Mark Rothko: "Sin título. (Mujer en el metro)". Hacia 1938. Washington.
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Cualquiera que haya viajado por el metro de Nueva York con ojos mínimamente atentos habrá podido percatarse de cómo ese submundo, casi siempre tan poblado de gente, es al mismo tiempo el reino de la soledad. Hoy ese medio de transporte se ha convertido en un recurso para las amplias "minorías" de la ciudad: hispanos, negros, desarraigados; además de jóvenes de todo tipo, que no disponen aún de recursos suficientes para otras alternativas. Mientras, las clases pudientes neoyorquinas, esos WASP que dominan la ciudad, recurren a otros medios de desplazamiento más cómodos, más humanos, más en la superficie.
Mark Rothko: "Entrada al metro". 1938. Washington.
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No sé si esa situación se daba ya en el pasado y el metro era entonces un distintivo de la posesión de un escaso status social como parece ocurrir ahora. Sin embargo, la soledad "en compañía" que hoy caracteriza a sus usuarios era algo ya existente hace ya tiempo, concretamente en los años de la Gran Depresión.
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De este asunto nos dejó una clara muestra el genio clarividente de Mark Rothko. Dentro de su amplia producción pictórica, en estos años que llegan hasta 1940 Rothko trabaja bajo parámetros realistas, en los cuales son perceptibles claras influencias de la pintura expresionista que tanto arraigo había adquirido en el continente europeo.
Mark Rothko: "Metro" (1939). Nueva York. // "Sin título. (Metro)". Hacia 1937. Washington.
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Es entonces cuando Rothko dedica al tema del metro algunos de sus cuadros más interesantes, desde el que refleja ese andén de dos pisos, en el que los personajes se encuentran en el más absoluto de los anonimatos, de manera que sus rostros nos están vedados, hasta esos otros en que diversos pasajeros esperan la llegada del tren, sin que entre ellos haya el menor atisbo de comunicación. Recurre para ello el artista a compartimentar el espacio, de manera que ya sean los muros, ya sean las columnas, parece haber elementos que separan a unos seres humanos de los otros: gente a la espera, hombres y mujeres que leen el periódico, refugiándose en su contenido... ecos de la soledad, remarcada en ese cuadro en el que una única mujer aparece en un solitario andén en el que la vía se extiende hasta un fondo inacabable de boca de tunel.
Mark Rothko: "Fantasía del metro". Hacia 1940. Washington.
Pero aún es más llamativo el caso de los personajes que aparecen formando pequeños grupos: esa madre con su hijo o esa pareja recostada en columnas enfrentadas. Entre ellos prima también la incomunicación, frente a la proximidad en la que se encuentran.
Sin embargo, en uno de esos cuadros hay un pequeño detalle que rompe con todo lo que hasta ahora hemos escrito: casi en una esquina aparece una pareja que se abraza, mientras la mirada del uno se dirige a la de la otra y viceversa. Frente a ellos, en otra columna una mujer solitaria los contempla. De este modo, en un estrecho ámbito, Rothko nos deja un vivo cuadro de los dos extremos de la existencia humana: la soledad (que a él tanto le preocupaba) y la vida en compañía. La melancolía frente al mundo de relaciones. La comunicación nos hizo humanos, parece decirnos Rothko, pero la sociedad de masas, paradójicamente, nos deshumaniza. Toda una lección de humanidad de la mano de un gran maestro de la pintura del siglo XX.
4 comentarios:
maravillosos los cuadros. no los conocía. qué interesantes también los colores...
muchas gracias por el descubrimiento!
Gracias por tu opinión, Paul M. Rothko siempre sorprende, ¿eh?. Saludos cordiales para "malos tiempos... ".
JDC
Hola!
Hace unas semanas "tropecé" con este blog. Me parece fabuloso que hagas uso de las nuevas tecnologías (aunque cada vez menos nuevas) para transmitir conocimientos. Y me alegra mucho que tengas tanto éxito. Felicidades.
Sólo quería decirte que comparto tu pasión por Mark Rothko y me encanta que la contagies a traves la red.
Un saludo a todos.
Hola, Mina: gracias por tu opinión y tus felicitaciones. Como veo que compartimos pasión, me gustaría "verte" más veces por aquí y, a ser posible, leer tus comentarios sobre la obra del genial MArc Rothko. ¡Seguro que serán interesantes!
Saludos muy cordiales
JDC
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