DAVID HOCKNEY

UN, POP, TRES... SPLASH

Aunque no soy un nostálgico del verano, ahora que pasamos estos días de bajas temperaturas he recordado varias veces, sin saber la razón, las refrescantes pinturas de David Hockney (1937), el artista inglés que decidió instalarse en Estados Unidos a comienzos de la década de los sesenta del pasado siglo. Allí ha vivido desde entonces de manera casi permanente, aunque saltando de los fríos invernales de la ciudad de Nueva York a las cálidas aguas del estado de California.

David Hockney: "Un gran splash" (1967). Londres.

Hockney se formó como pintor en su país natal y ya sus primeros cuadros observamos una pugna entre el más puro expresionismo, la expresión abstracta y la tendencia figurativa. Sin resolver del todo el dilema, y a los veinticuatro años de edad, el pintor viaja a Estados Unidos en el momento en que en aquel país el expresionismo abstracto de los grandes maestros está comenzando a tener un serio competidor en el naciente arte pop de inicios de los sesenta, tomando contacto con el círculo artístico que rodea a Andy Warholl. Así pues, el arte pop acabará siendo la orientación que, desde entonces y de forma absolutamente predominante, podremos apreciar en sus cuadros. Los lienzos adoptan ahora un personal tono figurativo, de vivos colores y composiciones sencillas.

Entre esos cuadros de su primera etapa norteamericana destaca la serie que Hockney dedica a las piscinas californianas. Sobresalen en ellas los colores luminosos del agua y los reflejos de las ondulantes superficies líquidas. De vez en cuando encontramos en los lienzos personas absolutamente despreocupadas de nuestras miradas, que se sumergen, nadan, toman el sol o son sorprendidas en el momento de darse el chapuzón, todo en un idílico ambiente de burguesía hedonista de vida confortable, y siempre mostrados con los típicos colores planos y vivos del pop art.

David Hockney: "Ama de casa en Beverly Hill" (1966).

Pero un artista como Hockney no se limita a las piscinas y sus bañistas felices. Su mirada tan personal se dirige también a otras zonas de esas mismas viviendas, para captar los interiores domésticos y a quienes los habitan, con una fuerza en el tratamiento de los personajes que le permite componer verdaderos retratos psicológicos, en los que muchas veces aflora la incomunicación que subyace tras esas apariencias de familias felices.

Es por ello por lo que me atraen tanto las obras de este artista que en los últimos años optó también por emplear la fotografías para componer sus cuadros a base de polaroids, como si fuesen el resultado de una visión caleidoscópica de lo circundante.

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David Hockney: "Cañón Nichols" (1980).

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Así que Hockney nos muestra, en el fondo, que el aparente orden que el espectador poco avisado puede hallar presente en sus cuadros oculta a veces un cierto desorden de vida y de relaciones humanas. Quizás podamos concluir que se ven soledades en esos cuadros de ambiente californiano. Y es que la realidad resulta ser siempre dual. Frío y calor, compañía y soledad. Incomunicación. Ved si no esta selección de obras.

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Hockney dispone de una página web, muy ordenada y en la que podemos seguir con minuciosidad, por décadas, su evolución artística. Esta otra web está concebida como un tributo al artista. Por lo demás, este museo-molino inglés, además de mostrarnos las maravillas que pueden hacerse en la red teniendo la suficiente creatividad, nos presenta también varias obras de Hockney. Perdeos por sus páginas. Merece la pena.