LA ESCULTURA CUBISTA
Un artista que nace en el Imperio Ruso, aunque hoy sería bielorruso. Cuyo padre era de orígenes judíos, mientras que los antepasados de su madre eran escoceses. Un adoelescente que es enviado a estudiar a una pequeña ciudad del noreste de Inglaterra, para que aprenda los buenos modales de la civilización occidental, pero que acaba fugándose de allí para establecerse en Londres, atraido por completo por el arte de la escultura. Un joven de diecinueve años que decide dar el salto e instalarse en París, porque ahí está entonces el centro del arte moderno. Que acaba conociendo a Picasso, a Modigliani, a Archipenko y a Lipchitz. El mismo joven que no se queda impertérrito ante el estallido de la Primera Guerra Mundial, sino que se alista voluntario en el ejército francés, resultando herido en combate por gases tóxicos, por lo que al finalizar la guerra obtiene la nacionalidad francesa.
Superior. Ossip Zadkine. Izquierda: "cabeza de hombre" (1943). Portland, EE.UU. Derecha: "Torso de mujer" (1925).
Osip Zadkine. Izquierda: "Mujer de pie" (1922). París. Derecha: "Músico" (hacia 1919). París.
Asi podríamos resumir los primeros y decisivos veintiocho años de la vida de Ossip Zadkine (1890-1967), cuyo establecimiento en el París de las vanguardias acabaría por determinar la trayectoria del resto de su existencia. Habiendo querido desde siempre ser escultor, se afianzará en esta idea y optará por la plástica cubista. De esta tendencia eran casi todas la obras que presentó en su primera exposición individual, celebrada en París (¿dónde si no?) en 1920, aunque colgó allí también algunas acuarelas y dibujos. Desde entonces Zadkine vivió dedicado por completo al arte con una dedicacíón que no menguó ni siquiera cuando en 1941 se exilió a los Estados Unidos, rechazando la ocupación nazi de Francia. Siempre inquieto, montó allí un estudio, realizó algunas exposiciones e incluso tuvo tiempo de impartir clases de arte.
Asi podríamos resumir los primeros y decisivos veintiocho años de la vida de Ossip Zadkine (1890-1967), cuyo establecimiento en el París de las vanguardias acabaría por determinar la trayectoria del resto de su existencia. Habiendo querido desde siempre ser escultor, se afianzará en esta idea y optará por la plástica cubista. De esta tendencia eran casi todas la obras que presentó en su primera exposición individual, celebrada en París (¿dónde si no?) en 1920, aunque colgó allí también algunas acuarelas y dibujos. Desde entonces Zadkine vivió dedicado por completo al arte con una dedicacíón que no menguó ni siquiera cuando en 1941 se exilió a los Estados Unidos, rechazando la ocupación nazi de Francia. Siempre inquieto, montó allí un estudio, realizó algunas exposiciones e incluso tuvo tiempo de impartir clases de arte.
Acabada la Segunda Guerra Mundial, Zadkine regresó a Francia. Para entonces su cubismo escutórico, que siempre había sido muy personal, ha experimentado ya numerosas transformaciones: no sólo le interesan los volúmenes y las líneas rectas, la geometrización; presta también atención a la curva y a las sombras y en sus obras el hueco va ganando progresivamente importancia. Busca, en el fondo, dar mayor expresividad a sus esculturas, como puede apreciarse en la que tal vez sea su obra más conocida, "la ciudad destruida", ese imponente monumento de más de 6,5 metros de alto levantado en el puerto de Rotterdam con el que denunciaba los bombardeos aéreos de la aviación nazi sobre aquella ciudad durante los años de la guerra. Hasta 1967, año de su muerte Zadkine siguió volcado a la escultura, creando nuevas obras, innovando, empleando materiales diversos e incluso impartiendo clases de talla en su propia escuela artística. Para entonces había recorrido medio mundo con sus exposiciones, mientras su reconocimiento se incrementaba en forma de premios y galardones por su producción.
Ossip Zadkine: "La poetisa" (1953). Nueva Orleans.
Ossip Zadkine: "La poetisa" (1953). Nueva Orleans.
Veo de nuevo esas imágenes de la escultura de Rotterdam y sigo preguntándome si representa a un hombre o a una mujer. Quizás no hay respuesta a esa cuestión, pero no me cabe duda (no creo que le quepa a nadie) que con esta obra austera, sin concesiones ni gestos superfluos, Zadkine levantó uno de los mejores ejemplos de cómo el arte puede también servir a la mejor de las causas, a la denuncia de la violencia, la crueldad y la injusticia. Esos brazos que se alzan al cielo, impulsando hacia allá arriba el grito que sale del rostro de este personaje sin rostro. Cubismo dramático.
En la Web de la Fundación Zadkine podéis encontrar (en inglés) abundante información sobre la vida y obra de este artista genial. Su casa y su taller en París son ahora un Museo consagrado a su memoria. Más obras en la Artcyclopedia.