28 mayo 2009

EL TRÍPTICO MERODE

ROBERT CAMPIN O EL MAESTRO DE FLÉMALLE

Es que no me canso de mirar esta obra. Cuando busco en las presentaciones de mi ordenador y llego a ella no puedo pasar a la siguiente imagen. Este tríptico me atrae por la sutileza de sus detalles, por la originalidad de su composición, por la novedad que presenta en alguna de sus tablas y por la rica simbología que contiene. Pinchad sobre la imagen y vedla a gran tamaño. Luego, si podéis despegaros de ella, volved aquí y seguid leyendo... si os apetece.

Hablamos, claro está de llamado tríptico de Merode o tríptico de la Anunciación, una obra pintada hacia 1425 por el flamenco Robert Campin (1375-1444), uno de los primeros artistas de ese grupo excelso al que denominamos como primitivos flamencos y a quien desde hace ya algún tiempo se identifica también con las obras que efectuó un autor anónimo denominado por los estudiosos como maestro de Flémalle, por unas tablas halladas en esa población belga. Un pintor de vida azarosa pero que muestra en sus obras, no sólo en ésta, una excepcional maestría.

Nuestro tríptico puede leerse, en una primera mirada, con bastante facilidad. La tabla de la izquierda nos muestra a los dos donantes anónimos ubicados de un patio almenado, donde hay un tercer personaje y un paisaje urbano, entrevisto por la puerta que se abre al fondo. Ambos donantes dirigen su vista hacia el interior que se recoge en la tabla central, donde transcurre la escena de la Anunciación, con una ventana que nos deja ver algunas nubes en el cielo. Finalmente, la tabla de la derecha nos presenta a San José, atareado en su trabajo de carpintero. Ahora otra ventana nos presenta un claro paisaje urbano, con una plaza, varias viviendas y edificios religiosos.

Pero, ¿qué Anunciación es ésta en la que los personajes del exterior se percatan de lo ocurrido, mientras la propia Virgen no ha captado aún la presencia del ángel y continúa enfrascada en la lectura? ¿Cómo es eso posible, si un suave vientecillo está moviendo las hojas del libro que hay sobre la mesa? En cualquier caso, la tabla derecha es, a mi juicio, la más sorprendente: no es habitual que hallemos a San José en las representaciones de la Anunciación, justamente porque ese hecho, en sí mismo, niega al pobre carpintero cualquier protagonismo. Sin embargo, José, situado en otra estancia y ajeno por completo en lo que sucede en la de al lado, se afana en su tarea, lo que permite al pintor trazarnos una verdadera naturaleza muerta a base de los instrumentos propios de la carpintería.

En todo ello, Campin se recrea, como es propio de los flamencos, hasta en los más pequeños detalles pero, al mismo tiempo, recurre a diversos elementos simbólicos. Fijaos en los óculos acristalados que aparecen en la tabla central. Por uno de ellos desciende un rayo de la luz divina, que transporta literalmente a un pequeño Niño Jesús portando una diminuta cruz. Los objetos de la mesa están cargados también de significado: las flores blancas aluden a la pureza de María, mientras que la vela recién apagada y aún humeante hace referencia a la propia divinidad que, como podéis ver, ocupa el centro de toda la escena. En la tabla derecha, encontramos más contenidos simbólicos. Los propios instrumentos podrían aludir a la pasión de Cristo, pero es que San José está empleando un berbiquí para taladrar una tabla. Hay quienes considerarn que está fabricando una ratonera (que podría servir para encerrar al diablo, vencido por Jesús), pero otros estudiosos indican que podría tratarse de una tabula spinaria, un posible instrumento de la Pasión.

En todo caso, la composición es absolutamente original y novedosa. Aunque Campin recurre a una perspectiva elevada, con algún error, nos muestra un interior propio de una vivienda burguesa de la época, bien amueblado y equipado y con una armoniosa disposición de los personajes, sobre todo en la tabla central y en la derecha (tal vez los donantes fueron añadidos por una mano menos experta) y con un sutil juego de colores que alcanza su máximo en los ropajes de la Virgen y del Ángel. Si embargo, yo me quedo con ese San José tan ensimismado en sus tareas y a quien el artista ha pintado como un hombre de edad avanzada, en contraste con la juventud de su esposa. No parece enterarse de lo que se le viene encima. Resignación cristiana, dirían algunos. Y además, de una tabla a la otra, un mundo de diferencia; del trabajo manual al placer intelectual de la lectura. Y, de pronto, llega un ángel. ¿Quién lo diría?
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Esta es la ficha de la obra que presenta la Web del Metropolitan Museum de Nueva York, donde se custodia, aunque hay más información en la Wikipedia inglesa. En esta página se presenta un amplio análisis iconográfico. Finalmente, otra lectura en inglés.

4 comentarios:

tayete dijo...

Sencillamente impresionante. Junto al Descendimiento de Van der Weyden, las obras cumbres flamencas (bueno, luego está todo Van Eyk, Vermeer...). No sabe uno dónde mirar de tanto detalle.

Lola dijo...

Es cierto que te atrapa totalmente. La actitud ensimismada de la Virgen y su túnica de color es lo que más me llama la atención del cuadro

Juan Diego Caballero dijo...

tayete y Lola: veo que el tríptico ha logrado atraparos. No seréis los únicos. saludos cordiales
JDC

Anónimo dijo...

la obra de robert campin es realmente interesante, me gusta le tecnica que desarrollo para pintar al oleo con mayor brillantez

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