03 mayo 2010

KIRCHNER

ABRIENDO PUENTES

En 1905 cuatro jóvenes estudiantes universitarios, residentes en la ciudad alemana de Dresde se reúnen con cierta frecuencia en la habitación alquilada que posee uno de ellos. Lo hacen para tratar de arte y de estética, para leer textos de poetas como Rimbaud y Verlaine y, en definitiva, para compartir aficiones y debatir puntos de vista sobre la pintura. Hacia el mes de junio de ese mismo año deciden dar un nombre al grupo que han formado. Tras varias dudas, optan por Die Brücke, "El Puente", con lo que, a fin de cuentas, cumplen un doble objetivo. Por un lado, rinden homenaje a la tradición alemana que representan artistas como Alberto Durero o Mathias Grünewald; por otro, hacen lo mismo respecto al escritor Nietzsche, quien en una de sus obras emplea ese término de puente para identificar la que consideraba la verdadera grandeza del ser humano.

E. L.  Kirchner: "Autorretrato como soldado" (1905). Oberlin, EE.UU.

En fin, estos cuatro jóvenes, a los que más adelante se unirían algunos otros, acababan de crear de esa manera tan informal uno de los dos grupos más importantes del expresionismo pictórico (el otro sería "El jinete azul"). Una idea bien propia de algunas de las vanguardias artísticas de comienzos del siglo XX: dar origen a un colectivo en base al hecho de compartir ciertos postulados comunes.

E. L. Kirchner: "Mujer sentada" (1910). Minneapolis, EE.UU.

El anfitrión del grupo (que luego acabaría celebrando sus reuniones en otros lugares) se llamaba Ernst Ludwig Kirchner (1880-1938) y había acudido a Dresde desde su Baviera natal para cursar estudios de arquitectura. Sin embargo, y aunque acabó obteniendo la titulación universitaria, su compromiso con el arte fue desde entonces prácticamente definitivo. Así, en los años anteriores al comienzo de la Primera Guerra Mundial encontramos a los miembros de El Puente participando en algunas exposiciones colectivas, a las que también acude, ¡cómo no! nuestro pintor. Además de un común interés por la xilografía, el objetivo de todos ellos es entonces tomar contacto directo con la naturaleza y trabajar, sobre este fondo, la figura humana, preferentemente a través del desnudo. Desde luego, recurren a lo que ahora consideramos característico del expresionismo: el empleo de colores violentos y el relativo desprecio por las formas y el dibujo, rehuyendo de todo academicismo.

E. L. Kirchner: "Bañistas en Moritzburg" (1909-1926). Londres.

En 1911 encontramos a Kirchner en Berlín, adonde han acudido también otros miembros del colectivo. Nuestro pintor crea allí una escuela privada de pintura, tratando de difundir el nuevo estilo, pero la cierra poco después en medio de un absoluto fracaso. Pero para ese momento los tiempos parecen acelerarse: en 1913, El Puente ya se ha diluido como grupo pictórico y cada uno de sus miembros busca la manera de definir un estilo personal. Esa breve pero intensa trayectoria del grupo la dejaría Kirchner recogida algo después en una Crónica de aquellos años iniciáticos, aunque muchas de sus reflexiones no fuesen compartidas por sus antiguos compañeros.

Pero en 1914 llega la esperada Primera Guerra Mundial y Kirchner acude voluntario a alistarse en el ejército. El desgarrador autorretrato de esa época (en el que aparece falto de una mano, hecho que nunca sucedió) nos confirma la situación anímica que debió atravesar el pintor en su breve experiencia militar. Breve, porque en 1915 una profunda crisis nerviosa lo apartaría del conflicto, haciendo necesario su traslado a diversas clínicas suizas de reposo  para lograr su recuperación. Cuando ésta llegó, el pintor no quiso abandonar el país, optando por vivir en el idílico ambiente de las montañas alpinas, reflejado en sus cuadros de la época, mientras sus obras comenzaban a ganar aceptación.

E. L. Kirchner: "Davos en verano" (1925). Davos, Suiza.

No cabe dudar de que esos fueron unos años felices para Kirchner, quien no obstante volvía de nuevo a caer en la melancolía cuando ya la sombra de la barbarie nazi comenzaba a extenderse por Alemania. De nuevo el tiempo se aceleraba para él: en 1937 más de 600 de sus obras fueron retiradas por los nazis de los museos alemanes y algunas de ellas tuvieron el honor de participar en la exposición sobre "arte degenerado" organizada por el Tercer Reich. En medio de tanta desgracia,Kirchner decidió poner fin a su vida y acabó suicidándose en 1938. No podemos dudar que tenía un gran amor al arte.

E. L. Kirchner. Izquierda: "Escena callejera en Berlín" (1913). Nueva York. Derecha: "Mujer bajo sombrilla japonesa". Dusseldorf. Alemania"

Precisamente en Davos (Suiza; sí, donde el famoso foro de los ricos e influyentes del mundo) existe un Museo consagrado a Kirchner. En su Web (casi todo en alemán) hay abundante información sobre el pintor. En español, podéis visitar esta página. Más datos en la Web de la Galería Nacional de Arte de Washington, que le dedicó una exposición en 2003.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Comentario sobre la obra de Kirchner: ‘’Autorretrato como soldado’’. Esta pintura es un autorretrato del propio Kirchner que se remonta hacia 1915, cuando Ernst se alistó al ejército de manera voluntaria durante la Primera Mundial, de la cual se retiró por sufrir una grave crisis nerviosa en la contienda que le obligó a renunciar. El estilo es el expresionismo, propio de Kirchner. La técnica empleada en la pintura es óleo sobre lienzo, y los colores son muy vivos y llamativos como es propio del estilo al que pertenece. Kirchner aparece con la mano mutilada y aún se puede ver en ella restos de sangre, se expresa una sensación de violencia en su rostro y tiene un cigarro en la boca que lo hace más siniestro. La mala cara que se representa en kirchner, se puede entender como la situación de malestar que tenía el artista por tenerse que haber retirado del conflicto bélico sin aportar nada. Parece no echarle cuenta a la mujer desnuda que tiene detrás suya, lo cual puede indicar la pérdida del contacto con las mujeres.

Desde mi punto de vista, es una obra que me llama la atención por la seriedad en el rostro del artista. Es una de las obra que destacaría de Kirchner teniendo en cuenta que el expresionismo es un estilo que no me simpatiza, porque no se representan detalles realistas que es lo que me gusta en una obra.

Un saludo, Antonio Muñoz Del Toro 4ºC

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