23 enero 2011

EL MIHRAB DE LA MEZQUITA DE CÓRDOBA

INFLUENCIAS ORIENTALES EN LA ARQUITECTURA ANDALUSÍ

Aunque en un texto anterior nos ocupamos de la mezquita de Córdoba para describir algunas de sus características más básicas, en esta ocasión vamos a centrar nuestro análisis en el mihrab del templo, esa pieza situada en el denominado muro de la qibla y que en toda mezquita debería servir para indicar al orante la dirección hacia la ciudad sagrada de La Meca (aunque esto no sea así, exactamente, en el caso de la aljama cordobesa).

El actual mihrab de la mezquita de Córdoba (hubo otros antes de que el edificio fuese experimentando sus sucesivas ampliaciones) es fruto de la gran reforma del  templo llevada a cabo en la segunda mitad del siglo X durante  el gobierno del califa Al-Hakam II (961-976). La construcción del mihrab formó parte de un amplio programa de modificaciones en el que se incluyeron también la ampliación de las naves de oración y la creación de una nueva maqsura (espacio próximo al mihrab, reservado para el gobernante). Actuaciones todas ellas dirigidas por Chafar, el chambelán de palacio, y en las que colaboraron los más destacados artesanos de la Córdoba de la época, hasta la conclusión de las obras en 966.

Planta (izquierda) y alzado (derecha) del mihrab de la mezquita de Córdoba.

 Así pues, el mihrab de la aljama cordobesa es un excelente ejemplo no tanto de las soluciones constructivas de época califal (hablamos en este caso de una pieza de muy reducidas dimensiones: tres por tres metros), sino sobre todo de las concepciones entonces existentes sobre la decoración de las partes más destacadas de un edificio religioso y, lo que es más importante aún, acerca de la simbología aplicable precisamente a esos elementos ornamentales ya que, como es sabido, la religión islámica es poco amiga de las representaciones figuradas y, menos todavía, en las mezquitas. Pero además, este mihrab cordobés es también demostrativo de cómo concepciones de muy diversa procedencia oriental  (bizantinas, arábigas, persas, etc.) acabaron triunfando en la arquitectura andalusí.

Pese a su reducido tamaño, el mihrab cordobés posee una gran originalidad, ya que con anterioridad a esta construcción los modelos existentes se reducían a pequeñas hornacinas abiertas en el muro de la qibla. En este caso, nos hallamos ante una habitación de planta poligonal (siete lados) que verticalmente podemos dividir en tres zonas: un zócalo marmóreo, un friso intermedio en el que encontramos seis arquillos ciegos polilobulados sobre los que se dispone una banda con versículos del Corán y, por último, una cubierta en la que se hia colocado una bóveda octogonal hecha en yeso y que adopta la forma de una concha (bóveda avenerada). Debe recordarse que este espacio, vedado a los fieles, es el más íntimo y sagrado del templo, ya que simboliza la presencia de Alah en la mezquita  y, por otra parte, es el lugar junto al que se coloca el imán cuando debe dirigir la oración.

Izquierda: bóveda avenerada del interior del mihrab. Derecha: fachada del mihrab.

Pero sin lugar a dudas lo más destacado de este conjunto es la decoración de la portada que lo comunica con el resto de la mezquita. En sus laterales se han dispuesto zócalos de mármol decorados con ataurique, mientras que en el centro encontramos un gran arco de herradura sostenido en jambas del mismo material y en las cuales, hacia el intradós, se han integrado las cuatro columnas de mármol que ya estaban presentes en el anterior mihrab, levantado por Abd al-Rahman II a mediados del siglo IX.

El arco al que nos referimos muestra todas su dovelas decoradas y se remata con un amplio alfiz. Las albanegas van adornadas con roleos vegetales y por encima de ellas, corre un friso con inscripciones cúficas que alaban a Alah. Aún más al exterior,  otro friso que también corre por los laterales del arco, como si se tratase de un segundo alfiz, mantiene los mismos repertorios, esta vez en un brillante color azul. Finalmente, en su parte superior, el conjunto se remata con siete arcos polilobulados ciegos en cuyos interiores podemos apreciar estilizados árboles de la vida policromados.
 



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En toda esta fachada se combinan distintas técnicas artesanales: talla del mármol, yesería, cerámica, pintura y decoración musivaria. En este sentido es conocida la participación en el proceso de un musivario bizantino, enviado hasta Córdoba por petición del califa al basileus de Bizancio, Nicéforo Focas. El desconocido artista bizantino dejó aquí sobradas muestras de su pericia y de sus cualidades artísticas, trabajando con teselas de  dimensiones muy reducidas, elaboradas en distintos materiales, para lograr que los efectos de policromía aportasen al conjunto más belleza todavía.

Todo este repertorio  decorativo se extendió también a la imponente cúpula nervada que se sitúa inmediatamente delante de la  fachada del mirhab, cubriendo este espacio de la maqsura. De este modo el califa, instalado aquí cualquier viernes, podría pensar que no sólo había cumplido sobradamente con su dios, Alah, sino que además había proclamado de manera suficiente al mundo hasta donde llegaban sus riquezas y su autoridad. El poder terrenal, ya se sabe.


En Internet no conozco muchas referencias específicas sobre este interesantísimo mihrab cordobés. Sin embargo, en esta Web sobre la mezquita encontraréis muchas informaciones relacionadas con la obra.

19 enero 2011

ARTE PRERROMÁNICO ASTURIANO

MONARQUÍA, IGLESIAS Y PALACIOS

En un elevado número de Comunidades Autónomas los temarios de Historia del Arte de Bachillerato han eliminado los contenidos relacionados con el arte prerrománico. Sin embargo, bajo esta denominación tan amplia se incluye un diferenciado número de manifestaciones artísticas, a algunas de las cuales ya hemos prestado atención en ENSEÑ-ARTE.

En esta ocasión subo al blog una PPT relacionada con el denominado arte asturiano, desarrollado en dicha zona geográfica, fundamentalmente a lo largo del  siglo IX y las primeras décadas del siguiente, al amparo de la consolidación de la monarquía asturiana que necesitaba afianzar su presencia (también mediante el recurso a manifestaciones artísticas) frente al poder islámico que dominaba en el resto de la península. Como podréis ver en la presentación, hemos seleccionado los cuatro ejemplos más destacados de la arquitectura asturiana, que comparten diversas características comunes: se trata de edificios realizados en piedra, en los que se emplean bóvedas de medio cañón, sostenidas por pilastras (sobre las que se elevan arcos de medio punto) y con abundantes contrafuertes en el exterior.

Tres de estos  cuatro edificios son templos, mientras que el otro se destinó probablemente a palacio o residencia real. Todo ello da cuenta de algunas características básicas de esta sociedad cristiana del norte peninsular que, frente al gigantesco enemigo que tenía al sur, fue capaz de crear unas atractivas formas artísticas de mucha personalidad. Así que las realizaciones del arte románico  estaban ya a la vuelta de la esquina.

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10 enero 2011

ANTHONY CARO

INVESTIGANDO EN EL ABSTRACTO

Como otros artistas contemporáneos, el escultor Anthony Caro (1924), nacido en Inglaterra (aunque con antepasados españoles que se remontan al siglo XVI), cursó y finalizó estudios de ingeniería, para a continuación pasar unos años volcado en el estudio de la escultura, actividad a la que decidió dedicarse de manera exclusiva a comienzos de los años 50 del pasado siglo. Podemos considerar que, en esos primeros momentos, cuando ya las vanguardias artísticas auropeas habían consolidado sobradamente su presencia, la actividad de Caro se mantuvo, hasta cierto punto, dentro de los cánones de la escultura figurativa, mostrando especial atención hacia la figura femenina, aspecto en el que destaca su serie de desnudos.

Anthony Caro. Izquierda: "fiesta del sol" (1969/70). Colección privada. Inferior: "mujer despertándose" (1954).
 
Como ocurrió también en el caso de otros artistas,  esa década de los años 50 sería para Caro un periodo de grandes y profundos cambios estilísticos. A comienzos de dicha etapa Caro colaboró como ayudante en el taller de Henry Moore, de quien pudo aprender de manera bien directa los procedimientos seguidos por un artista de su talla para optar por determinadas formas y emplear ciertos materiales, hasta acabar creando un lenguaje absolutamente sincero y personal.
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Por la misma época, Caro fue conociendo también la obra de otros escultores de vanguardia y especialmente la de los artistas relacionados con los postulados abstractos. Además, a finales de la misma década, el escultor inglés pudo realizar un viaje a EE.UU., y allí conoció de manera directa la producción escultórica de David Smith, frecuentemente calificado como el escultor del expresionismo abstracto norteamericano.

Las obras de Smith ejercieron sobre Anthony Caro una considerable influencia, hasta el punto de seguir algunos de los criterios con los que aquél realizaba sus esculturas como el empleo de materiales industriales (a veces, de desecho) y de la soldadura (para poder ensamblarlos). De esta forma, nuestro artista mostró un interés cada vez mayor por la escultura abstracta y el minimalismo, que se convirtieron en las características predominantes en el conjunto de su producción. Por otra parte, y sin renunciar a los formatos de pequeño tamaño, Caro desarrolló también una creciente tendencia al aumento de las dimensiones de sus esculturas. Su concepto de "sculpitecture" hace precisamente referencia a estas obras de gran tamaño que a veces poseen hasta escaleras interiores para que el espectador pueda recorrerlas en su totalidad.

 Superior. Anthony Caro: "habitación de la torre infantil". (1983/84).

Además, cabe destacar que Caro ha mantenido de forma permanente una búsqueda de nuevas formas expresivas, lo que le ha llevado al empleo de materiales muy diversos (desde la cerámica hasta el papel, desde los metales preciosos hasta objetos obtenidos en la basura). Finalmente, otra de las características más llamativas de este autor (presente ya en muchas obras de Smith) es la renuncia al empleo de pedestales y peanas para las esculturas, al entender que aquéllos pueden desvirtuar ante el espectador el sentido último de la obra.

Con esta capacidad de innovación, no es de extrañar que la obra de Anthony Caro haya alcanzado progresivamente un mayor  reconocimiento. En 1987 le fue concedido el título de Sir, mientras sus obras venían siendo objeto de exposiciones individuales en los mejores museos del mundo. Pero este artista no deja de asombrarnos y, al día de hoy (con 86 años de edad), continúa en activo y realizando exposiciones con nuevas obras. No sólo profesión; antes que nada vocación. En eso consiste el Arte.

Anthony Caro: "la canción de Sheila" (1982). Baltimore, EE.UU.

Podéis visitar la Web oficial de Anthony Caro, que muestra muchas de sus obras, organizadas por temas. Además, el portal de la Tate Modern dedica una página específica al escultor, de una de cuyas últimas exposiciones podéis obtener información en este otro sitio. Finalmente, he aquí un portfolio con cientos de imágenes de sus obras.

04 enero 2011

SANTA SOFÍA

EL TEMPLO DE LA DIVINA SABIDURÍA

En el año 532 Justiniano, emperador romano de Oriente, decide ampliar su programa de construcción de nuevas iglesias cristianas en la más importante ciudad de su Imperio, Constantinopla, con el levantamiento de una nueva basílica, a la que resolvió dar el nombre de Santa Sofía. A tal efecto, hizo venir hasta la capital, para que llevasen a cabo el proyecto y la dirección de la construcción, a dos griegos de Asia Menor, Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto, quienes en un plazo algo inferior a los seis años lograron completar un edificio caracterizado de una parte por la monumentalidad de sus dimensiones, basadas sin embargo en un exquisito sentido de la proporción; y de otra parte, por suponer una perfecta síntesis entre las tradiciones artísticas occidentales y las orientales.

La planta del nuevo templo se basó en la creación de un rectángulo de 81 metros de largo por 68,7 de ancho. En él se inscribió un cuadrado de 31 metros de lado, en cuyas esquinas cuatro gigantescos pilares sostienen la famosa cúpula nervada que singulariza al edificio y que alcanza en su punto más elevado los 55 metros de altura. Esta cúpula se apoya también sobre cuatro arcos de medio punto, dando lugar a un sistema de cuatro pechinas (o triángulos de lados curvos) que completa este espacio central de la basílica. En todo caso, y para terminar de recoger la enorme presión originada por el peso de la gran cúpula, los arquitectos ubicaron también, en dos de los lados y a una menor altura otras dos medias cúpulas (bóvedas de cuarto de esfera). Bajo ellas hallamos ábsides con diversos niveles de arquerías.


Todo lo anterior demuestra ya con  creces los profundos conocimientos científicos y la pericia arquitectónica de quienes levantaron la basílica de Santa Sofía, que queda confirmada igualmente cuando contemplamos los detalles del interior. El espectador no tiene ante sí ningún obstáculo visual que le impida disfrutar del conjunto en toda su longitud, de la belleza de la amplia nave central, dado que todo el sistema de empujes de la cúpula se resuelve sobre las naves laterales y los extremos de la principal. Además, un interesante sistema de iluminación natural completa el efecto de asombro buscado por los arquitectos. Destaca en este sentido la disposición de una serie de 40 ventanas en el mismo tambor de la cúpula, como si de un anillo de luz  estuviésemos hablando.

Por otra parte, en  toda la construcción el material básico empleado fue el ladrillo, revestido de mármol en las zonas más visibles, como los zócalos, mientras que las cúpulas y los ábsides fueron recubiertos prácticamente por completo por mosaicos o pintura mural. Puede afirmarse que Justiniano no ahorró coste alguno para dotar a la iglesia de la grandeza que correspondía al templo principal del Imperio Bizantino. Además, la iglesia se completaba originariamente con dos atrios dispuestos uno a cada lado del edificio; en la actualidad se conserva sólo uno de ellos, que funciona con nártex del templo. En él se conserva todavía el primitivo baptisterio cristiano, con una enorme pila bautismal del siglo VI.

Es sabido que tras la conquista de la ciudad por los  turcos en 1452 Santa Sofía fue inmediatamente convertida en mezquita, lo que demandó realizar algunas actuaciones urgentes (como la ocultación de los rostros ubicados   en pinturas y mosaicos). Con el tiempo, además, fueron añadiéndose algunos otros elementos que desvirtúan en cierto sentido  su concepción original, como los enormes contrafuertes externos o los diversos minaretes. Finalmente, en los últimos diecisiete años, el templo (ahora islámico) ha sido sometido a un amplio proceso de restauración, rematado precisamente en estos  días. Nos parece un buen motivo para felicitar a los lectores el nuevo año 2011.

Sobre esta imponente basílica es completísima la información que se recoge en la Wikipedia... en inglés. Aquí tenéis, por otro lado, un plano interactivo de la planta del templo, también en inglés..
 

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