17 octubre 2008

EL TEMPLO DE AFAIA EN EGINA

CONCRETANDO EL ESTILO DÓRICO

Escribiendo el otro día sobre al gálata moribundo se me vino a la cabeza, como no podía ser menos, otra escultura griega, bastante anterior pero de tema semejante. Se trata del famoso guerrero caído que figuraba en uno de los dos frontones del templo de Afaia en la isla de Egina, uno de los edificios considerados canónicos a la hora de definir el estilo dórico.

Pero, vayamos por partes: Egina es una pequeña isla situada en el llamado golfo sarónico, a una veintena de kilómetros de Atenas. A comienzos del siglo V a.C. sus habitantes resolvieron levantar un templo a una divinidad local, la diosa Afaia, que podemos considerar semejante en bastantes rasgos a la Atenea de la vecina Atenas. Y así lo hicieron, de manera que hacia el año 490 a.C. las obras estaban finalizadas. Emplearon para ello la piedra que abundaba en la isla: la caliza, no el mármol.
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El edificio resultante es una obra de estilo dórico, con columnas que rodean toda la construcción (períptero) y que se disponen en número de seis en cada fachada (hexástilo). Como podéis ver en la planta, el espacio interior se divide en las tres partes habituales (pronaos, naos y opistodomos), mostrando columnas in antis en sus dos extremos. La naos está además dividida en naves por dos filas de cinco columnas, siendo la central más ancha que las laterales. Hay aquí una doble altura, que se resuelve colocando otras filas de columnas, del mismo estilo, a un nivel superior.
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Planta (arriba) y reconstrucción (abajo) del templo de Afaia (Hacia 490 a.C.). Egina, Grecia.

Por tanto, tenemos en Egina un templo dórico que se levantó unos cincuenta años antes que el Partenón de Atenas, considerado el prototipo del estilo. Encontramos ya en él todos esos elementos que caracterizan a este estilo: las columnas sin basa, los escuetos capiteles de aspecto geométrico, el arquitrabe liso o el friso dividido en triglifos y metopas. Hallamos además el interés absoluto por la proporción y el equilibrio entre las partes del templo, por la simetría; el orden, en definitiva. Por si fuese poco, los restos conservados han permitido conocer con bastante exactitud cómo sería la apariencia final del templo, con una decoración pictórica que hoy nos parecería exuberante.

Obviamente, los eginetas no se olvidaron de los dos frontones del templo y prepararon para ellos un programa iconográfico relacionado con la guerra de Troya, tratando de convertir en imperecedero el recuerdo de sus antepasados que habían participado en aquellos míticos episodios bélicos. En los dos casos, junto a la diosa central que ocupa la parte más alta del frontón se dispusieron estatuas de guerreros en diversas actitudes. Pero los eginetas llegaron a elaborar esculturas para tres frontones: las modas estaban cambiando tan rápido que una vez terminada la primera serie ya les pareció que las obras resultaban arcaizantes. El guerrero caído que figura más arriba nos muestra como la escultura griega está entrando en el periodo clásico: la sonrisa arcaica ha desaparecido y la asombrosa posición del cuerpo señalan los nuevos tiempos en las obras de bulto redondo. Es una lástima que tan soberbio grupo de esculturas se encuentre hoy en Munich y no en el sitio para el que fueron realizadas.

En resumidas cuentas, hace unos dos mil quinientos años los habitantes de una pequeña isla griega dieron al mundo una tremenda lección de arte, en dos rotundos capítulos: por un lado, en arquitectura, proclamaron la consolidación del orden dórico; por otra, en escultura dejaron atrás el arcaismo buscando una representación más natural de la figura humana. Comenzaba la época clásica.

Aún sin fotos (y en inglés) éste es probable- mente el mejor artículo en la web sobre el templo de Afaia, aunque también debe consultarse la información que figura en la Urbipedia. Recomendable también este otro, con algunas imágenes, que forma parte de la web del "museo de la diosa Athena" (sic). Para acabar, en esta web alemana tenéis la posibilidad de manejar la escultura del guerrero caído, con una imagen de 360º.

11 comentarios:

clariana dijo...

Este artículo del templo de Afaia y la escultura del guerrero de Egina me ha encantado. Qué bellos y al mismo tiempo simples los templos griegos. Me llama la atención el tema de la dignidad en la muerte, y que el guerrero continúe con el escudo, como si quisiera transpasar ese tránsito en acción de batalla. Tenemos tanto que aprender de estas culturas antiguas, de nuestra cuna europea, en este anacrónico siglo en que vivimos... Saludos y gracias por estas aportaciones tan interesantes.

Juan Diego Caballero dijo...

Coincido contigo, Jardi: muchas veces en la simplicidad aparente es donde se encuentra la belleza. Gracias por tu opinión y saludos cordiales
JDC

Anónimo dijo...

¡Hola! Sólo paso para decirle que exuberante es muda y económica. Cuando lo corrija, borre el comentario si le apetece. Un saludo.

Juan Diego Caballero dijo...

Amable lector anónimo: que he cometido un error al teclear la palabra es evidente; que exuberante no tiene h intercalada, irrebatible. Lo que no sabía es que fuera económica. No hay razón para borrar su comentario. Lo dejo aquí para aviso de lectores despistados (como yo) y le agradeceré que si advierte más erratas o errores vuelva a comentarlos... si le apetece.
Saludos cordiales
JDC

valentina cabalero diaz dijo...

wow !! que impresionante .. es dificil encontrar en chile una persona de apellido caballero y ahora me doy cuenta de que no soy la unica caballero que ama el arte !!

Juan Diego Caballero dijo...

Valentina: debe haber mucha gente que se llame Caballero y ame el arte. Por ejemplo,en mi casa somos varios. Saludos cordiales
JDC

Anónimo dijo...

MORTAL

Anónimo dijo...

jolin que bello es esto..:D cada vez que lo veo se saltan las lagrimas...

Onironauta Rahel dijo...

Hola. Era simplemente agradecerle el trabajo que hace por la cultura, de corazón

Vick-al dijo...

Gracias por tanta información, me sirve de mucho.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Estuve en este templo en 2004 y 2010. Un lugar rodeado de pinos con el mar allá abajo, impasible al paso del tiempo. Como en 2004 fui solo y no había más visitantes no pude evitarlo y me tumbé en el interior. Inolvidable.

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