Podría decirse que el pintor quiere mostrar su personal punto de vista sobre esta situación y es así como en su pintura la expresividad se abre camino progresivamente. Son emociones humanas lo que vemos en los cuadros que Gauguin. Emociones que muchas veces dejan traslucir los rasgos de una personalidad conflictiva, de un verdadero pintor maldito que rechazó desde casi siempre las convenciones sociales. Una especie de romántico fuera de contexto que, en el fondo, tal vez buscaba encontrarse a sí mismo y explicarse a sí mismo, sin llegar nunca a conseguirlo del todo. El artista que decidió vivir como un salvaje en un momento en que eso comenzaba ya a ser imposible. Pero que en una frase dejó bien plasmada sus intenciones pictóricas: "cierro mis ojos para ver".
30 abril 2009
PAUL GAUGUIN
Podría decirse que el pintor quiere mostrar su personal punto de vista sobre esta situación y es así como en su pintura la expresividad se abre camino progresivamente. Son emociones humanas lo que vemos en los cuadros que Gauguin. Emociones que muchas veces dejan traslucir los rasgos de una personalidad conflictiva, de un verdadero pintor maldito que rechazó desde casi siempre las convenciones sociales. Una especie de romántico fuera de contexto que, en el fondo, tal vez buscaba encontrarse a sí mismo y explicarse a sí mismo, sin llegar nunca a conseguirlo del todo. El artista que decidió vivir como un salvaje en un momento en que eso comenzaba ya a ser imposible. Pero que en una frase dejó bien plasmada sus intenciones pictóricas: "cierro mis ojos para ver".
26 abril 2009
PEDRO DE CAMPAÑA
Pedro de Campaña: " "Retablo de la Purificación" (1555-56). Capilla del Mariscal Don Diego Caballero, Catedral. Sevilla.
Unos años después, hacia 1540, llega a la misma ciudad el otro protagonista de nuestra historia. Se llama Diego Caballero (¡qué casualidad!) y regresa precisamente de América, donde ha obtenido el cargo de Mariscal de la isla de La Española y se ha enriquecido con el comercio indiano, además de ocupar cargos relevantes en la estructura política colonial. Su retorno no va a impedir que siga mostrando interés por las actividades comerciales. Pero quiere también dejar en Sevilla huellas de su paso por este mundo. De este modo consigue alcanzar el cargo de caballero veinticuatro (que lo catapulta a lo más alto de la administración municipal) y dispone del dinero necesario para que el cabildo catedralicio le permita fundar una capilla funeraria en el templo metropolitano, a la que piensa dotar del correspondiente retablo.
Izquierda: lienzo central del retablo: la Purificación de la Virgen en el templo.
Fue de esta manera como el destino acabó por unir en la ciudad de Sevilla al rico comerciante y al pintor flamenco, aunque éste era allí más conocido con el nombre castellanizado de Pedro de Campaña. Afortunadamente, se ha conservado el contrato que ambos firmaron a comienzos de 1555, al objeto de que el pintor realizase (con la colaboración de Antonio Alfián) el citado retablo. El acuerdo recogía el precio del encargo (300 ducados) y las características que habría de tener la obra, incluidos los temas de cada uno de los lienzos que debían componerla.
El resultado de este contrato es, sin lugar a dudas, la obra más interesante que Pedro de Campaña realizó a lo largo de su extensa vida: un conjunto de 8,4 metros de alto por 5,7 de ancho, con una arquitectura realizada en madera policromada de roble (que el artista subcontrató con Pedro Becerril), organizado en banco, tres calles y ático y dividido en diez lienzos, de los cuales el central y más importante se dedica al tema de la Purificación de la Virgen en el templo, que da nombre al conjunto, el cual puede calificarse sin temor a equivocación como una de las principales obras del Renacimiento hispano.
Derecha: esquema compositivo del retablo de la Purificación. debajo: detalle del lienzo central.
En este retablo, que ha regresado a Sevilla tras una profunda restauración en el Museo del Prado, se encuentran bien visibles las influencias que Pedro de Campaña había ido asimilando a lo largo de su formación incial en Flandes y de su estancia en Italia. Si atendemos al lienzo central, son evidentes la elegancia de los pesonajes, la finura de los rostros y la diversidad de los gestos; todo ello en un marco arquitectónico que demuestra el manejo absoluto de las leyes de la perspectiva. En este lienzo, como en la mayoría de los que componen el retablo, el artista supo demostrar que había asimilado las novedades que pudo conocer en Italia.
24 abril 2009
DEGAS
Edgar Degas: "La clase de danza" (1874). París.
23 abril 2009
LOS HALCONES DE LA NOCHE
20 abril 2009
LA FAMILIA DE CARLOS IV
Pero ahí acaban los parecidos. En la disposición de los retratados Goya sigue su personal criterio y los coloca de manera apaisada, de forma que la mayoría -nueve de ellos- quedan en un completo primer plano y el espectador puede disfrutar viendo sus pomposas indumentarias, sus joyas, sus bandas y medallas honoríficas y (no es cosa baladí) sus rasgos físicos e incluso psicológicos. Los otros cuatro personajes quedan en un segundo plano muy próximo al anterior aunque en todos los casos podemos apreciar sus rostros con todo detalle. En el centro, el pintor sitúa a la reina María Luisa: curiosa mujer que además de diez abortos ha dado al rey ¡catorce hijos!, de los cuales posan en el cuadro los cinco que para entonces están vivos. Goya retrata a su izquierda al benjamín de la familia, el infante Francisco de Paula, a cuyo otro lado figura el monarca Carlos IV, con la casaca plagada de condecoraciones y a quien el artista retrata con cara de cierta ingenuidad, tal vez queriendo disimular la escasa voluntad y capacidad de decisión que la Historia le atribuye.
Tras el monarca asoman sus hermano Don Antonio y la infanta primogénita, Doña Carlota Joaquina. Otra hermana del rey, Doña María Josefa, una verdadera solterona, figura junto al príncipe de Asturias y parecería que Goya se ha recreado en recrear con detalle cruel la fealdad de su rostro. Junto a ella aparece una dama que vuelve la cabeza, ocultándonos su rostro. Tal vez Goya le asignó esta pose no sólo para dar cierta naturalidad a la representación, sino también considerando que en el cuadro debería figurar la futura esposa del príncipe Don Fernando, quien no contrajo matrimonio por primera vez hasta dos años después. El conjunto se cierra con la infanta María Isabel, a quien la reina pasa un brazo sobre su hombro, maternalmente.
Podemos detenernos a contemplar cómo a la izquierda del cuadro el infante Carlos María Isidro, niño aún, se aferra a su hermano el príncipe de Asturias, que unos años después será el protagonista de unos de los peores reinados de nuestra historia. En fin el protocolo es el protocolo, porque el rey y el heredero están levemente adelantados respecto al resto de la familia, a la que podemos dividir de un lado a otro, en tres grupos de cuatro personajes, sin contar al bebé que porta en sus brazos la infanta María Luisa, joven madre de dieciocho años, a quien acompaña su esposo Don Luis. ¡Qué ritmos crea Goya con esos tres grupos, en cada uno de los cuales hallamos dos representantes de cada sexo!
Pero este cuadro no es sólo la numerosa familia de Borbones que tanto sufrimiento acabó por traer al país. Son también los dos lienzos que Goya pinta como fondo de la estancia: un paisaje a la derecha y un tema mitológico a la izquierda, probablemente relacionado con la mitología de Hércules y, de este modo, con el origen extraordinario de la dinastía francesa. La familia de Carlos IV es también esa poderosa luz que inunda el cuadro desde la izquierda, proyectando las sombras en el suelo. Es esa pincelada suelta de Goya que es capaz de captar a fondo la personalidad del retratado sin detenerse en demasía sobre el lienzo. Muchas veces se ha escrito que con este cuadro, y hasta cierto punto, Goya satirizaba a la familia real y nos dejaba clara su opinión sobre sus miembros. Pero probablemente sea más acertado afirmar que a Goya le interesa más reflejar a los personajes desde un punto de vista veraz, sin añadir ni quitar nada a como son. Daba con ello una lección de oficio y de profesionalidad. De genialidad al mismo tiempo. Podría decirse casi con certeza que Goya no juzgó a estos personajes. Después la Historia hizo su trabajo.
Sobre "la familia de Carlos IV" tenéis información en esta Web y en la ficha con fotografía ampliable que nos presenta el Museo del Prado, donde se custodia esta lección Arte y de Historia.
19 abril 2009
FLATIRON BUILDING
16 abril 2009
LA CORONACIÓN DE NAPOLEÓN
13 abril 2009
MÚSICA PARA EL CAMBIO
02 abril 2009
WALTER DE MARIA
Walter de Maria "Campo de relámpagos" (1977). Nuevo México.