La Historia del Arte está tan acostumbrada a trabajar con esquemas y clasificaciones que con frecuencia éstos se vuelven contra nosotros y nos muestran a las claras la imposibilidad de incluir en ellos la enorme diversidad de la expresión plástica. Así que más vale tomar con cautela tales clasificaciones y valerse de ellas como simples guías orientativas. Veamos, si no, el caso del expresionismo: solemos afirmar que esta corriente pictórica, una de las grandes vanguardias del siglo XX, toma carta de naturaleza a partir de la constitución del grupo "Die Brüke" (El puente), que tuvo lugar en la germana ciudad de Dresde en 1905 y que algo más adelante se plasmará en la articulación de otro nuevo colectivo artístico: "Der Blaue Reiter" (El jinete azul), acaudillado (nada más y nada menos) que por Wasily Kandinsky y Franc Marc.
James Ensor: "Autorretrato con máscaras". (1889). Bruselas.
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Sin embargo, si atendemos a lo que el concepto expresionismo lleva implícito, coincidiríamos en que con tal palabra (al menos en el campo de la pintura) tratamos de definir aquella opción estética que pone especial énfasis en mostrarnos emociones de carácter intenso, que reflejan hasta cierto punto una angustia vital (personal o social), empleando a tal fin recursos diversos, tales como colores vivos y a veces violentos, formas deformadas y temas frecuentemente dolorosos. En tal caso, habremos de convenir en que el expresionismo es una corriente muy antigua en el Arte y que su carta de naturaleza no puede asociarse a los dos grupos antes citados. Se habla entonces de algunos artistas cuya obra se considera precedente del expresionismo, como ocurre en el caso del noruego Edvard Munch (1863-1944) la temática de cuyos cuadros puede encudrarse a la perfección dentro de ese calificativo de expresionista.
Superior. James Ensor: "La aniquilación del ángel rebelde" (1889). Amberes.
James Ensor: "La muerte y las máscaras" (1897).
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Un caso paralelo y muy semejante al de Munch lo constituye el belga James Ensor (1860-1949), quien salvo los tres años que pasó estudiando Bellas Artes en Bruselas, residió la mayor parte de su dilatada vida en la ciudad de Ostende, a la que convirtió, en sus inicios en la pintura, en motivo frecuente de sus cuadros. En ellos nos presenta paisajes de colores vivos y pinceladas enérgicas o bien escenas de corte realista. Sin embargo, y aún en los últimos años de su juventud, el pintor imprime a su obra un giro radical. Quizás para entenderlo deberíamos tener presente una circunstancia familiar: su madre poseía en Ostende una pequeña tienda, una especie de diminuto bazar en el que el cliente podía adquirir artículos diversos y, entre ellos las caretas y máscaras habitualmente empleadas durante las celebraciones del carnaval de su ciudad..
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Ese hecho, junto a la propia evolución de la personalidad del pintor o la muerte de su padre cuando aquél contaba 28 años, podría explicar que a finales de la década de los 80 del siglo XIX Ensor manifieste una clara tendencia a introducir en sus cuadros motivos de carácter alegórico, grotesco (entre ellos, y frecuentemente, las máscaras que le eran tan familiares) o simplemente macabro (como los esqueletos que pueblan algunas de sus composiciones), acentuando además una clara tendencia hacia lo que, sin duda alguna, podemos calificar de expresionismo, para lo que acude a deformaciones de rasgos faciales y al uso de colores vibrantes que aplica a la tela con pinceladas sueltas y certeras.
Y no sólo eso. Durante algunos años Ensor mostró interés por temas de carácter religioso, lo que podría resultar llamativo teniendo presente su ideología próxima al anarquismo y su ateísmo convencido. Pero en esto también le resultan especialmente atractivos los aspectos (podría decirse) más dolorosos del tema, como los relacionados con la pasión y muerte de Jesús. Por lo demás, y no contento con pintarlos, también cultivó con frecuencia el grabado, que se adecuaba perfectamente a sus necesidades expresivas. De este modo, cuando el siglo XX va a comenzar Ensor ya ha definido con absoluta claridad un estilo completamente personal, que podría calificarse (pese a que con ello se adelante a lo que los esquemas habituales suelen señalar) como claramente expresionista. Y es precisamente su obra de esos primeros años la que ahora más llama nuestra atención, porque en ellos encontramos todos los caracteres de dicha corriente pictórica, aunque en este caso desde un punto de vista muy particular. Podríamos afirmar que Ensor cultivó un expresionismo tras la máscara.
James Ensor: "El Varón de Dolores" (1892).
Cuando escribo este texto se está desarrollando en el MOMA de Nueva York una antológica sobre Ensor, con una Web muy interesante. En esta página en español tenéis una breve biografía y algunas de sus obras, muchas e las cuales se recogen en esta otra página, aunque sin comentario alguno. Un catálogo más completo (265 obras) se recoge en este directorio de arte flamenco. Acabamos con esta presentación que da un repaso cronológico a su obra.
3 comentarios:
Tiene que haber algún comentario,hay que darle "vidilla" al blog(que sigo visitando), porque está dedicado a una parte de esa esencia de la vida,que como dice Auster,nos distingue de los demás seres vivos,y nos llena de emoción.
¿Qué tal algún comentario sobre ARCO?.Hace años que no voy, y no sé, si sigue siendo tan decepcionante,en los últimos años,como se intuía
Dama anónima: "pa" vidilla estoy yo ahora, en plena Feria de Sevilla. Saludos cordiales, JDC
Vale,¡qué suerte!;ya seguiremos con lo de ARCO y esos multi-grandes-almacenes-mercados de Arte,en otro momento más tranquilo.¡Buena Feria!.
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