A LA BÚSQUEDA DE UN ESTILO
Para llevar a la práctica su deseo, en 1924 Rothkovich se matricula en una de las muchas escuelas de arte de Nueva York. Allí toma contacto con la pìntura y el dibujo de la mano de las enseñanzas de sus primeros (y casi únicos) maestros Arshile Gorky y Max Weber. Con ellos conoce las características de la pintura de Cezanne y del conjunto de las vanguardias europeas, mientras comienza a decantarse por un estilo figurativo en el que tienen cabida por igual los paisajes, los estudios de naturalezas muertas y algunas vistas urbanas. Con este bagaje, y a los 25 años, Rothko realiza su primera exposición en 1928 en una humilde sala neoyorquina. Un año después el aprendiz de pintor pasa a ser maestro: comienza a dar clases de pintura y dibujo para niños en una escuela de Brooklyn, tarea a la que se dedicaría durante muchos años.
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En varios artículos anteriores hemos ido desgranando las distintas etapas en las que puede dividirse la trayectoria artística de Mark Rothko. Sin embargo, quedaba por analizar algunos momentos de su peculiar evolución pictórica y, entre ellos, sus primeros pasos como artista, en un periodo que vamos a acotar entre 1923 y 1936.
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Mark Rothko: Autorretrato" (1936). Colección de Christopher Rothko.
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Efectivamente, en 1923 un joven judío de origen europeo que lleva ya diez años en los Estados Unidos toma una decisión que cambiará su vida: se traslada a Nueva York y allí resuelve, con tan sólo veinte años de edad y de manera casi repentina, que se dedicará a la pintura el resto de su vida. Nuestro joven se llamaba Mark Rothkovich y en su familia no existía antecedente alguno de vocación artística. Además, antes de ese instante, el joven solamente había tomado unas cuantas clases de pintura durante su breve estancia en la Universidad de Yale, la cual abandonó por dificultades económicas sin haber obtenido titulación alguna.
Efectivamente, en 1923 un joven judío de origen europeo que lleva ya diez años en los Estados Unidos toma una decisión que cambiará su vida: se traslada a Nueva York y allí resuelve, con tan sólo veinte años de edad y de manera casi repentina, que se dedicará a la pintura el resto de su vida. Nuestro joven se llamaba Mark Rothkovich y en su familia no existía antecedente alguno de vocación artística. Además, antes de ese instante, el joven solamente había tomado unas cuantas clases de pintura durante su breve estancia en la Universidad de Yale, la cual abandonó por dificultades económicas sin haber obtenido titulación alguna.
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Mark Rothko. Izquierda: "Apunte en la sombra" (1925). Derecha: "Sin título" (1926). Ambas en Washington.
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Mark Rothko. Izquierda: "Sin título" (1929-1929). Derecha: "Paisaje" (1929-1930). Ambas en Washington.
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A comienzos de los años 30 Rothko conoce a Milton Avery, otro pintor que también influirá decisivamente en su estilo, mientras sus cuadros se centran cada vez más en escenas de interior pobladas frecuentemente por personajes femeninos en actitudes diversas. En ocasiones, son los desnudos los que atraen su interés. En todo caso, llama la atención cómo Rothko tiende a dar formas bien rotundas a la anatomía femenina, llegando incluso a la deformación. Trata con ello de acentuar el carácter expresionista de su pintura, interesada también en mayor medida por el color que por el dibujo. Es ahora además cuando el pintor consigue exponer por primera vez sus obras en un museo, el de Portland, donde colgó acuarelas, dibujos y óleos (1933).
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Mark Rothko: "Sin título (tres desnudos)" (1933-1934). Washington.
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Mark Rothko: "Sin título (tres desnudos)" (1933-1934). Washington.
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En 1936 el artista se atreve con su autorretrato, único que realizó y que parece una especie de corolario de sus aprendizajes hasta este momento: si uno se fija en la opacidad de las gafas con las que Rothko se representa, quizás podamos intuir las dificultades del artista por encontrar un estilo propio en medio de su relativa inexperiencia y de la multitud de influencias recibidas en estos años de veloz aprendizaje. Sus obras eran las de un pintor de estilo moderno que no destacaba especialmente por la originalidad de sus creaciones.
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Mark Rothko: "Sin título (hombre con la cara verde)" (1934-1935). Washington.
.Pero volvamos nuestra mirada hacia otra pintura: la del hombre de la cabeza verde que mostramos junto a estas líneas: si suprimimos del cuadro, precisamente, al personaje que le da el título, lo que nos queda al fondo son ya los campos de color que definen el periodo clásico o de madurez del pintor, aquél por el que es universalmente conocido. Esa obra es de 1935, pero todavía en 1936, y a raíz de visitar una exposición sobre Chirico, Rothko iniciaba su serie sobre el metro de Nueva York, de la que ya nos hemos ocupado aquí. Nada entonces podía hacer presuponer el enorme cambio que tendría su forma de pintar unos años más tarde, hacia 1945. En estos momentos el artista continuaba a la búsqueda de un estilo. Quién sabe: quizás aún no sabía que ya lo había encontrado.