29 abril 2010

RAIMUND ABRAHAM

IDEAS EN ESTADO PURO

La arquitectura es un arte ciertamente peculiar. En principio, parece razonable pensar que todo arquitecto tenga interés en llevar a la práctica sus propias ideas, en ver construidos los edificios que un día proyectó. Sin embargo, hay una minoría de arquitectos que parece optar de forma deliberada por el aspecto más teórico de su profesión: no construyen, o construyen muy poco. Se dedican a la reflexión permanente, a la generación de nuevas ideas y conceptos y, a menudo, a la docencia.

Este es el caso del arquitecto austriaco-norteamericano Raimund Abraham (1933-2010), de quien se conoce apenas una decena de edificios, dotados todos ellos de una gran carga conceptual. Él mismo afirmó una vez: "no necesito construir un edificio para verificar mi idea".

Abraham estudió arquitectura en su país natal, donde llegó a abrir un estudio propio, pero acabó emigrando a Estados Unidos en 1964, como habían hecho en las décadas anteriores otros muchos grandes arquitectos europeos. Desde su llegada a América se dedicó a la docencia de manera ininterrumpida, impartiendo clases en diversos centros de Nueva York, tarea que compatibilizó también con la enseñanza en el Instituto de Arquitectura de Los Ángeles. Mostró, en cambio, escaso interés en la vertiente más práctica de su profesión. La razón de ello es su interpretación de la arquitectura como un arte conceptual cuya primera y más principal forma de expresión es el dibujo, que ya viene a plasmar, en sí mismo, la idea básica del pensamiento arquitectónico. Esos dibujos de Raimond Abraham han sido calificados alguna vez de visionarios, queriendo dar a entender con ello que resulta imposible llevarlos a la práctica. Pero al arquitecto lo que le atraía era mostrar a través de esos dibujos ideas en estado puro, como si se tratase de un filósofo platónico aterrizado en la arquitectura contemporánea. Por eso se ha escrito que, para él, el dibujo es mucha más arquitectura que el propio edificio.

Sin embargo, cuando abordó el proceso de llevar a la práctica sus ideas arquitectónicas, Abraham dio claros ejemplos de que se hallaba en posesión de un lenguaje propio y depurado; de que es posible realizar una arquitectura conceptual en la que cada elemento posea un significado y obedezca a una determinada funcionalidad.

Volvamos por un momento a Nueva York y paseemos por la calle 54-este. Allí, cerca de la Avenida Madison, se encuentra un edificio de Abraham, que ha sido considerado una de las cinco mejores obras de la segunda mitad del siglo XX, compartiendo honores con el Seagram Building de Mies van der Rohe y el Museo Guggenheim de Frank Lloyd Wright. Se trata del Foro Cultural Austriaco, al que corresponden casi todas las ilustraciones que acompañan este texto.

La parcela en la que se asienta el Foro no puede ser más singular: mide sólo 7,6 metros de ancho y 30,5 de fondo. Sin embargo, hablamos de un edificio de 24 plantas y 84 metros de altura. Un delgadísimo rascacielos en la ciudad de los rascacielos. El propio Abraham afirmó que "mi intención con este edificio fue la de resolver la condición de pequeñez extrema del lugar, su vacío, su compresión lateral". Y a partir de ahí jugó con la idea de manejar fuerzas contrarias a la gravedad a través de la combinación de tres elementos: el soporte, al que denominó Núcleo (la estructura); la ascensión, a la que llamó Vértebras (la caja de escaleras); y la suspensión que tituló como Máscara (el cristal externo, la piel del edificio). Conceptos teóricos llevados a la práctica, todo un ejercicio de estilismo.

Hace poco más de un mes Raimund Abraham falleció en Los Ángeles en un accidente de circulación. Acababa de pronunciar una conferencia sobre arquitectura  a la que tituló, ¡qué curioso!, "la profanación de la soledad". Citó en ella a tres grandes arquitectos contemporáneos que habían ejercido influencia en su trayectoria. Uno de ellos era Mies van der Rohe. No podía ser de otra manera tratándose de un autor que amaba lo conceptual, tanto que afirmaba que "todo lo que necesitas es un pedazo de papel, un lápiz y el deseo de hacer arquitectura". Descanse en paz.

Raimund Abraham: Casa de la Música en Düsseldorf, Alemania. Obra inconclusa.

Más información sobre Abraham en esta Web japonesa (en inglés). Aquí hay un interesante texto sobre el arquitecto, con un enlace al vídeo de su última conferencia. Visitad también la página del Foro Cultural Austriaco de Nueva York, con una sección sobre el propio edificio y su autor. También es interesante la monografía de ArchitectureWeek, con fotos.

5 comentarios:

Marcos Mateu dijo...

Espectacular edificio, dinamicas y elegantes lineas

Alma dijo...

Historia del Arte o Arquitectura, he aquí mi dilema. Estudio 1º de arquitectura, apruebo hasta ahora todo, pero mi pasión creo que es Historia del Arte, desde su experiencia, pido razones a favor y en contra.
Gracias

Juan Diego Caballero dijo...

Difícil pregunta: pero ya puestos, yo seguiría en arquitectura. Ya has hecho un curso y a mi me parece que es una de las profesiones más hermosas que hay. Un ejercicio cotidiano (si se tiene interés) de reflexión sobre la obra de arte que es el edificio y, en consecuencia, muy cercano a lo que es el trabajo de un artista, si no es que el de arquitecto tiene mucho de ello. Además, todos los arquitectos que conozco (y son algunos) manifiestan bastante conocimiento y mucho interés por todo tipo de Arte. ¡Ánimo y adelante! Saludos cordiales, JDC

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Juan Diego Caballero dijo...

Es elegante al máximo. A la vez que sorprendente. Saludos cordiales, JDC

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