LA CARPINTERÍA DE LO BLANCO

O LA CONSTRUCCIÓN DE CUBIERTAS DE MADERA

Alfarje. Palacio de Villahermosa, Teruel. (Siglo XIV)

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Concluimos (por ahora) nuestro recorrido por el arte mudéjar con una referencia a una de las manifestaciones más peculiares de este estilo: el empleo en el interior de los edificios de cubiertas de madera, atendiendo a un doble objetivo: ahorrar costes y, sobre todo, aligerar el peso que debían soportar los muros que, normalmente, estaban hechos de ladrillo.

Techumbre. Convento de Las Claras. Tordesillas, Valladolid. (1ª mitad del siglo XV).

Esta costumbre generó toda una especialidad artística: la carpintería de lo blanco, cuyas tradiciones quedaron extensamente recogidas por escrito en la obra del marchenero Diego López de Arenas, "Breve Compendio de la Carpintería de lo Blanco y Tratado de Alarifes", publicada por vez primera en Sevilla, el año 1633. En ella se recoge toda una tradición costructiva en madera que se remontaba ya entonces muchas generaciones atras, teniendo un claro precedente en el arte islámico, del que la tradición mudéjar es, en este caso, una fiel continuadora.

Las cubiertas de madera responden a la denominación genérica de artesonado, siendo su forma más sencilla las de carácter plano (que llamamos alfarjes, hermosa palabra). Desde este modelo más simple podemos pasar a otros más complejos, como las artesas (de sección trapezoidal) y las techumbres octogonales y con forma de cúpula. En todos los casos, la variedad decorativa es amplia, sobresaliendo los lazos que forman complicadas estructuras geométricas. Igualmente podremos encontrar pinturas, estrellas, florones y un extenso repertorio que alcanza, incluso, a los mocárabes.

Cúpula del salón de Embajadores. Alcázar. Sevilla. (1427).

Quizás entre el amplio catálogo de cubiertas mudéjares que se ha conservado en nuestro país (y que en muchos casos requiere una atención extrema, por la fragilidad que el paso del tiempo da a la madera) la obra cumbre sea la realizada hacia 1427 en el Salón de Embajadores del Alcázar de Sevilla, una amplia semiesfera o media naranja, de más de nueve metros de diámetro, ricamente decorada con lazos geométricos y sostenida sobre un complejo sistema de descarga de empujes, que muestra a las claras la capacidad del carpintero que la levantó.

Sobre el proceso constructivo de esta hermosa cúpula podéis consultar este artículo de la revista Apuntes del Alcázar, la cual ha publicado también otro artículo sobre la última restauración efectuada a la cúpula. Finalmente, en esta página, disponéis de una visión básica de las techumbres mudéjares, con especial dedicación a las que se conservan en el noreste de la provincia de Salamanca.