La isla de Pascua se sitúa en el extremo oriental de la Polinesia, asentada sobre una zona volcánica. Perteneciente a Chile, se trata del lugar con habitación humana más aislado del planeta, a unos 2.000 kms. de la población más próxima. Aunque muchos creen que su nombre originario fue el de Rapa Nui, esta denominación procede de los navegantes holandeses que la descubrieron en 1722 y todavía hoy no existe certeza absoluta del nombre originario de la isla, con el que era conocida por la población autóctona asentada en ella.
Tampoco existe seguridad completa sobre cómo y cuándo recibió la isla la primera ocupación humana. Durante años se defendió la hipótesis de que el primitivo poblamiento era originario de Sudamérica y estaba vinculado a las culturas preincaicas de aquella zona. Hoy, por el contrario, se estima más probable que los primeros habitantes llegaran a la isla desde algún lugar de la Polinesia, aprovechando los conocimientos sobre navegación en alta mar acumulados a lo largo de generaciones, suficientes para ser capaces de acceder en frágiles embarcaciones a un lugar tan remoto como éste. Esta teoría se basa en las similitudes existentes entre la lengua originaria de Pascua y la de otras islas polinésicas, así como en la existencia de rasgos culturales comunes. En todo caso, se estima que la primera ocupación de este promontorio volcánico de 160 kms. cuadrados de extensión debió tener lugar en torno al año 600 d.C.
Al aislamiento del medio físico corresponde también el de la primera sociedad humana establecida en la isla, de forma que resulta aún más asombroso que aquellos primeros habitantes de Pascua, alejados del resto del mundo y organizados en estructuras tribales y clánicas, fueran capaces de crear en pocos siglos una elevada cultura, cuyo rasgo más sobresaliente es sin duda alguna la creación de grandes esculturas de piedra, los moais, con un tamaño medio de 4,5 metros y un peso entre 40 y 60 toneladas (aunque el Moai Paro - a la izquierda del texto- alcanza los 9,89 m. y pesa 84 Tm.). Sin embargo estas obras no pueden considerarse de forma aislada. Por lo general se enmarcan dentro de un proyecto más amplio que contemplaba la construcción de una plataforma monumental pavimentada (o ahu) sobre la cual se colocaba un grupo de estas esculturas gigantescas que probablemente representaban a los dioses locales o a los antepasados de los diversos grupos, de manera que podemos ver en todo ello un claro trasfondo religioso.
Existen en la isla de Pascua casi tres centenares de ahus, en su mayoría ubicados en lugares próximos a la costa, aunque en algunos de los situados en el interior parecen prevalecer consideraciones de tipo astronómico. En caso de necesidad la plataforma era ampliada y se le añadía nuevos moais, lo que venía a demostrar el poder de la familia o grupo que levantaba el conjunto, en cuyas proximidades se localizan a veces depósitos funerarios.
Este desarrollo de la escultura monumental (que algunos denominan megalítica) debió tener lugar en un amplio periodo comprendido entre los años 900 y 1700 d.C., lo que confirma la amplia pervivencia de las tradiciones locales, las cuales dieron lugar a la elaboración de unas mil esculturas, todas ellas realizadas en las distintas piedras volcánicas de la isla. Los arqueólogos han documentado una última fase en la que algunas de estas estatuas fueron destruídas intencionadamente.
Más de la mitad de la piezas procede de la misma cantera: en ella se cortaban los bloques de piedra y alí mismo se tallaban las obras, que a continuación se trasladaban a sus asentamientos definitivos. Aunque existen varias tipologías de estatuas, la estética común responde a un tipo bastante geométrico en el que la cabeza suele ser exageradamente grande y se cubre a veces con un sombrero, colocado a posteiori. En ella se concentran los detalles más significativos, tales como una nariz alargada, unos labios finos o unas grandes orejas. Se completaban también con otros rasgos de la anatomía humana (extremidades, pectorales, ombligo) y en algunos casos con el atisbo de una mínima vestimenta. Ya en su lugar definitivo, el moai eras revestido de una capa de pintura, por lo común de color rojo.
En fin, parece que hacia fines del siglo XVII la población de la isla entró en una fase de rápida decadencia, como consecuencia de un desastre ecológico vinculado a un fuerte proceso de deforestación. En ese contexto de crisis final debe situarse el episodio de la destrucción o derrumbe de muchas de las estatuas, que quizás venían a representar también la autoridad de la clase dominante. Pero las que quedaron en pie siguen mirando al infinito, como hacían desde siempre. Rasgo verdaderamente humano.
Para documentarse en profundidad sobre la isla de Pascua y sus moais, nada mejor que acudir a este sitio de la Universidad de Valparaiso, con excelentes contenidos. En inglés, esta es la Web del proyecto de recuperación de las estatuas de la isla y esta otra página tiene también interesantes informaciones.
5 comentarios:
Me ha encantado todo lo relacionado con la isla de Pascua. Siempre me fascinó la historia de esas estatuas y el misterio es dificil descifrar. Mis felicitaciones.
Pues muchs gracias por tu opinión, Victoria Eugenia. Saludos cordiales, JDC
Porqué no pensar que la razón de esa imponente exhibición no era la de asustar a posibles invasores haciendo ver que los habitantes de esa isla era una peligrosa raza de gigantes.
Una abuela deductiva. Me encanta. Que yo sepa, esa hipótesis no la había formulado nadie... hasta ahora. Aunque podríamos ponerle un reparo: ¿cuántos barcos llegarían hasta las costas de una isla tan remota? Saludos cordiales. JDC
Pocos, pero los que llegaran saldrían "pies pa que os quiero"
De hecho es lo que les pasó a los primeos europeos.
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