30 mayo 2008

ARTE CONCEPTUAL

EL ARTE COMO IDEA

Reparemos por un momento en la fotografía de la derecha. ¿Qué vemos en ella? Evidentemente, una silla de madera. A la izquierda hay una foto (tal vez de la misma silla o de otra muy semejante) y en la derecha observamos un cartel en el que se recoge la definición que un diccionario inglés presenta para la palabra silla (chair).

Joseph Kosuth: "Una y tres sillas" (1965). París.

En definitiva: ¿qué vemos? Una silla, dirían unos; una silla y su fotografía, dirían otros; una silla, su fotografía y un cartel con la definición de silla, concluirían los más perspicaces. Todo eso y mucho más: estamos viendo una de las obras más conocidas de Joseph Kosuth (1945) un artista norteamericano quien, además de arte, estudió también antropología y filosofía y está considerado uno de los más destacados autores del llamado "arte conceptual". Con esta obra, el artista nos ofrece su particular visión de la conocida reflexión del filósofo griego Platón sobre los conceptos de forma e idea. Así pues, en el fondo nos realiza una pregunta: ¿qué es una silla: su propia concreción material, la idea que de ella tenemos o el mismo significado que damos a la palabra? ¿Podría ser las tres cosas a la vez?
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Izquierda: Joseph Konsuth: "El arte como idea (agua)" (1966). Nueva York. Derecha: "Pintura de pared 146" (1972). Nueva York.

Podemos afirmar por ello que el arte conceptual da una vuelta de tuerca al propio concepto de "arte": no tiene tanto valor el objeto representado ni la forma en que lo está como la idea que el artista desea transmitir; la conceptualización, por tanto, del propio objeto artístico. Este movimiento surgió en los años sesenta del pasado siglo, de la mano de autores como Konsuth, Sol LeWitt o Robert Morris para quienes el objeto físico que se presupone en toda obra de arte carece de verdadero interés. La idea, el concepto (y, en este sentido, el proceso por el cual se ha llegado a él) deben ser la meta del artista.

Subyace en el arte conceptual una reflexión crítica sobre la mercantilización de la obra de arte en el mundo contemporáneo, que también encontramos bastantes años antes en los "ready made" de Marcel Duchamp, el padre del dadaísmo. Aquí no vale la posesión de la obra de arte, sino su contemplación como paso previo a la reflexión que debe posibilitar captar la idea original del artista. Como decía el propio Konsuth "el arte es la continuación de la filosofía", una serie de proposiciones analíticas para el espectador. En definitiva, el arte es pensar. pero, ¿que habían hecho hasta entonces los artistas?

Robert Morris: "Sin título" (1969). Nueva York.

Más información sobre el arte conceptual en el blog de este profesor de filosofía. En francés, es muy completo este dossier del centro Pompidou. Además, podéis dar un vistazo a esta web que se autoproclama como el museo virtual del arte conceptual.

28 mayo 2008

PICASSO: AUTORRETRATOS (I)

PRIMER PERIODO: 1896-1925

Quizás el autorretrato sea uno de los temas más difíciles a los que ha de enfrentarse un artista, sobre todo cuando éste trata de dejar plasmado en la obra no sólo sus rasgos físicos, sino también algunos aspectos de su propia personalidad. Como es obvio, el autor se conoce a sí mismo mejor que a ninguno de sus modelos y mostrar a los demás su propia imagen (tal como él mismo se ve) es siempre un compromiso. Sin embargo, es bien sabido que la mayor parte de los grandes artistas (con escasas excepciones, como Velázquez, quien recurrió poco a este tema) ha abordado numerosas veces este reto, aunque claro está que por motivos bien distintos. Son emblemáticos en este aspecto los autorretratos de Rembrandt y los de van Gogh.

No fue ajeno a esta tendencia Pablo Picasso, que recurrió al autorretrato en numerosas ocasiones. Así, en el periodo 1897-1925 el genio malagueño se pintó, que yo sepa, veintinueve veces. Algunas de ellas son simples bocetos, rápidos apuntes hechos a lápiz, a pluma o al carboncillo. En dos casos recurrió a la acuarela y además nos dejó ocho obras al óleo. Decía el artista que "al principio, el autorretrato es un aprendizaje, y luego se vuelve una representación; he aquí como me veo, he aquí como pienso que me ví". Quizás ello explique la abundancia de autorretratos que nos legó Picasso en los primeros años de su carrera. De esas veintinueve obras, veintidós corresponden al periodo 1897-1907. Como es sabido en ese último años Picasso da a conocer el cuadro de "Las señoritas de Avignon" e inicia su etapa cubista. Desde entonces, el autorretrato ocupa un papel más secundario en su producción.























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Autorretratos de 1896 izquierda) y 1899 (centro y derecha).

El conjunto nos permite apreciar la evolución artística del pintor: la serie se inicia en 1896 cuando un adolescente Picasso de quince años realiza el pequeño óleo que conocemos como "autorretrato mal peinado" aún dentro de unos cánones que podríamos considerar tradicionales.
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Cuatro años después el joven pintor se reafirma con ese "yo" que figura en su obra de 1899/90 y que presenta algunos trazos expresionistas. Poco después, a mediados de 1901 y ya establecido el artista en París, el óleo titulado "yo, Picasso" muestra bien a las claras el afán del pintor por reafirmar su propia personalidad, al tiempo que nos presenta un tratamiento fauvista del color.

Autorretratos de 1899 (izquierda y centro) y 1901 (derecha).
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Llegamos de este modo al magnífico autorretrato que Picasso elabora al óleo a finales de ese mismo año, 1901, una de las muestras iniciales del periodo azul. En esa simplicidad cromática apreciamos ya aquí las cualidades geniales de un artista que está entrando en la veintena y se enfrenta al reto de París desde la bohemia de los artistas del momento que pululaban por la capital francesa a la búsqueda del éxito. Su austero atuendo, la profundidad y expresividad de la mirada y ese bigote que ya no volveremos a ver son rasgos característicos de esta obra que bien puede ser calificada de maestra.

Autorretrato de 1901.
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Es evidente aquí cómo Picasso ha retratado no sólo su aspecto sino su personalidad entera. El cuadro transmite además esa profunda sensación de incertidumbre que caracterizó aquellos años de la vida de su autor. Pero si concentramos nuestra atención en la mirada veremos que ésta refleja al mismo tiempo serenidad. Parecería como si Picasso nos indicase su certeza de que las dificultades que en ese momento atravesaba serían finalmente superadas.

Y desde 1901 hay un paréntesis en lo que a autorretratos de Picasso se refiere. Tendremos que esperar al año 1906 para encontrarnos una verdadera eclosión: cinco nuevas obras, de las que tres son óleos sobre lienzo. Encontramos ahora nuevas preocupaciones, entre las cuales la tendencia a la geometrización es evidente, como lo es también la influencia no sólo de Cezanne, sino de las máscaras primitivas que el artista pudo ver ese mismo año en una exposición parisina.
























Autorretratos de 1906

La serie de 1906 nos presenta a un Picasso que parece tener rasgos bien distintos al cuadro que antes hemos comentado. En uno de los lienzos se aprecian aún reminiscencias del periodo rosa, mientras que en el tercero vemos un retrato de medio cuerpo del artista co la paleta de pintor. En los tres casos destaca la manera de construir el rostro mediante unas cuantas líneas bien contundentes. y la posición del retratado, levemente girado hacia la izquierda del espectador. El giro se invierte en el autorretrato de 1907 de la Galería Narodny de Praga, con el cual culmina la serie. Vemos ya a un Picasso que se adentra con paso decidido en el cubismo. Tiene ahora veintiséis años y esta obra es una buena síntesis de sus experiencias con la geometrización de los objetos, que ahora aplica a su propia imagen.

Autorretrato de 1907.

Desde ese año y hasta 1925 Picasso no volvió a autorretratarse al óleo, aunque se conservan siete obras suyas en los que se representó en dibujos realizados con lápiz o al carboncillo. Son retratos concebidos de manera más tradicional, aunque todos ellos dejan bien patente su capacidad para el dibujo.
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Autorretratos de 1917 (izquierda), 1918 (centro) y 1921 (derecha).
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El retrato de 1921, obra a lápiz sobre papel, refleja el perfil de un artista que tiene ya cuarenta años. Está en la cumbre de la pintura de su época y podría parecer que no le queda nada más por descubrir. Pero se trata de Pablo Picasso. Entre 1925 y la fecha de su muerte (1973) volvería a autorretratarse... y seguiría descubriendo cosas. Pero eso lo contaremos otro día.

25 mayo 2008

EL GRUPO "EL PASO"

NUEVOS AIRES EN LA PINTURA ESPAÑOLA

España. 1957. En una Europa en la que acaba de crearse el embrión de la actual Unión Europea, nuestro país continúa gobernado por la férrea dictadura de Franco. Pese a que un año antes, con la entrada en la ONU, se ha iniciado la ruptura del aislacionismo que caracterizó la etapa anterior, la pobreza impera en todas partes y la economía está en quiebra absoluta. Ese año llegan al poder los tecnócratas, pero aún tardarán un tiempo en imprimir un cierto giro a la política económica.

Antonio Saura: "Grito nº 7" (1959). Madrid.

En lo que respecta a las cuestiones culturales, el ambiente es también irrespirable. La película "el último cuplé", que con el protagonismo de Sara Montiel triunfaba ese año, podría ser buen ejemplo del ambiente cultural existente entonces en España: las tradiciones son su base y la censura se encarga de eliminar cualquier signo de modernidad que pudiera romper los cánones que defiende el nacional-catolicismo imperante.

Martín Chirino: "Raíz" (1967). Gran Canaria.

Pero no todo el mundo en la España de entonces coincide en el respeto a esos patrones culturales. Grupos minoritarios son conscientes de la penosa situación que se vive en la cultura y el arte y españoles.Ya vimos aquí el caso de la creación del Equipo 57. Ese mismo año, en Madrid, un grupo formado por ocho artistas y dos críticos de arte daban a la luz un manifiesto colectivo en el que se hacían eco de la crisis del arte español y planteaban la necesidad de "crear un ambiente que permita el libre desenvolvimiento del arte y del artista", afirmándose en la búsqueda de "una plástica revolucionaria". Surgía así el grupo El Paso en el pobre panorama artístico español. Dos meses después, los miembros del grupo llevaban a cabo su primera exposición colectiva en Madrid. Sin ser uniformes en sus trayectorias previas, el estilo netamente predominante entre ellos era el que se encontraba entonces en boga: el arte abstracto de matiz expresionista e informalista, huyendo de la figuración pictórica.

En aquel grupo inicial formaban pintores tan reconocidos como Antonio Saura (1930-1998), Luis Feito (1929), Manolo Millares (1926-1972) o Rafael Canogar (1935), junto al escultor Pablo Serrano (1908-1985). Éste y la pintora Juana Francés (1927-1990) se apartaron pronto del grupo, mientras se agregaba el escultor Martín Chirino (1925). Entre idas y venidas de artistas, El Paso acabaría por disolverse a mediados de los años sesenta del siglo pasado y sus miembros siguieron trayectorias divergentes que, en algunos casos, los llevaron a distanciarse de sus postulados iniciales no figurativos.

Rafael Canogar: "El tumullto" (1966). Skopje (Macedonia).

Sin embargo, pese a lo breve de su aventura, El Paso trajo profundos aires de renovación a la plástica española. La apuesta de todos y cada uno de sus miembros por romper con los patrones de la cultura oficial significaba dar ese "paso" adelante que permitiese al arte español romper con las ataduras vigentes, al tiempo que mostraban un acusado interés por conectar sus obras con las que entonces destacaban en el panorama internacional. En definitiva, se preocuparon por abrir el país a las influencias externas, lejos de la idea del Régimen de que todo lo que llegaba de fuera era negativo. No fue poca tarea.
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Manolo Millares: "Cuadro 12" (1057). Canarias.

En esta página se presenta una breve trayectoria del grupo, junto a la lista de sus miembros e imágenes de sus obras. Una visión semejante se ofrece también en esta otra web almeriense. Aquí podéis descargaros en PDF un extenso artículo sobre "El grupo El Paso y la crítica de arte". Por último, en este ensayo se conmemoran los cincuenta años de la creación del grupo.

23 mayo 2008

MISERIA DE LAS HUMANIDADES

PARA PONERSE A PENSAR

He concluido hoy el periodo lectivo con mis alumnos de segundo de bachillerato. Un grupo de once chavales, de los cuales cinco están prácticamente deaparecidos. La semana próxima haremos exámenes de recuperación, exclusivamente. Pero hoy hemos tenido el correspondiente a la tercera evaluación. En el momento de entregar su examen un alumno se dirige a mi y me comenta en voz bien alta: "profesor, si le digo la verdad sólo dos obras de arte me han emocionado en todo el curso, el `retrato de Paulo III y sus sobrinos´, de Tiziano y la `casa de la cascada´ de Frank Lloyd Wright". No lo ha dudado. Parecía tenerlo bien claro.

Tiziano: "Retrato de Paulo III y sus sobrinos Alejandro Y Octavio Farnese" (1546). Nápoles.

Ni las telúricas pinturas de las cavernas paleolíticas, ni la sublime belleza de las iglesias románicas o de las catedrales góticas. Tampoco los sugerentes cuadros de Rothko que hemos visto estos últimos días. Nada del `ángel sonriente´ de Reims o de los colores de los impresionistas. Ni siquiera las obras de Miguel Ángel o de Velázquez. Ni acordarse de los monumentos de Sevilla que hemos recorrido juntos. No debieron servir mis explicaciones in situ de `la ronda de noche´ de Rembrandt. Tal vez no debí de transmitirle la pasión por el arte mientras contemplábamos en directo ´el callejón´ o la bellísima `joven de la perla´ de Vermeer. De nada parece haber servido disfrutar de las obras de Van Gogh en su museo de Amsterdam. ¡Sólo dos obras han llamado la atención de ese alumno!

A lo largo del curso habrán pasado ante sus ojos unas dos mil imágenes de obras de arte, habrá realizado más de una docena de trabajos individuales, efectuado numerosos comentarios, copiado apuntes, esquemas y tramas conceptuales. Unos doscientos artistas habrán sido sus compañeros de curso. Su profesor no ha faltado ni un solo día a clases. En un grupo tan reducido habrá tenido ocasión de preguntar cuantas dudas le surgiesen. Este blog debería haberle servido de apoyo y de espacio para aclarar esas dudas o para responder a sus inquietudes, para emplear los recursos que aquí aparecen a su disposición.
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Frank Lloyd Wright: "La casa de la cascada" (1937). Bear run, Pensilvania, EE.UU.

Obviamente, agradezco la sinceridad de mi alumno y no le considero, además, responsable de la situación. Para contextualizarla deberíamos tener presente qué es lo que está pasando en la sociedad española y, más concretamente, en nuestro sistema educativo. Los teóricos y pedagogos de la "enseñanza-basura" afirman que el alumno aprende mejor si participa en la construcción de sus propios conocimientos, guiado por el profesor, reduciendo al mínimo los elementos puramente transmisivos. Pero la sensibilidad hacia el Arte ha de ser no sólo transmitida, sino ejercitada de manera cotidiana. Ver, analizar, opinar, criticar... todo eso y más cosas hemos hecho este año. En cualquier caso, es necesario estudiar. Porque sin estudiar (sin esfuerzo intelectual) no se aprende Arte (ni nada) y si no se aprende es imposible emocionarse.

Y los políticos: empeñados en crear bachilleratos de corto recorrido a los que puede accederse con deficiencias instrumentales básicas. Y no hablemos de la miseria en la que se encuentra sumida lo que aún se sigue llamando Humanidades; no sé por cuanto tiempo. Me quedo un poco como ese maestro de Magritte, de quien escribíamos aquí ayer. Parece estar (el maestro) de espaldas al escenario y tal vez ese escenario haya cambiado y ni el maestro ni yo nos hemos dado cuenta.

Tiene razón mi alumno: las obras de arte han de transmitir emoción. Pero dos obras emocionantes en todo un año (114 horas de clase) parecen bien poca cosa. A no ser que los jóvenes estén ya por no emocionarse más que con aquello que no les supone esfuerzo alguno.
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René Magritte: "El maestro de escuela" (1954). Ginebra.
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Desde luego que Tiziano y Wright han emocionado a mucha gente y así seguirá siendo, pero como ellos hay muchos otros artistas. Mi alumno se los ha debido de perder. Algo está fallando. En algo estamos fallando, Encima del maestro de Magritte hay una tenue luna, un breve haz de luz. No perdamos la esperanza. Intentemos seguir emocionando.

22 mayo 2008

RENÉ MAGRITTE

EL REALISMO MÁGICO

Hombrecillos elegantes que parecen caer del cielo como si de lluvia humanizada se tratase, personajes que nos ocultan su rostro, seres irreales, lienzos que dejan ver lo que hay más allá de ellos, paisajes de atmósferas enigmáticas, arquitecturas imposibles, lecciones de pura filosofía en pequeñas dosis visuales. Todo eso y mucho más está presente en la obra del belga René Magritte (1898-1967), uno de los pesos pesados de la pintura surrealista.

René Magritte: "Perspectiva II: El balcón de Manet" (1950). Gante.

Nacido en Bruselas, Magritte estudió allí Bellas Artes e inició su trayectoria como artista gráfico en 1922. En un principio realizó algunas obras cercanas al cubismo y tomó contacto con otras vanguardias pictóricas como el dadaísmo, pero su pintura se vio fuertemente influida por la de Giorgio de Chirico, el pintor de las arquitecturas misteriosas, En 1927 tiene lugar su primera exposición individual y ese mismo año se traslada a Francia, donde toma contacto con el grupo de André Breton y los pintores surrealistas emergentes, con los que participará en algunas exposiciones colectivas. Ese va a ser desde entonces el estilo predominante en su obra, con breves incursiones durante la década de los cuarenta en el impresionismo y el fauvismo. Por esos años da a la luz su manifiesto "el surrealismo a pleno sol", que lo alejará de Breton, pero que no le impedirá mantenerse desntro de esa corriente estética. Es ahora un pintor reconocido, cuya consagración definitiva se produce con la difusión de su obra en Estados Unidos. Una fama que no deja de crecer hasta su muerte en 1967.
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El surrealismo de Magritte es tan profundamente personal que frecuentemente se califica de "realismo mágico". La mayor parte de sus cuadros está llena de misterios insondables, de elementos fantásticos que nos transportan a otra realidad. Enigmas visuales que atrapan al espectador desde su sencillez. Nada hay difícil de comprender visualmente en un cuadro de Magritte, todo parece resultar absolutamente obvio en esas figuras y esos paisajes pintados con absoluta meticulosidad y sin embargo el conjunto resulta siempre indescifrable; más allá de lo que el propio título de la obra pudiera sugerirnos. He aquí la paradoja a la que nos conduce el artista: "entenderéis lo que veis, pero no comprenderéis lo que quiero decir", parece decirnos el pintor.
René Magritte: "La promesa" (1927).

Además son proverbiales su mordacidad, su capacidad para la ironía, su gusto por las dualidades. Así que los cuadros de Magritte parecen invitarnos a una reflexión filosófica pero, al mismo tiempo, casi imposible. Jugará con nosotros y nos hará pensar. Nos cautivará con su capacidad de expresión pictórica y nos dejará inquietos y sin respuestas. Ved si no esta muestra de cuarenta de sus obras. No es poco lo que consigue Magritte: hacernos pensar. Pero tener cuidado cuando vayáis por la calle. Tal vez pueda caeros del cielo un hombrecillo con bombín. Encima.



En este blog se presentan numerosas obras de Magritte, que sirven como inspiración de los poemas de su autor. Esta web personal española ofrece una selección de imágenes y una biografía del artista. Por su parte, esta página en inglés dispone de informaciones variadas y enlaces.

17 mayo 2008

PAUL KLEE

EL ARTISTA MULTIFORME

Ocurre a veces que una persona nace en el seno de una familia de artistas y parece por ello destinado a seguir la trayectoria familiar. Eso podría decirse, respecto a la música, del suizo-alemán Paul Klee (1879-1940) quien de hecho durante su infancia realizó estudios musicales llegando a ser considerado un virtuoso del violín.
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Sin embargo, el joven Klee decidió mandar a paseo estos antecedentes para trasladarse desde Suiza a Munich, al objeto de seguir clases de pintura. En esa ciudad tomó contacto con los ambientes modernistas de fin de siglo.
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Paul Klee: "Joven proletario" (1916). Berna.

Abajo: Paul Klee: "Casas rojas y amarillas en Túnez" (1914). Berna. "Hermitage" (1918). Berna.

En 1911 se produce un punto de inflexión en su vida: entra en relación con el grupo expresionista "El jinete azul", conoce a Kandinsky y a Marc y parece que va a ser en ese estilo en el que se encauce su trayectoria pictórica. Aunque sólo lo parece, porque desde ese momento lo que caracteriza la dedicación de Klee al arte es la evolución constante, de lo que resulta que no podríamos clasificar su obra en un único estilo, más allá de afirmar que se enmarca con rotundidad en las vanguardias de las primeras décadas del siglo XX. Poco tiempo después de su experiencia expresionista, nuestro pintor toma contacto con los ambientes cubistas y en 1914 realiza un viaje a Túnez en el que descubre la importancia del color. "El color me posee", llega a afirmar entonces. Y tanto le posee que ni siquiera deja de pintar durante los años de la Primera Guerra Mundial, de la que pasó una parte movilizado como soldado.
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Acabada la guerra, Klee es llamado por Gropius para formar parte del cuadro de profesores de la Bauhaus, donde impartiría clases durante diez años, quizás los más productivos de su trayectoria, desde el punto de vista artístico. Sus obras de entonces combinan el interés por el color con las referencias a las formas geométricas que caracterizaron a la Bauhaus. Concluida esta experiencia Kllee ha de asistir a la llegada de los nazis al poder en Alemania y, poco después, su arte es declarado oficialmente como "degenerado y judío".

Paul Klee: "Insula dulcamara" (1938). Berna.

Se inicia entonces el último periodo de su vida. El artista se retira a su Suiza natal donde prosigue sus investigaciones pictóricas. Sin embargo en 1935 se le diagnosticó una enfermedad degenerativa que acabaría en su muerte cinco años después. En estos últimos años encontramos a un pintor que tiende a simplificar aún más las formas y a recuperar la importancia de la línea, llegando casi al grafismo, con predominio casi absoluto de unos planteamientos abstractos que quizás dejaban ver las dificultades físicas que padecía, aunque al mismo tiempo nos mostraban la fuerza poderosa de una mente que se negó siempre a ser encasillada. Klee buscaba constantemente nuevos caminos y en todos los que recorrió dejó la impronta de su fuerte personalidad. En eso consiste, tal vez, ser artista.

Paul Klee: "Polifonía" (1932). Basilea. // "Contemplación" (1938). Basilea.

Esta página dedicada a Klee está en alemán, pero en ella se ofrecen datos visuales sobre el artista y su obra y se plantea un recorrido por el "Centro Paul Klee" de Berna, construido en 2005 por el arquitecto Renzo Piano. Visitad también los enlaces a museos con obras del pintor que ofrece la Artcyclopedia. Por último paulklee.com se presenta como un tributo a este artista y muestra, en inglés, su biografía y muchas de sus obras.

16 mayo 2008

CHRYSLER BUILDING

HACIA EL CIELO
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En el otoño de 1928 unos obreros comienzan a perforar el duro suelo rocoso de la isla de Manhattan, justo en el cruce de la calle 42 y la avenida Lexington, en la ciudad de Nueva York. Se trata de abrir la fosa necesaria para la cimentacíón de un edificio. El arquitecto a cargo del proyecto se llama William Van Allen, quien ha recibido el encargo de Walter Percy Chrysler, propietario de la empresa de automóviles del mismo nombre. Cuando las obras comienzan la ciudad está en plena vorágine constructiva. Estamos al final de los felices años veinte y hay una verdadera competencia entre las empresas neoyorquinas por ver cuál es la que posee el rascacielos más alto del planeta. Y Chrysler quiere ser el ganador de esta especial carrera hacia el prestigio y la fama.

La edificación progresa a un ritmo inusitado y con unas medidas de seguridad prácticamente inconcebibles para la época, de manera que ningún obrero murió durante la obra. Año y medio después, en mayo de 1930 la tarea finaliza. Se ha levantado una mole que mide en total 319 metros de altura distribuidos en 77 pisos. Sobre ellos se alza un remate piramidal de casi 60 metros del que emerge la enorme aguja que remata el conjunto. Aunque la estructura es de ladrillo, se encuentra sostenida por más de 20.000 toneladas de acero. Para garantizar que el edificio fuese realmente el más alto del mundo se diseñó una jugada maestra: dentro de la propia estructura se construyó prácticamente en secreto la aguja que lo corona, que fue izada a la cúspide a la finalización de las obras. La alegría duraría poco: un año después se inauguraba el Empire State Building que ostentó el record durante muchos años.

Pero el dato de la altura no es el más importante. Dentro del maremágnum de rascacielos que caracteriza la isla de Manhattan, el Chrysler es sin duda alguna el edificio con más personalidad. Se la confieren los elementos decorativos que lo singularizan, concebidos en una estética art decó. Llaman la atención el revestimiento de la parte superior, realizado en acero inoxidable, los motivos ornamentales que semejan tapacubos y radiadores de automóviles y sobre todo las ocho cabezas metálicas de águilas que rematan las esquinas a la altura del piso 61. Por lo demás, durante la noche, la iluminación confiere al edificio una apariencia verdaderamente espectacular.

















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Tomé esta foto del Chrysler Building reflejado en otro rascacielos de Nueva York en una tarde del verano pasado. Me pareció que ese reflejo era una buena muestra de cómo muchas de las ambiciones humanas y el afán por destacar acaban finalmente no siendo más que eso. Un mero reflejo. El tiempo se encarga de reducirlas a la anécdota. Como les pasó a quienes hace ahora ochenta años encargaron construir el rascacielos.

Ved fotos insólitas de este edificio en este blog y en esta página. Aquí tenéis una web cam que enfoca en directo al rascacielos (procurad verlo de noche). Más datos básicos en Skyscrapers, la página sobre los rascacielos y, en esta otra, información variada sobre su construcción.

15 mayo 2008

KILA

MAGIA IRLANDESA

Violines, pandero, salterio, crótalos, flautas diversas, sonajas, bombo, caja acústica, gaita irlandesa, trompeta, darbuka, bajo, pandereta y hasta una sierra. Todos estos instrumentos (y no estoy seguro de dejarme alguno atrás) están presentes en esta canción de Kila: "Glanfaidth Mé" (Me sanaré), incluida en su disco "Luna Park" y que es la melodía que aparece en el vídeo de aquí abajo.
Kila es un grupo irlandés creado en 1987. Se cuenta la anécdota (no sé si cierta) de que su primera actuación en directo fue vista ¡por tres personas! Ha llovido desde entonces (en forma de siete discos originales) y Kila está en primerísima fila de la música celta a escala mundial. Un grupo de siete miembros, de amplia variedad instrumental y, lo que es más importante aún, con un registro melódico muy variado: tonadas tradicionales, instrumentales creativos, cantos a capella, ritmos africanos y melodías de aire celta de nuevo cuño. Todo en una perfecta simbiosis a la búsqueda de nuevos caminos y que siempre sorprende al espectador atento. Y uno de esos podremos ser nosotros, porque pasado mañana tocan aquí, en Tomares. Estamos de suerte.
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Visitemos la web de Kila, leamos en esta página y en esta otra (de 2003, pero interesante) más cosas sobre el grupo y veamos ese vídeo. A ver a qué suena esta música tan original.

13 mayo 2008

JULIO GONZÁLEZ

ESCULPIR ES DIBUJAR EN EL ESPACIO

Escribir sobre un artista como el barcelonés Julio González (1876-1942) supone hablar del triunfo de las vanguadias escultóricas en España... aunque los hechos que lo explican se desarrollasen más allá de nuestras fronteras. Efectivamente, Gonzélez nació en el seno de una familia catalana vinculada durante dos generaciones a la orfebrería y en ese ambiente de la Barcelona modernista de fion de siglo aprendió las técnicas del trabajo con los metales y estudió Bellas Artes. Pero el joven quería dedicarse a la pintura y decidió trasladarse con su familia a París, ciudad en la que se estableció en el año 1900, casi al mismo tiempo que lo hacía Pablo Picasso, con quien trabó una fuerte amistad.

Arriba: Julio González: "Figura reclinada" (1934). Nueva York.
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Abado: Julio González: "Dafne" (1937). Venecia. // "Cabeza" (1935). Nueva York.
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Pero en la capital francesa el joven artista va reduciendo su interés por la pintura, mientras retoma la tradición familiar de la orfebrería, mostrando desde entonces un creciente interés por la escultura. Es ahora cuando se fragua el talante de un autor imprescindible si se quiere conocer cómo ha evolucionado la escultura del siglo XX. González comienza realizando máscaras de metal en las que apreciamos la influencia de los planteamientos cubistas, pero trabaja también el modelado e incluso el relieve. Aprende además a manejar la técnica de la soldadura autógena, un procedimiento industrial, y muestra cada vez más un mayor interés por el hierro como materia prima de su obra, hasta el punto de llegar a instalarse durante algunos años en un taller de herrería.

De este modo, a fines de los años veinte, en plena madurez personal, Julio González ha encontrado ya su verdadera vocación: la escultura en metal, mientras inicia la construcción de un lenguaje expresivo propio que quedará sintetizado en su consideración de la obra escultórica como la tarea de "dibujar en el espacio". Esta reflexión ha de llevarle al interés por el dinamismo de la obra, al gusto por la simplificación de las formas y los volúmenes y al empleo del plano y la línea, acercándose a la abstracción. Sin embargo, deseoso de explorar todos los caminos, González aborda otro tipo de obras en el que el volumen es precisamente lo más importante. No se trata de un regreso a planteamientos tradicionales, sino de investigar las posibilidades que ofrece el trabajo con masas tridimensionales.

Julio González: Montserrat (19437). Amsterdam // "Monsieur cactus" (1939). Venecia.

Y llegamos así a 1936. Aunque se encuentra en Francia, González asiste atónito al comienzo de la guerra civil española y un año después participa con algunas de sus obras en el Pabellón que la República ha instalado en la Exposición Universal de París. De ese año es la "Montserrat" que simboliza su oposición a la negrura que comenzaba a ceñirse sobre España en forma de régimen fascista. Pero en esa misma época esculpe también su serie de los hombres cactus, en los que se evidencian rasgos surrealistas, que manifiestan la enorme versatilidad del artista.

González falleció en 1942. Se encontraba trabajando entonces en una "cabeza de Montserrat gritando", en la que los rasgos expresionistas son evidentes. Así pues, su fecunda trayectoria en las que estilos bien diversos se habían hermanado a la perfección se cerraba con un grito de dolor. El mismo dolor que se había adueñado de su país.
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Julio González: cabeza de Montserrat gritando (1942). Barcelona.
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Sobre Julio González es necesario consultar la página del IVAM, que guarda un elevado número de sus obras. Leed también el artículo que figura en esta página y descargaros aqui el análisis de una de sus esculturas.
 

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