A LA BÚSQUEDA DE SEFARAD.
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Sefarad. Con este nombre denominaban los judíos medievales a la Península Ibérica, en la que vivieron hasta su expulsión por los Reyes Católicos en 1492. Después de este hecho, en España sólo quedaron judeoconversos, es decir aquellos que abjuraron de su religión para no abandonar un país que consideraban tan suyo como de cualquiera, aunque en muchos casos siguiesen practicando la fe de Moisés a escondidas. La dura persecución que la Inquisición efectuó contra ellos y contra todo lo que sonase a hebraico durante los siglos de la Edad Moderna explica en buena medida que los restos judíos en España sean tan escasos. Y entre esos restos tenemos la suerte de que se hayan conservado algunas sinagogas medievales, que responden a los gustos artísticos de la época y, al mismo tiempo, atendían a las necesidades del culto judío. .
Interior de la sinagoga de Santa María la Blanca. Toledo. Siglo XIII.
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Recordemos antes que nada que una sinagoga no es un templo propiamente dicho (para los judíos el Templo, por antonomasia, es el de Jerusalén) sino una casa de oración. No se trata, pues, de un santuario, sino de un lugar al servicio de la comunidad, empleado para diversas tareas. La más importante de ellas es la práctica de la oración conjunta, pero sirve también como lugar de enseñanza, como sede de asambleas, etc.
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Sabemos que el número de sinagogas en la España medieval fue considerable. Así, una fuente de comienzos del siglo XIV habla de veintitrés en el caso de la ciudad de Sevilla, lo que parece a todas luces exagerado pero da una idea de la abundante presencia de este tipo de edificios. De ellos, no se ha conservado íntegro ninguno anterior al siglo XIII y los que conocemos desde esa época (muchas veces, transformados en iglesias, y muy modificados con el paso del tiempo) suelen ser de pequeño tamaño, porque servían a comunidades con reducido número de miembros.
Arcos polilobulados y yeserías en Santa María la Blanca. Toledo. Siglo XIII.
Entre estas sinagogas medievales tres destacan especialmente. Dos de ellas se localizan en Toledo, las de Santa María la Blanca y del Tránsito, y otra en la ciudad de Córdoba. En todos los casos, la construcción de estos edificios requería una autorización del correspondiente monarca.
La construcción de la sinagoga de Santa María la Blanca data de finales del siglo XII, aunque existen discrepancias sobre la fecha exacta: para unos, fue levantada durante el reinado de Alfonso VIII por Yosef ben Susan; según otros, la obra fue encargada ya en la segunda mitad del siglo XIII. Su denominación actual corresponde al siglo XV, cuando se consagró el edificio como templo cristiano. De trazas mudéjares, presenta planta basilical con cinco naves separadas por arcos de herradura,sostenidos sobre pilares con capiteles de piñas. Las albanegas de los arcos presentan una hermosa decoración geométrica y de ataurique, prolongada por encima de los arcos en las naves laterales. Por el contrario, la central se eleva a mayor altura, mostrando una segunda arquería de arquillos ciegos polilobulados. Es obvia aquí la influencia del arte almohade. .
Sinagoga del Tránsito (1336-1357). Toledo.
. Por su parte, la sinagoga del Tránsito fue ordenada construir por Samuel ha-Leví, uno de los tesoreros de Pedro I, entre 1336 y 1357 y presenta planta rectangular de una nave cubierta con armadura de madera. Toda la sala de oración está decorada con yeserías policromadas geométricas, epigráficas y heráldicas, pero es especialmente destacable en ella el muro este, en el que se guardaban los rollos de la ley. Aquí encontramos un riquísimo repertorio decorativo: inscripciones hebraicas (entre ella, una muy curiosa en la que ha-Leví adula al rey castellano), composiciones geométricas, elementos vegetales, motivos heráldicos, etc, en algunos casos con policromía.
Finalmente, la sinagoga de Córdoba, de menores dimensiones, nos reserva una pequeña sorpresa: ha conservado su lápida fundacional, cuyo texto es el siguiente: "Santuario en miniatura y morada de la Ley que terminó Isaac Moheh hijo del señor Efraim Waddawa el año 5075 (=1315). Asimismo vuélvete, oh Dios, y apresúrate a reconstruir Jerusalén" . Se accede al interior a través de un patio que nos conduce a una sala cuadrada, también decorada con yeserías de ataurique e inscripciones. Una de ellas debe ser especialmente recordada aquí. Su texto afirma: "Bienaventurado el hombre que a mi me oye para continuar aprendiendo sobre mis puertas de día en día, para guardar los umbrales de mis entradas, abrid las puertas y entre la nación de los justos, que guarda fidelidad...".
El conocimiento de estos edificios mudéjares nos permite oir (como afirma la inscripción anterior) una parte de la historia de Sefarad, de la España judía, de unos habitantes de este país como nosotros, con sus afanes cotidianos, que fueron expulsados de aquí por un estado que ya no soportaba la existencia de otras religiones. Hoy tienen sus puertas abiertas; pasaron los tiempos de la intolerancia, afortunadamente.
Yeserías de la sinagoga de Córdoba y lápida fundacional (arriba). (1315).