Antonio Camoyán es persona bien conocida en el campo de la fotografía de la naturaleza, tema al que viene dedicándose de manera ininterrumpida desde su juventud. Su extensa trayectoria le ha llevado a los lugares más diversos, para captar desde múltiples puntos de vista la riqueza y diversidad del medio natural. Sin embargo, tal vez sea el Parque Nacional de Doñana el lugar al que el fotógrafo ha mostrado mayor dedicación, no en balde trabajó allí como jefe de los servicios fotográficos de su Estación Biológica. Bástenos decir que suya es una foto mundialmente conocida: aquella que nos muestra un inmenso sol de fuego poniéndose tras una de las pajareras de Doñana, que queda en un hermoso contraluz al primer plano. Podría decirse que en esa imagen se sintetizan de manera bien armónica los dos primeros intereses del autor: la naturaleza en sí misma y el color.
Puede completarse un breve currículo de Antonio Camoyán indicando que he realizado numerosas exposiciones y catálogos, que acumula diversos premios o que ha sido jefe de fotografía de las revistas Periplo y Ronda Iberia, sin olvidarnos de que imbuido de una clara mentalidad que podría asemejarse a la de los hombres del Renacimiento, es también médico ginecólogo, siguiendo con ello una tradición familiar. De otro lado, Antonio Camoyán contribuyó también al afianzamiento de la autonomía andaluza, ocupando durante ocho años el cargo de Delegado Provincial de Sevilla de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía.
Pero además, en todos estos años de larga trayectoria, Antonio Camoyán ha mantenido una especie de idilio secreto con uno de los más peculiares paisajes andaluces: el río Tinto y su entorno natural. De esta forma, las actividades mineras en la cuenca del Tinto, los diversos paisajes de sus riberas o las huellas (muchas veces negativas) de la presencia humana en la zona han quedado recogidos por el objetivo del fotógrafo, en una amplísima colección que supera ya las 40.000 imágenes. Nada que estuviera presente en los alrededores del Tinto ha pasado desapercibido a su atenta mirada.
En relación con esta especial vocación del autor, en esta ocasión hemos seleccionado una serie de fotografías de carácter bien peculiar. Tal vez, para entender su génesis haya que remontarse a otra de las pasiones de Antonio Camoyán: la pintura. Dentro de ella, el artista se ha sentido especialmente atraído por los pintores norteamericanos que desde finales de la Segunda Guerra Mundial desarrollaron esa variada corriente estética a la cual llamamos expresionismo abstracto y, sobre todo, por la obra de Mark Rothko y sus experiencias con los campos de color. En efecto, dentro de su denominado periodo clásico, Rothko desarrolló un tipo de pintura alejado de toda referencia figurativa, a base de grandes franjas de color dispuestas en el cuadro de manera horizontal. Para tales obras, el artista norteamericano proponía al espectador una observación atenta que le permitiese superar los propios márgenes de la superficie pictórica y devenir en una experiencia introspectiva, en la que fuese él mismo quien construyese la significación última de la obra. De este modo, sus cuadros, que trataban de “expresar las emociones humanas más elementales. La tragedia, el éxtasis, la fatalidad del destino...”, resultan ser además una apropiada vía para que quien los observe indague en sus propias emociones. Podría decirse, en definitiva, que esos cuadros de Rothko constituyen verdaderos paisajes del alma. Unos paisajes que serán bien distintos dependiendo de quién sea el que se sitúa ante ellos. La pintura deviene entonces en pura subjetividad, otorgando al espectador un papel absolutamente prioritario.
Puede completarse un breve currículo de Antonio Camoyán indicando que he realizado numerosas exposiciones y catálogos, que acumula diversos premios o que ha sido jefe de fotografía de las revistas Periplo y Ronda Iberia, sin olvidarnos de que imbuido de una clara mentalidad que podría asemejarse a la de los hombres del Renacimiento, es también médico ginecólogo, siguiendo con ello una tradición familiar. De otro lado, Antonio Camoyán contribuyó también al afianzamiento de la autonomía andaluza, ocupando durante ocho años el cargo de Delegado Provincial de Sevilla de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía.
Pero además, en todos estos años de larga trayectoria, Antonio Camoyán ha mantenido una especie de idilio secreto con uno de los más peculiares paisajes andaluces: el río Tinto y su entorno natural. De esta forma, las actividades mineras en la cuenca del Tinto, los diversos paisajes de sus riberas o las huellas (muchas veces negativas) de la presencia humana en la zona han quedado recogidos por el objetivo del fotógrafo, en una amplísima colección que supera ya las 40.000 imágenes. Nada que estuviera presente en los alrededores del Tinto ha pasado desapercibido a su atenta mirada.
En relación con esta especial vocación del autor, en esta ocasión hemos seleccionado una serie de fotografías de carácter bien peculiar. Tal vez, para entender su génesis haya que remontarse a otra de las pasiones de Antonio Camoyán: la pintura. Dentro de ella, el artista se ha sentido especialmente atraído por los pintores norteamericanos que desde finales de la Segunda Guerra Mundial desarrollaron esa variada corriente estética a la cual llamamos expresionismo abstracto y, sobre todo, por la obra de Mark Rothko y sus experiencias con los campos de color. En efecto, dentro de su denominado periodo clásico, Rothko desarrolló un tipo de pintura alejado de toda referencia figurativa, a base de grandes franjas de color dispuestas en el cuadro de manera horizontal. Para tales obras, el artista norteamericano proponía al espectador una observación atenta que le permitiese superar los propios márgenes de la superficie pictórica y devenir en una experiencia introspectiva, en la que fuese él mismo quien construyese la significación última de la obra. De este modo, sus cuadros, que trataban de “expresar las emociones humanas más elementales. La tragedia, el éxtasis, la fatalidad del destino...”, resultan ser además una apropiada vía para que quien los observe indague en sus propias emociones. Podría decirse, en definitiva, que esos cuadros de Rothko constituyen verdaderos paisajes del alma. Unos paisajes que serán bien distintos dependiendo de quién sea el que se sitúa ante ellos. La pintura deviene entonces en pura subjetividad, otorgando al espectador un papel absolutamente prioritario.
A simple vista, las fotografías de Antonio Camoyán aquí seleccionadas guardan numerosas concomitancias formales con las obras de Mark Rothko. En nuestro caso, el fotógrafo ha detenido su mirada sobre suelos, paredes y perfiles de los alrededores del río Tinto y los ha captado en toda su rotundidad, sin añadir ni quitar color alguno, dando la voz a la propia tierra que nos muestra una inaudita riqueza cromática, un extenso abanico de verdaderos campos de color en los que además es bien perceptible la diversidad de texturas. Un tipo de paisajes del río Tinto que la cámara observa en primer plano y que no hubieran dejado de impresionar al propio Mark Rothko.
Más arriba hemos afirmado que la intención de Rothko era la de ofrecer peculiares paisajes del alma. En el caso de Antonio Camoyán bien podríamos invertir el sentido de la frase para concluir que sus emocionadas y emocionantes fotografías nos muestran el alma del paisaje. De un paisaje esencial en el que la naturaleza y la acción antrópica han venido dándose la mano de forma constante a lo largo de los siglos, para crear uno de los lugares más originales de nuestra geografía. Pero estas imágenes del Tinto consiguen en nosotros un efecto análogo al de los mejores cuadros de Rothko: con ellas su autor nos muestra su personal y acertada visión de la naturaleza, Una visión expresionista que invita, al igual que aquellas pinturas, a la contemplación introspectiva y silenciosa de esos campos de color naturales que estallan ante nuestros ojos. No es poca cosa: el alma del paisaje.
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Leed más cosas sobre la amplísima trayectoria de este excepcional fotógrafo de la naturaleza en esta página y en esta revista de medio ambiente.
5 comentarios:
Excelente entrada con unas fotografías extraordinarias. Efectivamente, la similitud con Rothko es clara...¡Todo está en la naturaleza!, incluso la pura abstracción parte de ella.
Hay artistas que logran extraer su esencia alcanzando cotas de gran expresividad en el camino de lo abstracto.
Añado una enhorabuena más, a las muchas que has recibido por tu estupendo blog.
Saludos
Ana
Ana, en este caso, estas fotografías (inéditas) me las ha cedido el autor, quien prepara para octubre una magna exposición en Sevilla. Os tendré al corriente.
Saludos cordiales
JDC
Pues igualmente, Javier: saludos cordiales.
JDC
Hola Juan ¡!!
Las fotografías que presentas de Antonio Camoyán son de una belleza y armonía extraordinarias ¡!! Colores, texturas, formas dialogan de manera natural y sin artilugios con el espíritu de lo inerte y de la vida ¡!!
Con la poesía de sus fotografías, Camoyán, nos muestra “el alma del paisaje” ¡!!
Vengo indignada de votar ¡!! Aunque ya estoy bastante hartita del sentimiento que me viene invadiendo cuando voy a votar, ese voto útil que me pone en situaciones bien difíciles, acudir a las urnas sigue siendo para mí una obligación y un respeto hacia mujeres y hombres que han luchado y han muerto por lograr el derecho a voto ¡!!
Te haré una fotografía de dos cuadros reales que acabo de vivir en un ambiente de lo más natural para una gran mayoría de gente y en el que yo me he sentido muy agredida:
Cuadro 1:
Llego al centro que me corresponde votar, en pleno centro histórico de Gandia, un espacio bastante reducido que encaja tres mesas. Como me apellido Serra me toca la C, que resulta ser la primera con la que me tropiezo al cruzar el portal, justo a mi izquierda se parapeta una ridícula cabina de 1m2 aproximadamente rodeada de una frágil cortinita a la que no le llega la tela para cubrir tan escaso perímetro, dentro de la cabina unos soportes, la mitad vacios y el resto repletos de montones de sobres; al lado de la cabina, junto a la pared, una mesa enorme que contiene todas las papeletas y en semicírculo, ocupando el reducido espacio, se disponen las 3 mesas con toda la serie de personajes con cara de búho ocupados en adivinar la papeleta que coge el votante según la posición en que se detiene o alarga el brazo en la mesa ¡!! Qué triste ¡!!
Ante tal cívico y natural paisaje de libre derecho a voto me dirijo a la presidencia de la mesa para informarle -sutilmente irónica- que la cabina está llena de sobres iguales y que no hay ninguna papeleta ¡!! Le pido que pongan las papeletas dentro de la cabina para poder ejercer libremente mi derecho a voto ¡!! Me dicen que no, que si no me parece bien puedo poner una reclamación en el Ayuntamiento ¡!! Alguien, muy inteligente, me sugiere que coja una papeleta de cada y que me meta dentro de la cabina para ensobrar mi elección ¡!! Nooo ¡!! Siii ???
Cuadro 2:
Después de votar me voy al hospital para ver a un amigo montañero con quien, hace ya algunos añitos, compartimos algunos picos como Huayna Potosí, Illimani en los Andes y el fantástico Kilimanjaro en Tanzania ¡!! La verdad es que se ha librado de poco, una simple excursión al Penyagolosa, mal organizada, sin agua, sin previsiones por parte de la organización,… , provocó que bebiera agua en mal estado y de ahí, de la manera más simple, se le ha ido complicando el asunto hasta llegar a la UCI en un estado muy grave de deshidratación ¡!! Ahora ya está en la habitación y aunque se encuentra débil hablamos, entre otros temas, de las votaciones, irónico me dice que le habían ofrecido una ambulancia para ir a votar, lo trasladarían a su pueblo, a unos 20km. aproximadamente, con goteros y toda la parafernalia, para que ejerza su derecho a voto ¡!! Nooo damos créditooooooo ¡!! Resultado: no ha votado ¡!! Obvio ¡!! No estaba en condiciones ni tenía el de humor de emprender tan rocambolesca empresa ¡!!
Cómo no hay una mesa en los hospitales ¿?? Cómo no se prevé que la gente puede enfermarse de manera inesperada ¿?? Cómo no hay una mesa móvil en los hospitales que visita a los enfermos que solicitan ejercer su derecho a votar ¿?? Cómo no se coordinan actos tan simples y tan necesarios para la salud democrática de los pueblos ¿?? Serà per diners ¿??
Esta es el alma del paisaje electoral que describe la fotografía de los dos cuadros que he vivido ¡!!
Ahora solo me resta redactar una queja que haré por registro de entrada de mi Ayuntamiento porque pienso que el alma del paisaje electoral ha ser otra bien distinta ¡!!
Salut i llibertat ¡!!
Pues sí, fabiola, las fotografías de Antonio camoyán son magníficas, pero a ti te veo muy sofocada. Saludos cordiales y gracias por tu visita.
JDC
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GRACIAS POR VISITAR ENSEÑ-ARTE. RESPONDERÉ TU COMENTARIO A LA MAYOR BREVEDAD.