05 octubre 2008

DISEÑO: PIEZAS PARA SIEMPRE

ICONOS DE LA VIDA CONTEMPORÁNEA

Si le hablamos a un joven actual de las gafas Ray Ban, de los pantalones Levi´s, del reloj Swatch, del Ipod o del teléfono Nokia probablemente pensará que nos referimos a objetos que hemos acabado de adquirir en una visita a un rutilante centro comercial y, tal vez, no le dé más importancia al asunto. Por el contrario, si le mencionamos el cenicero Copenhague, la grifería Vola o el jarrón Savoy, los objetos van a sonarle menos, pero creerá que estamos equipando nuestra vivienda. Por último, si nos referimos a la sillas Toledo, Tulip o Plastic Side quizás considere que teníamos en casa un serio problema de amueblamiento.
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Izquierda: Arne Jacobsen: "Grifería Vola" (1959). Derecha: André Ricard: "Cenicero Copenaghen" (1966).

















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Izquierda: Eero Saarinen: "Silla Tulip" (1955). Centro: Jorge Pensi: "Silla Toledo" (1986). Derecha: Charles y Ray Eames: "Silla Plastic Side" (1950).

Pero unos y otros de los elementos de la lista anterior tienen una característica en común. Todos ellos son objetos de diseño, piezas que fueron en su momento concebidas por un artista (digamos, si queremos, un diseñador) y luego reproducidas, a veces hasta la saciedad, mediante procedimientos industriales para su posterior venta masiva al consumidor. Puede tratarse de herramientas, mobiliario, utensilios de cocina, vehículos, instrumentos de comunicación; da igual, lo que define al objeto diseñado es su origen: la reflexión previa que el diseñador efectúa para que la pieza objeto de sus desvelos se adecue de manera completa a la función para la que está destinada. Hay pues un proceso de proyección del objeto antes de su elaboración material.

Arne Jacobsen: Lámpara AJ" (1957).

Tomemos un ejemplo que a todos nos resulta familiar. Un objeto tan cotidiano como el simple bolígrafo BIC. Supongamos que por un día lo desterramos del centro educativo donde damos clases. Tal vez más de la mitad de la actividad docente quedaría paralizada, por el simple hecho de que los alumnos no podrían tomar notas de lo que explican los profesores. Apenas lo valoramos, su precio es reducido, pero su utilidad es evidente. Y no sólo sirve para escribir. Desde 1945 hemos empleado ese bolígrafo para casi todo: rascarnos, hacer de improvisada batería, como pequeña cerbatana contra nuestros amigos, para recogerse el pelo. No cabe duda de que esa pequeña pieza es un objeto de diseño concebido de manera perfecta. De ahí su pervivencia de uso a lo largo ya de varias generaciones.
Lázlo Biró: "Bolígrafo BIC" (1945).

Como ha sucedido antes en otras ciudades españolas, cincuenta de estos iconos de la vida cotidiana pueden ahora contemplarse en una exposición en Sevilla, en coincidencia con la Bienal de Arte Contemporáneo. Han sido seleccionados por el famoso diseñador valenciano Javier Mariscal (1950), que ha aprovechado para incluir entre los escogidos seis piezas diseñadas por él mismo (demasiado porcentaje, en mi opinión). Una buena ocasión para encontrarnos con obras de algunos de los principales diseñadores contemporáneos: el danés Arne Jacobsen, los finlandeses Alvar Aalto y Eero Saarinen (los tres arquitectos), el matrimonio norteamericano formado por Charles y Ray Eames, o los españoles André Ricard o Jorge Pensi. Objetos que forman parte de nuestra vida cotidiana y que, por tanto, permanecen invisibles a nuestros ojos, tal es la familiaridad que con ellos nos gastamos. Verdaderas obras de arte.

Alvar Aalto: "Jarrón Savoy" (1936).

Algo más de información sobre la muestra, en este vídeo de El País. (Saltaos la introducción publicitaria).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

very nice! hahahahaha

Anónimo dijo...

no te confundas: lo que más engrandece al Bic es el poco valor que tiene. Por esa razón es mejor un Bic que la más cara de las plumas.

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