enlace podéis leer la ficha que presenta sobre esta obra el Museo del Louvre, donde se custodia. Además, es muy recomendable visitar, también en la Web del mismo museo, este análisis detallado del cuadro. En cualquier caso, y dadas las gigantescas dimensiones de la obra, os dejo esta breve presentación para que podáis apreciar mejor los grupos de personajes y los detalles más relevantes.

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27 abril 2008

LOS DESASTRES DE LA GUERRA

EN LOS GRABADOS DE GOYA

Se cumple en estos días el segundo centenario del inicio de la Guerra de Independencia, ese cruel episodio de la Historia de España que dejó al país completamente yermo y arruinado y a sus habitantes divididos en dos bandos que, de una u otra forma, seguirían batallando a lo largo de todo el siglo XIX y aun del XX. Ya hemos analizado en ENSEÑ-ARTE el cuadro que viene a sintetizar las desgracias de aquel conflicto, los fusilamientos del tres de mayo, obra genial de Francisco de Goya. Pero el aragonés no limitó a ese cuadro su particular visión del tema. Además de dejarnos también el de la carga de los mamelucos, centrado en los sucesos del dos de mayo de 1808 en Madrid, ya antes de la finalización del conflicto, en 1810, dio inicio a la serie de grabados al aguafuerte de "los desastres de la guerra", que finalizó unos cinco años después.

Francisco de Goya: "El dos de mayo de 1808 en Madrid" (1814). Madrid.

La serie puede dividirse en tres bloques. El primero y más extenso está dedicado a la guerra en sí misma, que ocupa los 47 primeros grabados. El segundo, al que se dedican 17 láminas, aborda el tema del hambre. Por fin, los grabados restantes, a los que se les da el nombre de "caprichos enfáticos" tienen más bien un carácter de social e incluyen cuestiones alegóricas.

Ningún español debería dejar de contemplar, en algún momento de su vida, esta visión de Goya acerca de lo que aquella guerra supuso para nuestro país. Es bien cierto que toda guerra es cruel por definición, pero en ésta el arte de Goya nos muestra cómo se cruzaron todas las fronteras que separan al ser humano de los animales más salvajes. Y ahora que se conmemoran los doscientos años del inicio de tal barbarie generalizada, nos unimos a la efemérides con esta presentación en la que hemos recogido la serie completa, con el título de cada grabado, según la edición que realizó en 1863 la Academia de San Fernando. Tardaréis poco en verla, pero es la historia del país la que desfila ante vuestros ojos. De fondo la canción "os senhores da guerra", del álbum "O espíritu da paz" del grupo portugués Madredeus. Guerra y paz: ¡qué contraste!

Tags: ART

12 abril 2007

LOS FUSILAMIENTOS DE LA MONCLOA

COMENTAR UNA OBRA DE ARTE (5)


Como homenaje a Goya y al valor de su obra para comprender mejor los inicios de la historia contemporánea de España, analizo en esta ocasión su famosa obra sobre los sucesos del 3 de Mayo de 1808, en Madrid.

1) DETERMINAR:

a) TIPO DE OBRA: pintura.

b) TÍTULO: "Los fusilamientos de la Moncloa" (o "el 3 de mayo de 1808").

c) AUTOR: Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828).

d) FECHA: 1814.

e) LOCALIZACIÓN: Museo del Prado. Madrid.

f) ESTILO: Pintura española del siglo XVIII. Goya.

2) ANALIZAR:

A) Análisis técnico:

* FORMA: Pintura al óleo sobre lienzo. 266 x 345 cm.
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* MÉTODO: Obra realizada al óleo, mediante pincel.

* DESCRIPCIÓN GENERAL: El famoso cuadro de los fusilamientos narra uno de los sucesos ocurridos en Madrid a comienzos del mes de mayo de 1808: tras la revuelta iniciada el día 2 por el pueblo madrileño contra los invasores franceses, éstos hicieron numerosos prisioneros, a muchos de los cuales acabaron fusilando en la noche del 3 de mayo. Esta es la escena que describe Goya en la obra: la ejecución de una serie de patriotas españoles a manos de un pelotón de soldados franceses.

La escena transcurre de noche y se ilumina mediante un foco de luz artificial que emana de un farol situado entre los dos grupos de personajes. Pero la luz no los enfoca por igual: ilumina con mayor claridad al grupo de los españoles, mientras deja casi en la penumbra al de los franceses. Cada grupo está descrito de una forma bien diferente. Los soldados franceses, cuya formación se presenta en diagonal, dan la espalda al espectador, de forma que no podemos ver el rostro de los personajes. Por el contrario, el grupo de los españoles se organiza en la diagonal opuesta; sus miembros están de frente al espectador, que puede apreciar distintas actitudes ante la muerte: desde el patriota que la afronta alzando los brazos y mirando de frente a sus ejecutores, hasta aquellos que tiemblan, sufren o rezan antes de morir. Junto a ellos, a su izquierda, yacen los cuerpos de otros españoles fusilados momentos antes; su sangre es bien visible.

El fondo del cuadro se cierra a la izquierda con un paisaje poco definido, tras el que se recortan a la derecha los perfiles de una ciudad (Madrid) en la que se distingue con claridad la silueta de una torre. En la zona superior del cuadro, la oscuridad de la noche lo envuelve todo.

En todo el cuadro son bien perceptibles los contrastes entre luces y sombras, así como el empleo por parte de Goya de una pincelada suelta en la que el pintor ha recurrido a una paleta cromática bien reducida, en la que predominan el blanco, los negros y grises los ocres y el rojo. Por otro lado, Goya ha buscado remarcar la expresividad de los personajes a través de los gestos diversos que aparecen retratados en el grupo de los patriotas que van a morir.

B) Análisis simbólico:

El de los fusilamientos es un cuadro con una simbología bien clara: se trata de uno de los mejores alegatos realizados contra la guerra y sus crueldades en la historia universal de la pintura. Para Goya, es evidente que la violencia de la guerra carece de justificación alguna, de ahí el tono dramático generalizado que inunda el cuadro. Pero hay en éste otra abundante carga simbólica. Por una parte, la actitud y la postura del pelotón francés (con sus miembros alineados, estando sus piernas derechas retranquedas y los fusiles en actitud de disparo inminente), así como el hecho de que no se vean los rostros de los soldados, viene a simbolizar la cobardía del invasor, que recurre a la nocturnidad para tomar venganza de los sucesos del día anterior. El pelotón es, por lo tanto, un arma, al servicio de la guerra, de la muerte y de los planes expansivos de Napoleón.

Por otra parte, el grupo de los españoles está cargado de símbolos. Los que vienen a representar el miedo, la angustia o el terror son evidentes, así como la actitud religiosa ante la proximidad de la muerte, representada en los gestos de oración. Pero la especial iluminación de la obra hace al espectador dirigir su vista hacia el civil que se enfrenta a pecho descubierto a la muerte y alza sus brazos, mientras dirige su mirada hacia quienes van a fusilarlo; manos en las que son visibles estigmas. Está actitud está, pues, próxima a aquella con la que se retrata a Cristo crucificado. Además, a la izquierda y en el fondo, aparece una mujer sentada que lleva un niño en los brazos y en la que se ha querido ver una referencia a la Virgen María. Este grupo haría así una alusión a los principios básicos de la religión católica, puestos en tela de juicio a partir de la difusión en Francia de las ideas de la Ilustración.

C) Análisis sociológico:

Goya pinta esta obra en 1814, cuando la Guerra de Independencia acaba de concluir. Como es sabido, el artista fue acusado de afrancesado por haber mantenido su posición de pintor de cámara durante el periodo de reinado de José I Bonaparte. Por ello el autor realiza los cuadros del 2 y 3 de mayo de 1808; quiere dejar bien claros su oposición a la invasión francesa y su patriotismo, justo en el momento en que da comienzo el reinado de Fernando VII. Ese mismo año, este rey declaró abolida la obra de las Cortes de Cádiz y retornó a los principios absolutistas que habían caracterizado a la monarquía española hasta 1808.
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Por todo ello, hemos de considerar este cuadro como uno de los mejores documentos visuales para la compresión de lo que supuso en España el largo y complejo periodo de transición del Antiguo al Nuevo Régimen.
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"La carga de los mamelucos" (1814). Madrid.
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"Lo mismo". Grabado de la serie "Los desastres de la guerra".
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3) OTRAS CUESTIONES:

El mismo año en que realiza esta obra, Goya pinta otro cuadro relacionado con el mismo tema: se trata de "La carga de los mamelucos" ( o "el 2 de mayo de 1808), en el que representa una escena del levantamiento del pueblo de Madrid contra los franceses, con el que comienza la Guerra de Independencia. En este cuadro podemos observar como la caballería mameluca (mercenarios que prestaban servicio en el ejército napoleónico) aplasta la incipiente sublevación.

.También puede relacionarse con los fusilamientos la serie "los desastres de la guerra", un conjunto de 82 grabados al aguafuerte, realizados por Goya entre 1810 y 1820, en los que muestra la cara más cruel y despiadada de este episodio bélico de la historia de España.
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Leed más interpretaciones de este cuadro en esta página y descargaros este artículo en PDF, que compara los fusilamientos con el Guernica de Picasso. Ved la serie completa de grabados de los desastres de la guerra en esta entrada de la Wikipedia.

11 abril 2007

PRESENTACIÓN POWERPOINT SOBRE GOYA

PPP "LA PINTURA DE FRANCISCO DE GOYA"
En esta presentación se hace un recorrido por la interesantísima biografía de Goya, diferenciando una serie de etapas, las cuales se asocian a algunas de sus obras más conocidas. A continuación se presenta un elenco de sus obras, tanto grabados como pinturas, que pretende dar una panorámica global de la increíble producción artística de este genio de la pintura.

10 abril 2007

FRANCISCO DE GOYA, PINTOR UNIVERSAL

UN CRONISTA DE SU ÉPOCA, UNA MIRADA A LA HISTORIA DE ESPAÑA


Francisco de Goya: "La familia del Infante Don Luis de Borbón" (1783-1784). Corte di Mamiano, Italia.

Francisco de Goya: "El coloso" (1808-1812). Madrid.

Hablar de la obra de Francisco de Goya (1.746-1.828) es hacerlo del más importante artista de su época. Un autor que, por su genialidad, escapa a toda clasificación y a la inclusión en una escuela artística determinada. Cima de la pintura española, junto con Velázquez y Picasso, Goya es clarísimo precursor de corrientes artísticas que, como el impresionismo, acabarían triunfando en la segunda mitad del siglo XIX. Creador de una obra amplia, en pintura y grabado, Goya es testigo de un tiempo apasionante y decisivo para la historia de nuestro país y también protagonista, a veces sin quererlo, de esa misma historia que nos presenta en muchas de sus obras.

Nacido en un pequeño pueblo aragonés, Goya se trasladó a Madrid para estudiar pintura, tras lo cual se asentó en la capital trabajando como dibujante de cartones para tapices, recurriendo a temas amables y de colores vivos. Al mismo tiempo, inicia una carrera como retratista en la que basaría su prestigio inicial, tan consolidado que Carlos IV acabaría por nombrarlo pintor de cámara. En todos estos retratos Goya nos muestra su capacidad para captar el alma de los personajes y, al mismo tiempo, manifiesta un espíritu crítico, una mirada profunda y lúcida y una enorme capacidad para manejar el juego de colores y los contrastes de la luz. Incluso el artista saca tiempo para iniciar sus series de grabados, en las que ha dejado recogido un impresionante fresco de la España de la época: costumbres, vida cotidiana, temas históricos... pasaron por sus planchas. Es aquí, precisamente, donde el artista va a explotar su vena más crítica y su espíritu mordaz.

Francisco de Goya: "Salvajes degollando a una mujer" (1808-1814). Madrid,

En 1808 los sucesos con los que se inicia la Guerra de Independencia marcan un antes y un después en la trayectoria de Goya. Aún manteniéndose como pintor de la corte de Pepe Botella, sus cuadros de los sucesos del 2 de mayo constituyen no sólo una cumbre artística de primer rango, sino un impresionante testimonio histórico de enorme magnitud. Esta preocupación e interés por el devenir histórico del país la muestra igualmente en la serie de grabados de los "desastres de la guerra", en la que se manifiesta absolutamente crítico con la violencia, la crueldad y el embrutecimiento que la guerra significaba.

Tras el fin de la guerra Goya, aquejado desde hacía años por una completa sordera, acaba por aislarse de la vida social y se refugia en la Quinta del Sordo, que decora con las famosas "pinturas negras", realizadas sobre muro. En estas catorce obras el pintor recurre a colores oscuros y a temas lúgubres y de terror, que muestran la evolución de su mirada sobre las cosas y su pesimismo vital, cercano a los valores de lo que, andando el tiempo, daría lugar a la aparición del expresionismo. Unos años después Goya acabará por exiliarse a Burdeos, alejándose de la vesanía de Fernando VII. Allí siguió trabajando hasta su muerte, dando un nuevo giro a su pintura. Ahora, una obra como "la lechera de Burdeos" nos permite considerarlo un precedente claro y firme del impresionismo.

Francisco de Goya: "Retrato de Manuel de Godoy" (1801). Madrid.

Así pues, cronista crítico de su tiempo, protagonista de los inicios de la historia contemporánea de España, Goya es una especie de charnela entre dos mundos, el del Antiguo y el Nuevo Régimen; uno de esos raros casos en la historia del arte en los que la biografía del propio personaje es casi tan interesante como su obra, siendo ésta, como ocurre en su caso, de una importancia primordial en la historia de la pintura.

La Universidad de Zaragoza presenta en la web un catálogo de la obra de Goya y una exposición virtual del máximo interés. Por otra parte, el Centro Virtual Cervantes nos pesenta dos interesantes estudios temáticos: "Las mujeres en Goya" y "La conciencia retratada". Además, esta página particular nos presenta una aproximación general a la vida y obra de Goya. Por último, podéis hacer una visita virtual a la casa natal de Goya en Fuendetodos (Zaragoza).

JACQUES LOUIS DAVID

EL PINTOR DE LA REVOLUCIÓN Y DEL IMPERIO

Jacques Louis David: "El entierro de los hijos de Bruto" (1789). París.

Interesante vida la del pintor francés Jacques Louis David (1748-1825), que podemos considerar como uno de los más grandes autores del neoclasicismo en Europa. En su juventud viajó a Italia, donde pudo admirar a los autores renacentistas, así como las manifestaciones de la época clásica y donde forjó las ideas que le conducirían a consolidar su estilo.

De regreso a Francia, David alcanzó pronto fama de artista consumado, tras la realización de obras como "el Juramento de los Horacios", en la que hace, desde un punto de vista basado en la solemnidad, toda una loa al cumplimiento del deber y a las exigencias éticas. Cuando estalla la revolución francesa, participa activamente en ella, hasta el punto de ser diputado en la Asamblea Nacional. En estos momentos su ideología está bien próxima a los planteamientos jacabinos, de cuyo líder, Robespierre, fue amigo. A la caída de éste, nuestro pintor pasa una temporada en la cárcel. De esta etapa son sus obras consagradas a los líderes de la revolución y, entre ellas, "la muerte de Marat".
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Jacque Louis David: "Napoleón en su estudio" (1812). Washington.

Cuando David sale de la cárcel, se encuadra en los círculos más próximos a la nueva estrella de la revolución: Napoleón Bonaparte, de quien acabaría convirtiéndose en pintor oficial. Cultivó entonces obras de gran formato, acordes con el espíritu de grandeza imperial que se extendía por Francia. Entre ellas, ocupa un papel destacado "La Coronación de Napoleón y Josefina", en el que nos deja un magistral ejemplo del retrato de grupo, aunque en este caso el número de retratados esté próximo a las doscientas personas.

Esta vinculación a la figura de Napoleón acabaría pasándole factura: el pintor que había obtenido fama y éxito, que tuvo como discípulos a los más importantes artistas de la época, el envidiado por todos, acabó exiliándose a Bélgica tras la caída de su protector y ya no volvería más a Francia, dedicándose sobre todo al retrato, hasta que la muerte le sorprendió en Bruselas en 1825.

No dejéis de ver esta excelente web-exposición del Museo del Louvre sobre el cuadro de la coronación de Napoleón. Podéis además leer una biografía de David y ver 54 de sus obras en este enlace de la Olgas´s Gallery.
 

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